Lo grave no son las historias en sí, sino todo aquello que nos revelan del país y la sociedad en la que vivimos y las instituciones que la componen.
Armando Enríquez Vázquez.
Historias de plagio para una tesis, contratos firmados por
candidatos y de herencias a favor de cuates gobernadores no sólo son
preocupantes por los hechos en sí, si no por todo lo que hay detrás de ellas y
no dicen de México.
Cuando un alumno plagia párrafos para una tesis o un trabajo
es obvio que el estudiante es tramposo, si es ignorante o no es materia de otro
costal, pero si queda claro que es tramposo y flojo. Cuando cualquier
estudiante plagia para titularse, los encargados de revisar y darle valor a ese
trabajo es el cuerpo colegiado de la institución responsable de otorgar el
título al alumno. Las universidades tienen el compromiso con la sociedad de
entregar hombres y mujeres calificados para trabajar, aportar y construir de
manera ética. El plagio habla mal del estudiante, pero habla mucho peor de la
institución educativa que validó la tesis.
Durante décadas se ha orquestado una campaña que intenta
desprestigiar algo que no se puede desprestigiar; la calidad educativa de la
Universidad Nacional Autónoma de México. Reconocida, a nivel internacional, año
con año, como la mejor universidad de nuestro país. Esa campaña surge de la
extrema derecha y de todos aquellos directores de empresas y de negocios
educativos que conocen sus carencias en materia de lo que ofrecen a sus
estudiantes.
Hoy podemos regresar
ese dedo flamígero con el que se acusa a las instituciones educativas públicas
a ciertas instituciones privadas. La Universidad Panamericana, alma mater del
presidente, no supo responder de manera honorable cómo el cuerpo de profesores
y sinodales de Enrique Peña Nieto dejaron pasar esa tesis, o ¿es acaso una
prueba de que en ciertas escuelas privadas el título se compra a partir de
colegiaturas y gastos que exige la escuela? Repito no se puede eximir al alumno
de ser tramposo, pero como sociedad debemos responsabilizar a la institución
por avalar y premiar esa conducta. Nadie puede decir que el alumno fue
privilegiado porque era el presidente del país. Lo que si podemos inferir es
que al menos en ese momento en el tiempo la UP no tenía un control sobre la
calidad de sus egresados.
Curiosamente hoy ya existen empresas que también están
rechazando a egresados ciertas universidades privadas que han florecido como
hongos en el país. Lo que no habla mal del alumno sino de la institución.
La postura de UP, dada a conocer en un comunicado donde
avala la práctica del plagio, por un lado, mientras que por otro, es la muestra
la arrogancia e intransigencia a reconocer errores en sus académicos, no sólo
muestra el gran desprecio que tienen por la mayoría de los mexicanos, y destaca
de manera muy clara la posición de una institución que esta poco comprometida
con formar a profesionistas de calidad. El mayor descaro de las autoridades de
UP no está en hablar de un hecho consumado que no se puede sancionar, si no en
querer hacer a La UNAM juez de algo que solo compete a la Universidad
Panamericana y a la Secretaria de Educación Pública.
La reforma educativa tan cacareada se centra en cómo
administrar y gestionar a sumisos miembros de un sindicato con el fin de
obtener votos y centra el problema educativo en las instituciones públicas
olvidando las miles de escuelas patito en todo el espectro educativo y en todo
el país, que la misma SEP avala, sin supervisar.
En ese mismo tenor habría que analizar la noticia con la que
Denisse Maerker hizo su entrada en el noticiero estelar de la devaluada
Televisa: El contrato que firmó Cuauhtémoc Blanco con el Partido Social
Demócrata de Morelos para ser candidato a la presidencia municipal de
Cuernavaca.
Una vez más el problema va más allá del hecho de reconocer a
la política como un ejercicio mercantil, antes que ideológico. El problema
radica en la violación descarada de las reglas electorales que rigen al país.
En la falta de ética de los líderes de partidos políticos y de sus candidatos,
porque no sólo estamos ante un hombre dispuesto a vender su cara y su
popularidad al mejor postor, por lo tanto, a prostituirse, estamos ante un dizque
partido político convertido por extensión en padrote. El PAN con los moches, el
PRI secuestrado por políticos mediocres y voraces del Estado de México, El PRD
dictatorial y sinvergüenza de Graco Ramírez también en Morelos son ejemplos
claros de cómo hoy no hay políticos si no voraces, mal llamados, servidores
públicos. Émulos de empresarios cuyas inversiones y trapacerías financiamos
todos los mexicanos. Ellos nunca pierden, nosotros siempre.
La culpa no sólo es de Cuauhtémoc, porque como dicen por ahí
se necesitan dos para bailar tango, es de un partido político que con tal de
hacer de un municipio su caja chica, decidió hacer a un lado sus principios
ideológicos. Este partido de enanos del tapanco, como diría López Portillo, únicamente
remeda lo que ve que hacen el PRI, el PAN, el PRD, Morena, el Partido Verde,
Nueva Alianza, Movimiento Ciudadano y todos los otros partidos federales. Lo
que es peor, Lorenzo Córdova, consejero presidente del Instituto Nacional
Electoral, se ha limitado a declarar que se fiscalizaran los gastos de campaña
del ex futbolista. Mientras que el ególatra consejero Ciro Murayama, que parece
el vocero del INE, dice que habrá que investigar.
El contrato, muy probablemente filtrado por los dirigentes
de ese negocio disfrazado de partido político, que se sintieron agraviados por
su empleado que los sacó del gobierno, al parecer no es la prueba que necesita
el INE para declarar a ese partido inexistente. Bueno, nada podemos esperar del
INE, baste recordar que a pesar de todas las pruebas que presentaron los
ciudadanos se negó de manera arbitraria a retirar el registro al Partido Verde
que se ha encargado de manera sistemática y descarada de violar las leyes
electorales y La Constitución de nuestro país. Aquí la corrupción no sólo es de
Cuauhtémoc Blanco o del PSD, incluye a la máxima autoridad electoral del país
que desde que inició esta administración ha brillado por lo permisivo y
pusilánime de su Consejero Presidente y el oportunismo de otros consejeros, como
Murayama que quieren con la ayuda de algunos medios hacernos creer, o tal vez
si lo sea, que es él quien manda al interior del INE.
En el caso del gobernador que obliga a sus allegados a
nombrarlo heredero, parecería redundante el hablar de falta de ética, de
corrupción, de impunidad, sólo hay que dar repudiar el cinismo de Enrique Ochoa
y su partido político que ya iniciaron el proceso para expulsar a cuatro
gobernadores del PRI y de esa manera ese instituto político y sus autoridades
nos siguen dando atole con el dedo, porque no se trata de expulsarlos si no de
meterlos en la cárcel y obligarlos a regresar lo que se robaron. Pero a lo
mejor a los ojos del Presidente nacional del PRI, las tropelías de los Duarte,
Borge y Medina son ya un hecho consumado y pues ni modo ya nos….
publicado en blureport.com.mx el 30 de agosto de 2016
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