Los buenos deseos por acabar con la esclavitud parecen solo eso buenos deseos.¿Sabes cuantos esclavos trabajan para tí?
Armando Enríquez Vázquez
No hay nada más indignante que la explotación del hombre por
el hombre, pero sin lugar a dudas también no existe una práctica más común y
más extendida a lo largo de la historia de la humanidad.
El hombre es el lobo
del hombre, escribió Thomas Hobbes, importante filosofo político autor del libro
llamado Leviatán o la materia, forma y
poder de una república eclesiástica y civil, refiriéndose precisamente a
esa característica tan humana de convertirse en el depredador en todos los sentidos
de la su misma especie. La frase fue tomada por el inglés del escritor de
comedias latino Plauto.
El caso de los jornaleros agrícolas en México es un
escándalo, algo imperdonable para las autoridades del trabajo de México y para
nosotros mismos que hemos con nuestro silencio sido cómplices de algo así de
criminal a lo largo de tantos años. El gobierno y las empresas afectadas
intentan a toda costa acallar y borrar las manifestaciones de estos hombres y
su llamado a boicotear empresas estadounidenses como Driscoll, entre otras, que
comercializan los productos cosechados en el campo baja californiano en
condiciones de explotación similares a la esclavitud.
No sé si una acción así tenga un resultado que beneficie a
los trabajadores, no sé incluso sí esto sea realmente la medida a seguir.
¿Acaso no es una obligación del Secretario del Trabajo y de los gobiernos
municipal, estatal y federal asegurarse que las condiciones de trabajo en
territorio nacional se apeguen a nuestra Constitución? Más allá de la discusión
por el salario mínimo y la oposición de los ambiciosos líderes de los
organismos empresariales y los tibios políticos, ¿no es un asunto de los más
elementales derechos humanos?
Actualmente las campañas en contra de la explotación humana,
se quedan en eso solamente en campañas, a veces ingeniosas, que pretenden hacer
conciencia en la gente, en los consumidores acerca del origen de sus productos.
¿Hace cuántos años sabemos de la explotación infantil de la que dependen marcas
como Apple, Nike, Nestle, GAP? Sin embargo las marcas siguen teniendo grandes
utilidades, por maquilas que se dan en condiciones de semi esclavitud o de
plano de trata de humanos como en el caso de las minas de coltán en la
República Democrática del Congo, o en los campos agrícolas de nuestro país.
La semana pasada llamó mi atención una campaña iniciada por
la una organización preocupada, no por la explotación de seres humanos, si no
por las condiciones de un comercio justo para las marcas canadienses que
intentan competir de manera correcta en el mercado de ropa y textil, junto con
una agencia de publicidad. La campaña consiste en fotografías de al menos tres
prendas de vestir que además de la etiqueta habitual muestran una enorme
etiqueta en la que se lee la historia de la persona que confeccionó la prenda.
Los casos narrados en las etiquetas son los de una niña de
nueve años en Camboya, un padre de familia en Sierra Leona y el de otra niña esta vez de doce años en
Bangladesh. Desgraciadamente esto se vuelve un círculo vicioso, concientizar y
lograr la mejor respuesta de los consumidores probablemente se traduzca en el
cierre de las plantas maquiladoras y en peores condiciones de vida para los
trabajadores. Lo importante no es crear una conciencia hipócrita de actuar
políticamente de manera correcta, sino interceder para que las condiciones
laborales de estos millones de seres humanos logren cambiar para mejor sin
perder sus empleos; mejorar su calidad de vida.
No se trata de un asunto acercas de condiciones igualitarias
a nivel comercio entre diferentes mercados laborales, más allá de ese tema
trivial se debe de hablar de condiciones igualitarias en los satisfactores de
vida de los trabajadores alrededor del mundo. Que ese avariciosos 1% de la
población que se hace con la el 99% de la riqueza permita un poco más de
ganancias para la mayoría de los habitantes del planeta. No se trata de si no
de condiciones de justicia social.
Los invito a hacer un ejercicio y entrar en la página www.slaveryfootprint.org y contestar a la encuesta de la página para saber cuantos
esclavos trabajan para que uno de ustedes viva de la manera en que lo hace. El
resultado no deja de ser revelador. Pero lo más importante son las preguntas
que esto no deja, mientras en la oficina, la casa, leemos esto en un teléfono,
en una tableta o computadora, ¿cuantos seres humanos en el mundo, en nuestro
país, tienen que obligados por la necesidad aceptar tratos inhumanos y
denigrantes de su naturaleza humana para poner un pedazo de pan en su casa y
una cajita de fresas en la nuestra?
No cabe duda que los seres humanos somos en esencia
contradictorios y muchas veces triviales, ¿Cómo es posible que alguien se
preocupe por los derechos de los perros y otras bestias, cuando los derechos de
millones de seres humanos aun siguen siendo violados minuto a minuto?
Publicado en blureport.com.mx el 13 de abril de 2015
imagen;shrm.org
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