Aunque parezca sarcasmo más terror produce la imagen de Trump saludando desde la puerta de la Casa Blanca que esos payasos siniestros ondeando la mano junto a un árbol en los linderos del bosque.
Armando Enríquez Vázquez
En las últimas semanas se han viralizado en Internet una
serie de videos y noticias acerca de siniestros payasos que deambulan por la
noche en ciertas poblaciones o en los bosques de zonas conurbadas. Un fenómeno
que inició hace algunos años en canales de bromas, pero que al parecer ha
tomado un giro siniestro. El fenómeno que inició en Estados Unidos se ha
expandido rápidamente a diferentes rincones del mundo desde Inglaterra hasta
Australia y obviamente a los vecinos al norte y al sur de los norteamericanos.
En nuestro país las manifestaciones de estos payasos siniestros se han dado en ciudades
como Mérida, o en Mexicali donde un adolescente disfrazado de payaso y cargando
un hacha oxidada fue detenido, y ha llegado hasta los rumores y la viralización
del falso asesinato de dos payasos en Ecatepec. Resultó una vieja noticia
sacada de contexto y de espacio geográfico pues el hecho sucedió en Guatemala.
Los payasos siniestros al igual que otra moda siniestra e
inexplicable qué, aunque comenzó a manifestarse desde el año pasado en Estados
Unidos, ha sido en este 2016 cuando se ha revelado con mayor fuerza y terror y
ha llamado la atención a lo ancho y largo del mundo por las implicaciones que
puede tener.
Muchos crecieron con el trauma de encontrarse en las calles
con Pennywise, el siniestro personaje
extraterrestre de It, la novela de
Stephen King, transformada en miniserie de dos capítulos en 1990, y que puso al
payaso de pelos rojizos en las casas de todos. En 2016 otro aterrador payaso de
pelos anaranjados con posibilidades de llegar a ser el Evil President que habite la Casa Blanca se adentrado en nuestras
casas y en nuestras mentes.
Y es que, aunque parezca un texto sarcástico, la verdad es
qué de sólo imaginarlo, el terror que produce la imagen de Trump saludando
desde la puerta de la casa presidencial de Estados Unidos es similar a la de
esos payasos siniestros que de pronto aparecen grabados ondeando la mano junto
a un árbol en los linderos del bosque. La sola idea de que la estupidez se
convierta en una opción avalada por eso que se conoce como democracia, nos hace
dudar de la democracia misma. Un terror que ha hecho a diferentes sectores de
la población en Estados Unidos se rebele contra el posible horror de que un
payaso como este, con una visión fincada en la ignorancia y la prepotencia como
cualquier dictador, llegue a ocupar la presidencia de la primera economía del
mundo, incuso al interior del mismo Partido Republicano.
Y lo realmente preocupante es que esa estupidez llana y
podríamos que decir que hasta sincera, por aberrante que la conjunción de ambas
palabras parezca, es que esa forma de cambiar los ideales por el sinsentido y
convertirlo en política, ese pensar con el intestino grueso se está esparciendo
por el mundo.
Hitler, Mussolini, Saddam Hussein, Muamar Gaddafi, en su
momento fueron llamados payasos y los horrores cometidos por estos líderes del
pasado, similares a los que hoy son cometidos por otro payaso siniestro; Kim
Jong Un que gobierna Corea del Norte y no ha dejado de desafiar a las potencias
con sus ensayos nucleares, eso sin contar los horrores que se dejan entrever
por relatos aislados y esporádicos en los que vive la población civil en aquel
país.
Si lo pensamos fríamente no existe gran diferencia entre el
discurso de Donald Trump y el de Andrés Manuel López Obrador. Palabras sin
sentido, populismo barato, hombres obsesionados por demostrar que son dueños de
la verdad, decididos a imponerla, porque aquel que no piense como ellos es un
retrograda, cuya opinión no vale la pena de ser tomada en cuenta. Pero que
desgraciadamente carecen de una propuesta, de estrategias reales que puedan
definir y compartir con los votantes a los que desprecian pues son sólo un
medio para llegar al poder. En casi dieciocho años de ver al perpetuo candidato
tabasqueño jamás lo hemos escuchado proponer de manera real, aunque sea una
ocasión, cómo habrá de solucionar un solo problemas actual y real de los que
aquejan a México, lo mismo sucede con Trump.
Ni que decir de un presidente que piensa que no hay nada que
hacer contra la corrupción porque de acuerdo con su distorsionada visión personal
acerca de sus gobernados, la corrupción es un asunto cultural y quien se
encuentre libre de culpa que lance la primera piedra, lo que equivale a
reconocer que él mismo es un corrupto. (Aquí
si no hay sorpresa, solo el frío escalofrío que recorre la espalda ante tanta
desvergüenza) o el presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa, culpando al
gobierno del expresidente Felipe Calderón de los cuatro años de ineficacia de
Peña Nieto en materia de seguridad. Esa forma irracional en que Trump culpó a
los micrófonos por haber perdido el primer debate presidencial, es la misma
forma irracional e irreflexiva que muchos políticos mexicanos incluyendo a
Enrique Peña Nieto Presidente justifican su ineptitud.
Más de veintisiete mil desaparecidos y estados enteros sin
un gobierno, son lo que Enrique Peña Nieto ha logrado en cuatro años de
payasadas en su gobierno y nosotros los mexicanos a diferencia de los
norteamericanos, no parecemos ser conscientes de los daños que este hombre
ignorante y corrupto le han hecho a México, es más, parece que estamos
dispuestos a dejar que alguien aun peor pueda dirigir el destino del país.
Gane o no Donald Trump, lo que debe preocuparnos es que un
extremismo radical de derecha, centro o izquierda están generándose en
diferentes países, incluido el nuestro, con los mismos ingredientes de
intransigencia, irracionalidad, violencia y corrupción que los ha caracterizado
siempre. Hay, como en todo, payasos más siniestros que otros.
publicado en blureport.com.mx el 11 de octubre de 2016
imagen: Monster Wiki-Wikia
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