En la historia del
cine nacional hay un puñado de mujeres que permanecen medio ocultas tras el
mito machista de que el cine en México lo hicieron los hombres y extranjeros.
Armando Enríquez
Vázquez.
Nunca deja de sorprender el espiritú y la gran cantidad de
actividades en el que las mujeres mexicanas de finales del siglo XIX y principios
del siglo XX participaron, si bien es cierto que la gran mayoría se desempeñaba
en labores consideradas como tradicionales de su género, lo cierto es que
muchas de las primeras mujeres de acción en nuestro país surgieron en plena paz
porfiriana, algunas apoyadas por el mismo dictador, como en el famoso caso de
Matilde Montoya que se convirtió en la primera médica mexicana en 1887, un año
antes Margarita Chorné y Salazar se había convertido en la primera
profesionista en nuestro país y en toda Latinoamérica al graduarse como odontóloga.
Pero el siglo XIX también vio a grandes
periodistas y educadoras que comenzaron a dar a la mujer un lugar por encima al
que la mayoría de los hombres estaba dispuesto a concederles. Así destaca la figura
de Laureana Wright González al frente de la revista Violetas del Anáhuac. Como consecuencia de esos aires que parecían
fomentar el crecimiento en la participación de las mujeres en todos los ámbitos
sociales, una generación de jóvenes mexicanas que se vio envuelta en la revolución
tomó las armas, tomaron partido y causa, para después ser olvidadas por los
machistas intereses de los revolucionarios que ganaron la guerra. Otras
supieron también utilizar y ser parte de las nuevas tecnologías y del
surgimiento de lo que Gómez de la Serna llamó un oficio del siglo XX: El cine.
El cine llegó a nuestro país tan sólo seis meses después de
la primera exhibición del cinematógrafo de los hermanos Lumiere en Francia. En
esa primera función en mayo de 1896 en el Castillo de Chapultepec estuvo
presente el presidente Porfirio Díaz y ese mismo año nació el 17 de octubre,
Dolores Ehlers, la menor de dos hermanas, Adriana la mayor nació en 1894, ambas
en el estado de Veracruz. El padre murió siendo las hermanas una niñas y su
madre de dedicó a trabajar como partera para sostener a la familia, su difícil
condición económica obligó a las hermanas a abandonar la escuela y trabajar
desde la adolescencia en un estudio de fotografía, Tanto Adriana como Dolores
aprendieron las técnicas fotográficas y decidieron abrir su propio estudio en
el Puerto de Veracruz. El estudio tuvo mucho éxito, por un lado porque muchas
mujeres confiaban sus fotografías a las hermanas Ehlers, ya que podían lucir
amplios escotes o telas vaporosas, cosa que no podían hacer en estudios
administrados por hombres, pero sobre todo por la calidad artística de las
fotografías de las hermanas. En 1915, el presidente Venustiano Carranza en su
paso por Veracruz fue fotografiado por las Ehlers, el resultado de las
fotografías complació tanto al primer mandatario, que otorgó a las hermanas una
beca para estudiar fotografía en la escuela de los estudios Champlain en
Boston, una vez finalizada esta beca se les otorgó otra que les permitió
trabajar en el Museo Médico del Ejército de Estados Unidos donde se trabajaba
mucho en la producción de películas que servían a instruir a los soldados en el
frente de la I Guerra Mundial en temas referentes a la salud. La parte final
del adiestramiento de las hermanas Ehlers en la industria fílmica vino cuando
al final de su estadía en Estados Unidos trabajaron en los estudios de la
Universal Pictures en Nueva Jersey.
Al regresar a México, las hermanas no sólo eran expertas
productoras y directoras de cine, sabían revelar y procesar sus propias
películas y además con una mentalidad totalmente empresarial obtuvieron de la
firma Nicholas Power la representación en México. Nicholas Power era una importante
marca de proyectores de cine que competía de manera directa con la empresa de
Tomás Alva Edison. El negocio de las hermanas se llamó Casa Ehlers.
Pero además a su regreso a México las hermanas fueron
nombradas por Carranza para desempeñar puestos en el gobierno relacionados con
el nuevo arte. Adriana fue nombrada Jefe del departamento de Censura
Cinematográfica de la Secretaría de Gobernación, mientras que Dolores se encargó
del Departamento de Cinematografía que trataba de presentar una imagen prospera
de México y sus habitantes.
Las hermanas hicieron documentales sobre la zona
arqueológica de Teotihuacan, el Museo de arqueología de la calle de Moneda, El
sistema de agua potable de la Ciudad de México y La industria del Petróleo,
entre otros. Estos documentales, fueron sin duda el antecedente de la
propaganda que durante décadas se ha producido en el gobierno federal. Además
las hermanas Ehlers produjeron para el dueño de la Cervecería Modelo en 1921 el
encuentro de futbol entre el Real España y el Real Madrid.
Tras el asesinato de Carranza, las hermanas fueron
destituidas de sus puestos burocráticos y regresaron a la venta de proyectores
y a la producción y filmación de una revista cinematográfica a manera de
noticiero que registraba diferentes eventos semanales y que las hermanas se
dedicaban a vender de manera directa a los exhibidores de cine. Este noticiero
llevaba por nombre Revista Ehlers y se produjo entre 1922 y 1929. La Revista
Ehlers es el primer noticiero cinematográfico en México. Las Hermanas terminan cambiando su domicilio
a la Ciudad de Guadalajara donde abren otra Casa Ehlers. Adriana murió en 1972
y Dolores en 1983.
Así como las hermanas Ehlers, otra mujer, una capitalina,
nacida en 1900 también fue documentalista en los inicios del cine en nuestro
país, además de que a ella debemos el primer archivo fílmico en México. Su
nombre Elena Sánchez Valenzuela.
Además de dirigir, Elena fue actriz del cine silente mexicano.
Protagonizó en 1918, la primera versión de Santa.
Película basada en la novela de Federico Gamboa sobre la vida en un
prostíbulo y cuya versión de 1931, fue la primera película sonora del Cine
Mexicano. Al éxito de Santa, siguieron
otras tres películas La llaga (1919), El
escándalo (1920) y la que sin duda fue la más importante de las cuatro pues
ganó el premio a la mejor película en México en 1921; En la Hacienda. El estreno de la cinta se llevó a cabo en el
Castillo de Chapultepec con la presencia del presidente Álvaro Obregón.
Elena fue además periodista que escribió en los periódicos El Demócrata en la década de los años
veinte y en El Día, en las de los
treinta y tal vez fue la primera crítica cinematográfica en nuestro país en sus
artículos publicados en El Universal Gráfico
en la columna El cine y sus artistas.
Con la llegada de Lázaro Cárdenas a la presidencia se comisiona
a Elena con la realización de un documental sobre el estado de Michoacán lugar
de origen del presidente. Este documental forma parte de los que Cárdenas llamó
Las brigadas cinematográficas. Y en
1942 le sugirió al presidente Manuel Ávila Camacho la creación de la Filmoteca
Nacional, el primer acervo de la cinematografía mexicana. Elena Sánchez
Valenzuela murió en 1950.
Las películas de las hermanas Ehlers, así como el documental
de Sánchez Valenzuela muy probablemente se quemaron en el incendio de las
Cineteca Nacional en 1982, el cual hubiera horrorizado a Sánchez Valenzuela,
pues años de su vida estaban en esa enorme filmoteca.
publicado en mamaejecutiva.net el 19 de octubre de 2015
imagenes: wfpp.cdrs.columia.edu
flickr.com
moviespictures.org
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