Amada por su pueblo,
bella y carismática esta mujer enfrentó al emperador francés y él la llamó mi
bella enemiga y se dedicó a difamarla.
Armando Enríquez
Vázquez
En junio de 1807, en la ciudad de Tilsit, hoy parte de Rusia
y llamada Sovetsk. Los representantes de Prusia firmaban un ominoso tratado de
paz con Napoleón en el que perdieron casi la mitad de su territorio, entre los
negociadores prusianos se encontraba la reina de Prusia, enviada directamente por
el rey Federico Guillermo III de Prusia, la reina amada por sus súbditos,
solicitó una reunión privada con Napoleón, a quien ella apodaba públicamente, El Monstruo.
Napoleón por su parte, un hombre lleno de rencores, parece
haber sido un fiel creyente del dicho: Si
no puede ser tuya, difámala. Considerando a Luisa no sólo como la reina más
hermosa de Europa, si no como la mujer más bella del mundo, Napoleón se dedicó
a difundir rumores sobre la prusiana sobre supuestas infidelidades a Federico
Guillermo III de Prusia. Pero su pueblo que tanto la amaba desescuchó las
calumnias del francés y reconoció con un amor reforzado por su soberana; la
entereza y patriotismo de la reina. Una
vez reunidos en privado, la reina se lanzó a los pies de Napoleón e imploró por
un trato más justo para su nación, cosa a la que Napoleón se negó. La reina salió
derrotada de la reunión, pero logró reforzar el amor que su pueblo tenía por
ella y durante más de un siglo se convirtió en uno de los símbolos de la unidad
germana. El emperador francés tras la reunión tuvo dos expresiones acerca de la
reina. La primera en una carta dirigida a su esposa la emperatriz Josefina; …es verdaderamente encantadora y en la
reunión se mostró muy coqueta. Pero, no hay motivo alguno que pueda despertar
tus celos, … cualquier galantería me hubiera costado mucho. Después
Napoleón habría de referirse a Luisa como El
único hombre verdadero en Prusia.
Luisa tenía en ese momento 31 años y antes de la dolorosa
reunión con el francés, se dedicó a formar parte de la alianza en contra del
autonombrado emperador francés y fortalecer las alianzas con Rusia y Austria en
su contra.
Esta carismática mujer, a la cual algunos historiadores han
comparado por su simpatía y empatía con sus gobernados con la princesa Diana de
Gales, nació el 10 de marzo de 1776 en Hanover. Su padre fue el Duque de
Mecklemburgo. Luisa quedó huérfana de madre a los seis años de edad, su
educación formal corrió a cargo de su abuela materna, tras la muerte de la
segunda esposa del Duque de Mecklemburgo y hermana menor de su madre. Su
educación y la de sus hermanos fue una educación sencilla y muy libre.
En 1793, Luisa y su inseparable hermana Federica fueron
presentadas ante el rey Federico Guillermo II, quien quedó impresionado por la
belleza de las hermanas y expresó su deseo de que conocieran a los príncipes.
El príncipe Federico Guillermo se enamoró de Luisa, el tenía 23 años y ella 17
y su hermano menor el príncipe Luis Carlos escogió a Federica. Federico
Guillermo y Luisa se casaron el 24 de diciembre de ese año y dos días después
lo hicieron los hermanos menores.
En 1797 tras la muerte de Federico Guillermo II, Federico
Guillermo III ascendió al trono y Luisa se convirtió en la reina consorte de Prusia.
Ya durante sus años como princesa demostró un gran cariño e interés por los
súbditos del reino, además de ser una mujer sencilla. Una vez realizado el
matrimonio, los príncipes se fueron a vivir a un castillo alejado de la corte y
la ciudad de Berlín.
Ya como reina ayudó a su esposo a gobernar, sin opacar la
autoridad del rey, Luisa se mantenía al tanto de las situaciones políticas y
económicas del reino y prestaba consejos a su esposo.
Frente a la ambición de Napoleón Bonaparte el rey prefería
una actitud neutral en las pugnas del francés con otros reinos de Europa, Luisa
en un principio también prefería no tomar bando y menos con la alianza
ruso-austriaca-inglesa, porque sabía bien que Prusia era la más débil de las
potencias y tendría que depender del apoyo de Rusia para hacer frente a Napoleón.
Sin embargo, en 1805 y como resultado de la batalla de Austerlitz, fue Luisa la
que aconsejó al rey a firmar una alianza con Austria y Rusia para hacer frente
y frenar la codicia de Napoleón.
En 1806 en la batalla de Jena- Auerstaedt, Napoléon derrotó
de manera definitiva a las fuerzas prusianas y tanto el rey como la reina
tuvieron que salir huyendo. Napoleón comenzó, entonces, la campaña de
difamación de la reina, pero al mismo tiempo reconoció en ella a su Bella enemiga.
Tras la derrota y la humillante firma de los tratados de
Tilsit, Luisa se vio afectada por diferentes enfermedades, la pareja real pasó
el invierno de 1808 en San Petersburgo invitada por el Zar Alejandro I y en
1809 regresaron por fin a Berlín, sólo para encontrar el palacio saqueado por
las fuerzas napoleónicas.
En 1810 y por causas aún desconocidas a la edad de 34 años,
Luisa de Prusia murió. No vio a las tropas de Napoleón derrotadas cinco años
después, ni a su hijo Guillermo I, junto con su canciller Otto von Bismarck unificar
Alemania. Napoleón una vez más reconoció la inteligencia de su rival, al decir
que el rey había perdido a su mejor ministro.
En su nombre el rey Federico Guillermo III creó la Orden de
Luisa una condecoración complementaria a la Cruz de Hierro. Bajo su figura se
fundó una organización de mujeres alemanas de derechas que prosperó hasta el
surgimiento del tercer Reich y que se llamó La Liga de la Reina Luisa, Los
Nazis a pesar de haber recibido todo el apoyo de esta organización la
declararon hostil y la prohibieron.
publicado en mamaejecutiva.net el 15 de febrero de 2016
imagen wikipedia.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario