Esa violencia que se disfraza de acciones de gobierno es de la que nadie habla y es sin duda la que más hiere y lástima a México y sus maltrechas instituciones.
Armando Enríquez Vázquez
Diputados locales secuestrados en Chiapas, linchamientos en
el Estado de México, quemazón de vehículos dedicados a robarse la gasolina de
los ductos en Puebla, manifestantes atropellados en el Estado de México.
Noticias que se publican por algunas horas en los portales
informativos de Internet y sin embargo muchas veces no llegan a todas las
pantallas de la televisión, ni a muchas de las cabinas de las estaciones de
radio. En otras ocasiones, se utilizan como parte de la nota roja nuestra de
cada día y sirve para explotar el morbo y el miedo de los habitantes del país.
Información a la que falta agregar el componente oficial en la que se
fundamenta y tiene como consecuencia la descomposición social que vivimos y que
elegantemente algunos lectores de noticias llaman Tejido social.
Qué en México los principales promotores de la violencia son
los maestros de la CNTE y los grupos del crimen organizado es la idea
prioritaria que le interesa promover al gobierno federal y al Secretario de
Educación Pública que en materia de educativa no ha hecho absolutamente nada
desde que llegó a la oficina de la dependencia. En el México de Enrique Peña
Nieto y del PRI de Manlio Fabio Beltrones cualquier movimiento social se puede
disfrazar de delincuencia organizada como ha sido obvio en estos cuatro años. Y
si no basta ver que es más peligroso el Doctor José Manuel Mireles que muchos
de los lidercillos de los carteles michoacanos que tras desfachatada actuación
de Alfredo Castillo, se han vuelto a apoderar de Michoacán.
La fuerza que ha mostrado la CNTE en las últimas semanas, es
prueba clara que Aurelio Nuño ha sido igualmente incapaz de cumplir la tarea
que se le encomendó cuando fue nombrado secretario de Educación Pública. La afrenta
al poder judicial del líder nacional de la CNTE, Rubén Núñez que sin amparo
encabeza las marchas de la CNTE, muestra que entre Aurelio Nuño y Rubén Núñez
persiste ese contubernio gobierno-sindicato, que tanto daño ha hecho a los
estudiantes y a la educación de nuestro país.
Esa violencia que se disfraza de acciones de gobierno es de
la que nadie habla y es sin duda la que más hiere y lástima a México y sus
maltrechas instituciones. No son los habitantes de Chenalhó hartos de gobiernos
corruptos que secuestran a diputados para obligar a la renuncia a la presidenta
municipal del lugar, es Roberto Gil Zuarth con su discurso intolerante y poco
sensible desde se escaño y protegido por el fuero el que violenta a la sociedad
mexicana que no sabemos que hacer ya con tanto farsante y corrupto metido a
político.
La violencia de la que nadie quiere hablar proviene de un
estado sordo a sus gobernados, proviene de una casta política que desde las
curules se protege con fueros y artimañas impidiendo la aprobación de leyes de
transparencia y anticorrupción, proviene de gobiernos que están dispuestos a
delegar los compromisos que impone la falta de seguridad repartiendo un simple
silbato y no a tomar decisiones que se conviertan en acciones reales.
La violencia de la que nadie habla es encubierta por
diferentes medios de comunicación y sus comunicadores que pretenden hacernos
ver que vivimos en el país ideal para la nota roja, donde el secuestro de un
connotado jugador de futbol pretende borrar las fosas clandestinas y oficiales
donde miles de mexicanos son desaparecidos.
La semana pasada en New York Times publicó un artículo
llamado Mexican Military runs up body
count in drug war. En el que se afirma que es muy dudosa la eficiencia del
ejército mexicano en su lucha contra los carteles de las drogas pues contradice
todas las estadísticas acerca del número de heridos y muertos en
enfrentamientos armados que poseen la ONU y la Cruz Roja, lo que hace que
expertos en el tema presuman que existen en México ejecuciones sumarias por parte
de elementos de las fuerzas armadas desde que Felipe Calderón decidió iniciar
esta guerra contra el narcotráfico y por supuesto con su continuación por parte
del gobierno de Enrique Peña Nieto.
De ahí, tal vez, qué México sea el país con más demandas en
Latinoamérica ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Los habitantes de México nos hemos acostumbrado,
tristemente, a vivir en esta violencia oficial, en esta serie de atentados
hormiga en contra de todas nuestras garantías sociales cometidas desde la
impunidad de un estado que no se cansa cínicamente de justificarse a cada mal
paso que da. Porque más indignante que la operación de las empresas fantasmas
en Veracruz que reveló Animal Político la
semana pasada es la pasividad y la desvergüenza de las autoridades tanto del
estado, como de la federación para investigar los hechos. Cómo lo es la campaña
en contra de ICA, cuando una empresa que desconocemos cual sea, por así
convenir a los intereses de los funcionarios de la capital, construye tan mal
que se deslava parte de un puente a desnivel en la CDMX (Marca Registrada)
afectando a los usuarios de la línea 2 del Metro y el jefe de gobierno sale
solamente con las mismas respuestas frívolas a las que ya nos tiene
acostumbrados.
Debemos hablar de esa violencia en contra de México y de los
mexicanos que nos desgasta, que nos acaba y que proviene desde las más altas
esferas que dirigen nuestro país.
publicado el 30 de mayo de 2016 en blureport.com.mx
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