Armando Enríquez Vázquez
En abril de 2010 una plataforma petrolera, de nombre Deepwater Horizon, perteneciente a la empresa británica British Petroleum, explotó y se hundió causando el peor derrame de petróleo en la historia de la humanidad. El factor de la profundidad a la cual se hallaba la superficie del pozo de perforación, más de mil cuatrocientos metros, fue uno de los factores decisivos para el tiempo que llevó controlar el derrame.
En poco más de tres meses más de ochocientos millones de litros de petróleo y alrededor de siete millones de litros de líquidos dispersantes se vertieron en una las zonas más ricas en biodiversidad del Golfo de México. Se calcula que unas mil setecientas especies animales habitan la zona del delta del Río Mississippi. Más de seis mil aves, seiscientas tortugas y cien mamíferos marinos fueron encontrados muertos por los científicos, quienes sin embargo calculan que la tasa de mortandad de los animales debe haber sido superior a cinco veces más. Ya que, suponen, la mayor parte de los cuerpos fueron devorados por otros animales o se hundieron en las profundidades de las aguas del Golfo. Pero además el derrame ocurrió en la zona y época del año en que muchas especies están llevando a cabo sus ciclos reproductivos y por extensión los desoves, tal es el caso del atún de aleta azul, especie ya de por sí en peligro de extinción, del que se estima una quinta parte de la población de alevines haya muerto durante el derrame y así con otras especies.
La toxicidad en el agua, debida a los químicos y al petróleo mismo puede afectar los procesos reproductivos de las especies marinas de la zona. Así como su valor alimenticio. La industria de la pesca tan prospera en la zona y de donde se surtía una gran parte de la demanda de los Estados Unidos de peces y mariscos se ha visto drásticamente afectada. Cientos de pequeños pescadores y negocios se han ido a la bancarrota.
La tragedia que sufrieron las comunidades costeras de los estados del Golfo de la Nación vecina, no se limitó a las industrias y negocios relacionados con la pesca y los frutos del mar. La industria turística se desplomó también durante el verano del año pasado. Los pescadores de camarón, cangrejo y ostras son quienes han llevado la peor parte.
Los daños reales no serán mesurables si no hasta dentro de una década, tal vez.
Hoy en día, es fácil aún encontrar glóbulos de petróleos en la zona del derrame y huellas de alquitrán a lo largo de la costa de Louisiana, Florida y otros estados. La Gente se queja de daños en su salud y a pesar de que el gobierno americano obligó a BP a crear un fondo de ayuda a los afectados muchas de las industrias pesqueras medianas y chicas juran no haber recibido ninguna ayuda de parte del gobierno federal. Mientras que se dice que los grandes corporativos, los abogados y las insaciables firmas a las que representan fueron los grandes ganadores del fondo, cuyo monto se supone asciende a veinte mil millones de dólares y del que se estima se han utilizado únicamente tres mil ochocientos millones.
Las causas naturales o de error humano de la catástrofe invariablemente llevan a la corrupción. Leyes que se hacen para que nadie las observe, o las aplique. Contratistas que quieren sacar raja hasta del último dólar invertido. La ambición, esa, que a pesar del problema permite y se prepara para continuar la explotación de los yacimientos de petróleo a grandes profundidades.
Basta decir que los grandes directivos de BP y Transocean, fueron los grandes ganadores de la catástrofe, se llevaron consigo no sólo jugosos bonos, si no que la mayoría cambio de empresa en mejores puestos. Aquellos que en su momento fueron los malos de la historia se han escabullido y regresado para demostrarnos que no pasó nada malo, son más ricos, más libres y más cínicos que nunca. Qué son algunos animales muertos y unos quejosos a los cuales su forma de vida les fue destruida, si la macroeconomía y el petróleo están mejor que nunca…
Un derrame petrolero y una fuga radiactiva de magnitudes inconmensurables aun, tendrían que ser suficientes para buscar la alternativa tan cacareada de la energía limpia pero la mezquindad y el poder de las petroleras y las compañías eléctricas no conoce límites.
La semana pasada se dio a conocer la peor tragedia ecológica de nuestro país en su historia con los incendios en Coahuila donde más de doscientas mil hectáreas de bosque y zona semi desértica se ha convertido yermos campos. Pasarán también décadas antes de que el verdadero impacto ecológico sea visible.
El incendio ha puesto al descubierto las grandes fallas de los gobiernos federal y estatal, falta de aeronaves para retardar o apagar el fuego, la nula herramienta, el poco personal capacitado para enfrentar estas situaciones. Se le prendió fuego a la biodiversidad de la nación.
En este caso como en el del Deepwater Horizon, como en el de Fukushima, el inicio de la tragedia parece estar en un acto de corrupción pues al celebrar un acto oficial en uno de los municipios coahuilenses, se prendió fuego a un basurero municipal que después con la ayuda del viento ya nadie pudo controlar y hoy ya ha invadido a Texas también.
La naturaleza se “recupera” en partes de estas tragedias y las víctimas humanas “deben aprender” y tras la prueba resurgir como el ave Fénix de sus cenizas o de sus derrames. Los corporativos y los gobiernos sólo ven un pequeño daño colateral en estos “accidentes”, que al final devuelven grandes ganancias a sus protagonistas.
Pero como siempre queda demostrado que el hombre es el único animal que se tropieza con la misma piedra más de una vez y siempre ve cómo justificar de manera diferente su estupidez.
Publicado en blureport.com.mx el 25 de abril de 2011
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