A principios de Septiembre de 2011 me
convertí en números de diversas estadísticas acerca de la inseguridad
que vivimos:
Armando Enríquez Vazquez
A principios de Septiembre de 2011 me
convertí en números de diversas estadísticas acerca de la inseguridad
que vivimos: Asaltos sin uso de violencia, adultos mayores de 45 años
asaltados, víctimas de robo en el sistema de transporte público de la
Ciudad de México. Calvos sin cartera en la bolsa. El hecho fue muy
sencillo, alguien con gran habilidad sacó mi cartera del bolsillo de mi
pantalón. Cuando me di cuenta ya estaba lejos de la estación del
Metrobús, así que no me quedó otra que parar un taxi y pedirle que me
llevara al banco para cancelar tarjetas y solicitar un repuesto de mi
tarjeta de nómina: No sin antes advertirle que no le podía pagar hasta
salir del banco con dinero, pues me acababan de robar.
Al principio el taxista, un hombre
gordo, cacarizo, de canosa cola de caballo se me quedó viendo como si no
entendiera lo que le estaba diciendo.
-¿Dónde?- Preguntó con cierta desconfianza.
- En el Metrobús.- contesté
-¿Cómo?
- Me sacaron la cartera del pantalón.
La mirada de desconfianza se mantuvo un
segundo más y abrió la puerta del carro. Después de darle la dirección
del banco se limitó a decir.
-¡Qué bonito asalto!
Lo miré con la misma desconfianza que él me había visto, pensando que ahora iba yo a saber lo que era un asalto feo.
- A mí cuando me asaltan, me ponen una
pistola aquí.- Y apuntó a su sien con dos dedos, a manera de cañón de
pistola. – O un cuchillo acá.- Señaló las costillas.- Lo que le pasó a
usted es arte, ya no se ve, lo robaron, ni cuenta se dio, hay que
agradecerlo y celebrarlo. Cuando me han apuntado a la cabeza con la
pistola y cortan cartucho, veo a través del parabrisas, pienso que voy a
morir y hasta los árboles me hablan. Lo que le pasó, es algo que ya no
existe, es escuela, son ladrones de los buenos. Yo que usted ni lo
contaba en el trabajo porque se van a burlar de usted. ¿A quién le
pasan esas cosas hoy en día? Yo llego con una historia así a mi casa y
mi vieja me parte la madre, me acusa de mentiroso y me dice que me lo
gasté todo en tragos y putas.
Creo que le hice el día al taxista y él
me lo hizo a mí, pues nos fuimos carcajeando todo el camino. Pero más
allá de la anécdota, había que regresar a la realidad; cancelar tarjetas
y reemplazar identificaciones. Para cancelar nunca hay problemas.
Todos están dispuestos a cancelar las tarjetas. Para obtener los
repuestos es donde comienzan…
La mirada del ejecutivo del banco que me
conoce, el cual tiene una copia de mi IFE en su computadora, de algunos
trámites que hice unos meses atrás en esa misma sucursal, es la de
quien ve por primera vez a alguien.
-¿Tienes una identificación oficial?
- Se la llevaron con mi cartera.
-No te puedo dar tarjeta de repuesto. Necesito una identificación oficial. Aunque sea una copia.
-Imprime la que estoy viendo en tu computadora.
-No se puede, porque si sale borrosa ya no es válida.
-¿Entonces?
-Necesito una identificación oficial. Pídela en recursos humanos a lo mejor ellos tienen una y me la traes.
Salí de la sucursal sintiendo que por un
momento yo había desaparecido de la faz de la tierra. Que era un
fantasma vagando por las calles de la ciudad. De regreso al taxi, de ahí
a la oficina y un préstamo para pagarlo.
Al otro día temprano al IFE a sacar la credencial.
- Acta de nacimiento. Correcto. Comprobante de domicilio. Correcto. Identificación oficial.
- Me la robaron, pero traigo mi pasaporte que venció hace unos meses.
- No sirve.
-La cartilla militar.
-Le faltan resellos. No sirve.
La empleada me mira. Como si fuera transparente y entonces en su afán por dar un buen servicio me pregunta.
-¿Hace cuánto que tramitó su credencial del IFE?
-Hace seis meses.
-A lo mejor el sistema aun tiene sus huellas digitales y no hay problema, pase, haga el trámite.
Todo va bien, toman la foto, corroboran
mis datos, y de pronto la cara del hombre del otro lado del escritorio
se pone seria y yo vuelvo a desaparecer.
-No, el sistema no tiene ya sus huellas dactilares. Va a tener que traer una identificación oficial.
Vuelvo a la muestra de las identificaciones que llevo. No, ninguna sirve. Solución.
- Traiga a dos testigos que tengan
credencial del IFE y que sean de la misma delegación que usted, de
preferencia del mismo sector.
Regresé a casa pensando en la
ineficiencia del IFE, a seis meses de distancia de haber tramitado una
credencial ya no existen los datos en sus archivos para reponer la
credencial, por lo que cualquiera puede sacar una credencial falsa. Si
no existe una base de datos para cruzar las huellas dactilares de la
persona que está solicitando una nueva credencial, entonces ¿quién es
capaz de poner la mano en el fuego ante tal debilidad del sistema?, no
nos sorprendamos cuando en las próximas elecciones, como siempre, voten
los muertos y se hagan carruseles de votantes comprados.
Si en ese momento, por causas naturales o
no, hubiera tenido un accidente, a pesar de llevar un pasaporte vencido
y la cartilla militar, al no tener una identificación oficial vigente,
¿qué habría sido de mí? ¿Hubiera sido calificado como desconocido?
En cuanto al banco, solicité al área de
recursos humanos de mi empresa una copia de mi IFE, la cual se iban a
tardar en buscar y ver si la tenían, para mandármela a mí correo
electrónico. Entonces solicité una carta en la que estableciera que yo
era yo, que laboraba en la empresa, que es al mismo tiempo dueña del
banco con fecha del día en que se expidió. Me dirigí al banco carta en
folder.
Al llegar a la sucursal la carta no era
buena, ni suficiente, a fuerza tenía que ser el IFE. Pregunté qué
pasaría si el área de recursos humanos tuviera en efecto una copia de mi
credencial para votar, porque en ese caso sería de una credencial
vencida y sustituida a principios de año. En ese caso el banco no tenía
problema, pero a fuerza tenía que tener una copia de la credencial a
pesar de que estuviera o no vencida. Para mi suerte, antes de regresar a
mi oficina a esperar el correo de si tenían o no mi credencial, surgió
un ejecutivo sensato que dio validez a la carta y reconoció que mi
cuenta estaba abierta en esa sucursal. Tuve mi tarjeta de nómina una vez
más y con ello aparecí un poco por lo menos para subsistir, aunque
oficialmente siguiera desaparecido.
Felizmente, conseguí a los dos testigos
sin mayor dificultad y al otro día regrese a la oficina del IFE, para
recuperar mi identificación oficial y con ella aparecer en el mundo de
nuevo a partir del mes de Octubre.
Publicado en la revista online palabrasmalditas.net Junio de 2012
Imagen:bw-color.com
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