Armando Enríquez Vázquez
La mayoría de los biohackers, son motivados por las ganas de conocer, comprender y realizar por ellos mismos su entorno. No permitir que otros interpreten y les digan que hacer. Kay Aull, una de las pioneras entre los biohackers y que tenía su laboratorio en el closet de su recamara logró con un equipo, de costo menor a quinientos dólares, descifrar su ADN, para saber si era portadora de un gene de la enfermedad que había acabado con la vida de su padre. Los Biohackers no quieren que sean los expertos los que dicten lo que se debe hacer en los nuevos terrenos de la genética y la biotecnología, tienen claro el objetivo de compartir con los demás habitantes del planeta sus logros y ayudarlos a responder preguntas, e incorporar ideas de los ciudadanos comunes a sus investigaciones. Ellen Jorgensen, genetista y fundadora de un espacio para biohackers en Brooklyn, Nueva York llamado Genspace y una de las personas más conocidas entre la comunidad de Biohackers, cree que la biotecnología capaz de cambiar al mundo debe estar al alcance del ciudadano común, su usuario final y quien seguramente la hará de mayor utilidad, al plantear preguntas y cuestiones importantes porque impactan directamente en la problemática de la vida diaria, a diferencia de los los científicos de laboratorios privados o gubernamentales, cuya motivación sin duda tiene fines más lucrativos y muchas veces oscuros. Jorgensen cree que sí en estos tiempos todos tenemos acceso a una computadora, ¿por qué no a la biotecnología?
Algunos biohackers, dicen que el nombre les gusta por las implicaciones tecnológicas que esto tiene, y si un hacker tiene como meta el infiltrarse en los códigos de las computadoras, un biohacker puede adentrarse en la secuencia del ADN. Al final del día, el código de la vida.
Existe también una asociación, llamada DIYbio, a nivel mundial, parcialmente por los menos, en su lista de comunidades de biohackers a nivel global existen en 15 ciudades de Estados Unidos, tres canadienses, once europeas. Una comunidad en Singapur, otra en Australia, una más en Nueva Zelanda y una última en Israel. No existe al de acuerdo con DIYbio ninguna comunidad latinoamericana y mucho menos una mexicana. Aunque a nivel individual existe por lo menos un mexicano en la lista. Pero lo más interesante de la propuesta de DIYbio es el poder democratizar la ciencia, el año pasado los integrantes de DIYbio crearon su propio código de ética, que los obliga a seguir las leyes locales y mundiales en la materia, que les impide usar agentes patógenos o buscar hacer daño a la sociedad, porque de acuerdo con las palabras de Jorgensen, entonces no serían biohackers, sino bioterroristas. Tienen claro que la ciencia, no siempre se realiza en nombre del Gran Bien Común que otros nos quieren hacer creer que existe, mucho menos con fines lucrativos. Muchos biohackers realizan sus experimentos de la misma manera que otros ocupamos nuestras computadoras; para obtener una simple respuesta a una pregunta personal, por curiosidad. Aunque en equipo y en comunidad se puedan llegar a realizar grandes proyectos.
Sin embargo, como decía al principio los biohackers por ser desconocidos han sido estigmatizados y vituperados por los medios, el FBI, entre otras agencias de seguridad, les tiene un ojo encima. Y por otro lado quieren crear miedo, o al menos desconfianza, en los legos para cuidar los intereses de gobiernos y empresas privadas en el terreno de la investigación y las patentes.
Si quieren ver la plática que Ellen Jorgensen dio el año pasado auspiciada por TED, esa gran incubadora de ideas, este es el link http://www.ted.com/talks/ellen_jorgensen_biohacking_you_can_do_it_too.html?quote=2011
Esta es otra de esas cosas que nos auguran la llegada de un mundo más democrático y crítico, la esperanza de una ciudadanía que no sólo se contenta con las decisiones de la democracia autoritaria a la que nos quieren acostumbrar.
Publicado en blureport.com.mx el 11 de Abril de 2013
Imagen: vimeo.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario