Cuando en 1905 se
anunció el premio Nobel de la Paz, la ganadora fue una buena amiga de Alfred
Nobel con la que el sueco mantuvo una correspondencia durante sus últimos años.
Armando Enríquez
Vázquez.
Bertha von Suttner nació el 9 de junio de 1843 en Praga,
parte del imperio Austriaco en esas fechas, su nombre de soltera fue: Bertha
Sophie Felicitas Baronin Kinsky von Wchinitz und Tett. Hija de un militar,
caído en la desgracia y de nombre Franz-Josef Graf Kinsky von Wchinitz und Tett:
Bertha fue una joven inquieta y activa
socialmente, el dinero de su madre se encargó de su educación y de su
manutención. Bertha se dio a la tarea de aprender diferentes idiomas, así como
música. Durante alguna época de su vida contempló dedicarse a cantar ópera.
Entrada en la tercera década de su vida Bertha decidió
buscar un empleo, los fondos de la familia se acababan. Aceptó trabajo como
institutriz en la casa del Barón Karl von Suttner para encargarse de la
educación de sus cuatro hijas. Sin embargo, Bertha conoció al hijo del Barón,
Arthur von Suttner, siete años menor que ella, ingeniero y escritor y se enamoró de él y él
de ella.
En 1876 viajó a París escapando de un amor que ni la familia
de Arthur, ni la de ella aprobaban. En esos días descubrió un anuncio
clasificado en la prensa. Un hombre mayor, decía la oferta de trabajo, buscaba
una dama de compañía y asistente. El hombre resultó ser nada más ni nada menos
que el magnate dinamitero Alfred Nobel. Bertha trabajó por un corto tiempo como
asistente de Alfred Nobel. Tras una breve temporada en Paris y como respuesta a
una carta de Arthur, en la que le confesaba que no podía vivir sin ella, Bertha
regresó a Viena y en secreto se casó con
Arthur, para inmediatamente después irse a vivir al Cáucaso. A Tiblisi, hoy
capital de la república de Georgia.
Durante los primeros nueve años de su matrimonio, los von
Suttner se dedicaron a escribir y hacer despegar sus carreras literarias y
periodísticas. A pesar de ello, la correspondencia amistosa entre Bertha y
Nobel se mantuvo hasta la muerte de él y fortaleció la relación entre ambos
personajes, llena de frases cariñosas y tonos irónicos. Mientras Bertha era
feliz en su matrimonio, Nobel enfrentaba un amorío de tintes románticos con
Sofie Hess. Unos pocos días antes de su muerte Nobel le escribió a Bertha:
Yo que no tengo corazón,
metafóricamente hablando. Sí tengo físicamente ese órgano y soy capaz de
sentirlo.
A lo largo de los años de correspondencia entre los dos personajes
Bertha no sólo envío al inventor copias de sus libros y sus ensayos, si no que
compartió con él la pasión que de pronto cobró en su vida intelectual la idea
del pacifismo.
Fue en 1887 cuando Bertha von Suttner descubrió a Hodgson
Pratt, un pacifista inglés, fundador en 1880 de la Asociación Internacional
para la Paz y el Arbitraje. Von Suttner comenzó a trabajar con la Asociación.
Años antes Bertha se había dedicado a escribir ensayos y novelas y había ya
delineado su idea acerca de la paz como un método para alcanzar el progreso de
la sociedad, por lo que Pratt y su asociación parecían el terreno natural para
que Bertha trabajara en la práctica sus ideas. En 1889 publicó su más afamada
novela. Abajo las armas. Una historia
acerca de los sufrimientos de una mujer a lo largo de cuatro guerras. El libro
fue un éxito y se tradujo a los principales idiomas sirviendo como bandera del
movimiento pacifista internacional.
En la cordial correspondencia que mantuvieron los dos
amigos, Bertha le contaba a Nobel acerca de la próxima publicación de su novela
a lo que de manera irónica Nobel le contestó que de lograrse la paz mundial
como iba a poder vender su nueva dinamita que no producía humo.
Su labor como activista y promotora de las ideas pacifistas
la llevó a viajar por todo el mundo, dar conferencias y discursos y
entrevistas. En 1892 fundó la revista pacifista Die Waffen Nieder, el mismo nombre que el titulo de la novela. En
1904, durante su primer viaje como conferencista a los Estados Unidos, se
entrevistó en la Casa Blanca con el Presidente de los Estados Unidos Theodore
Roosevelt, quien dijo a la austriaca: La
paz mundial se acerca, es un hecho, pero viene paso a paso. Bertha creyó,
tal vez ingenuamente, en las palabras del presidente norteamericano.
Durante esos años la correspondencia con Nobel se mantuvo y
en algunas de las cartas el sueco le comentaba la idea de crear el Premio Nobel
de la Paz. Pero von Suttner nunca estuvo segura de que esta idea se llevará a
cabo y mucho menos que estuviera escrita en el testamento de Nobel. Los puntos
de vista en el tema fueron muchas veces encontrados.
Bertha von Suttner y Alfred Nobel únicamente se volvieron a
reunir en persona en 1892. De esta reunión queda una anécdota, mientras Nobel y
los von Suttern disfrutaban del día en la barca del sueco en el Lago Zurich,
Bertha ironizó con el sueco acerca de sus fábricas, a lo que Alfred Nobel
contestó: Tal vez mis fábricas sean
capaces de terminar de manera más rápida con la guerra que todos sus congresos.
El día que dos ejércitos enemigos sean capaces de aniquilarse uno a otro en
cuestión de segundos, todas las naciones civilizadas darán marcha atrás y
dispersarán a sus tropas.
Muchas veces en la amistad entre ambos personajes y la
correspondencia. Nobel sirvió como un abogado del diablo mostrándose escéptico
de las ideas de Bertha acera de la paz y tachándola de ingenua al pensar en el
poder de la sociedad sobre el del estado.
En 1896 Alfred Nobel murió de una hemorragia cerebral en su
casa de San Remo en Italia. En su testamento el sueco dejo las instrucciones
para instituir los Premios Nobel, incluido el de la Paz. Se cree que Nobel pretendió
que la primera en recibir el Premio Nobel de la Paz fuera Bertha von Suttner,
pero no fue así, habrían de pasar cuatro premiaciones antes de que la activista
y pacifista austriaca recibiera finalmente el premio cosa que sucedió en 1905.
En su discurso de aceptación del premio Bertha anotó: Una de las verdades absolutas es que la
felicidad es creada y se desarrolla en la paz, así como uno de los principios inmortales
es el del individuo a vivir. El más poderoso de los instintos, el de la
supervivencia, es una confirmación de este principio, confirmado y santificado
por el antiguo mandamiento; “No matarás”.
Arthur von Suttner no pudo ser partícipe de la felicidad de
su mujer, pues murió en 1902. Tras recibir el Premio Nobel Bertha von Suttner formó
parte importante en el Comité de de la Amistad Anglo-Germana y se dedicó a
predicar en contra del armamentismo chino y el uso de los aviones como armas de
guerra.
En 1912 emprendió una segunda gira por los Estados Unidos
dando conferencias. En 1913 a pesar de algunos achaques formó parte del
Congreso Internacional por la Paz en La Haya. Al año siguiente su salud se fue
deteriorando rápidamente y murió el 21 de junio de 1914 unos pocos meses antes
de que iniciara la I Guerra Mundial, a los 71 años de edad.
publicado en thepinkpoint.com.mx el 4 de Octubre de 2013
Imagen: nobleprize.org
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