Armando Enríquez Vázquez
Ya vamos a cumplir dos semanas de violencia, gratuita para algunos,
injustificada para otros, ocasionada por un corto en Youtube llamado La Inocencia de los Musulmanes.Violencia
que no disminuye y en algunos países crece. Violencia que en Occidente
minimizamos, a pesar de haber costado ya la vida de seres humanos y que
pretenden avivar gente estúpida como los editores de las caricaturas
francesas de esta semana. Violencia que nada tiene que ver con la
libertad de expresión y mucho menos con la tolerancia que tanto
presumimos en Occidente.
En orden de aparición: La película que en esencia no es una
película, ni una sátira, ni siquiera versión diferente de los
hechos, como aquellas que han hecho enojar tanto a los “tolerantes”
cristianos occidentales, como Yo te saludo María de Jean Luc Godard o la novela La última tentación de Cristo de
Nikos Kazantaskis , obras vetadas y saboteadas por la grey cristiana
del mundo a pesar de haber nacido del seno mismo de los cristianos de
occidente que cuestionan los dogmas establecidos por su fe. No, en este
caso se trata de un caso más de Islamofobia, de odio a lo diferente. De
un crimen disfrazado de libertad. A pesar de existir un supuesto autor
de la susodicha obra, su misma existencia es incierta como lo publicó el
New York Times el pasado 12 de septiembre.El supuesto tráiler, de la supuesta película se subió a Youtube en Junio pasado donde pasó casi inadvertido, pero fue su traducción al árabe justo antes del aniversario de los atentados del 11 de Septiembre la que tuvo más de un millón de visitas en menos de una semana y la que provocó la violencia que le costó la vida al embajador norteamericano en Libia, así, como a otros funcionarios de ese país. Primero se acusó de la realización de la película a un supuesto judío norteamericano de nombre Sam Bacile y terminó siendo la obra de un falsificador y fanático cristiano copto californiano llamado Nakoula Basseley Nakoula, o al menos eso era hasta el sábado pasado.
La verdad es que lejos de ser una obra como Los Versos Satánicos de Salman Rushdie, la película es un triste panfleto resultado del odio y la incomprensión del otro. Una provocación que intenta ser defendida por muchos como parte de un acto de libre expresión, una de las libertades que tenemos los occidentales y no tienen en muchos otros países del planeta. Pero ser simplicista en este asunto es lo que está minando la tolerancia de la que tanto presumimos en el mundo moderno. Y en este caso la avaricia y la estupidez son la gota que derrama el vaso; el oportunismo de una desconocida hasta esta semana publicación francesa que apelando a la libertad de prensa, solo ahonda en la herida fresca, publica caricaturas en contra del Islam y de Mahoma. Más planeado y hecho a modo no puede ser, pues los editores inmediatamente solicitaron la protección de las autoridades francesas, temiendo ataques de la comunidad musulmana en Francia.
Así como esa tontera, hay otras voces más solemnes y peligrosas, que son una muestra de cómo la tolerancia ha sido desde hace más de diez años ya la excusa para ser intolerantes. Para no tratar siquiera de entender al otro. Ese Otro, sobretodo sí es musulmán, tiene todos los defectos y perversiones por el simple hecho de ser diferente y entender el mundo de una manera distinta.
Jamás será correcto hablar mal de los judíos y de Jehová, los cristianos y Jesús. Pero en el caso del Islam y de Mahoma todo está permitido. Sin importar, que los musulmanes son la segunda religión de nuestro planeta con cerca de dos mil millones de fieles, al final del día los intransigentes y retrógrados son ellos, nunca nosotros. Y si no les parece pues es sólo una muestra más de su intransigencia. Al parecer hoy confundimos de manera muy cómoda la tolerancia con la condescendencia, y por ello vemos a otras culturas y a otros grupos como inferiores, menos evolucionados, o de plano retrógrados.
Es peligroso ser intolerante. Tratamos de enseñarles a las nuevas generaciones todos los días y sin embargo nadie más intolerante que nosotros mismos, nadie más racista, nadie más clasista y lleno de prejuicios. Porque detrás de lo políticamente correcto lo único que se esconde son los eufemismos de la discriminación y el odio a nuestros semejantes.
Publicado por blureport.com.mx el 22 de Septiembre de 2012
Fotografia freepik.es
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