Existe una popular
leyenda acerca de esta mujer, los textos biográficos de la época narran la vida de esta admirable mujer que llegó a Puebla esclava de un capitán
español.
Armando Enríquez
Vázquez
Por lo general cuando escuchamos en la actualidad acerca de
la China Poblana, en el mejor de los casos pensamos en cierto traje regional
confeccionado con lentejuelas y los colores nacionales, verde, blanco y rojo. Algo
más del folclor y tradiciones un tanto cuanto chabacanas de nuestro país,
cuando la realidad las palabras se refieren a una enigmática y virtuosa mujer
que habitó en la ciudad de Puebla de los Ángeles durante la Colonia.
La Colonia, La Nueva España y los trescientos años que
encierran su historia nunca dejarán de sorprenderme ya que cómo mexicanos
fuimos enseñados a negar este periodo de nuestra historia en el que se formó lo
que hoy llamamos patria.
Afortunadamente algunos piensan en la riqueza y las
historias que se dieron lugar en nuestro país en ese periodo que a la fecha
resulta más más extenso en el tiempo que la existencia y vida del México
independiente y nos dejan pistas de la época y las personas que la habitaron.
Catarina de San Juan murió en la ciudad de Puebla de los Ángeles, hoy Puebla de
Zaragoza, en enero de 1688, su vida que fue contada por tres diferentes
clérigos de la época y es una historia de aventuras y desventuras.
Uno de los biógrafos de Catarina, fue el padre Francisco de
Aguilera quien reconstruyó la vida de la mujer en el sermón fúnebre que le
escribió, mismo que más tarde fue publicado por los vecinos y amigos de
Catarina. Otras dos biografías sobre Catarina fueron escritas en la época, una
larguísima en tres tomos cuyo autor fue el padre Alonso Ramos, ambos sacerdotes
eran jesuitas y la tercera escrita por José del Castillo Grajeda. Los tres
hombres conocieron y fueron contemporáneos de Catarina. Alonso Ramos y José del
Castillo mantuvieron una relación directa con la mujer y frente a su caridad y
lo extraordinario de sus obras, ambos decidieron hablar de su ejemplar vida.
Catarina nació en la India a principios del siglo XVII,
según sus biógrafos fue una importante princesa de un reino lejano, que un día
siendo aún una niña, paseaba por la playa de los dominios de su familia cuando
fue raptada por piratas portugueses que la llevaron al puerto de Cochin, en la
misma India, donde fue bautizada y vendida como esclava. De ahí fue llevada a
Manila, donde un mercader portugués la compró y la trajo a la Nueva España
cuando Catarina tenía poco más de diez años, ya en Puebla Catarina fue vendida
en 1619 al Capitán español Miguel de Sosa, quien la empleó en la cocina de su
casa. Catarina aprendió a escribir en español, a leer y según dicen los textos
a hacer chocolate.
Por haber llegado al puerto de Acapulco proveniente de
Oriente y sin importar su verdadero origen la mujer fue calificada como China,
denominación que se aplicaba a todo aquel que procediera de oriente y entrara
en la Nueva España por el puerto de Acapulco, el hecho de que habitara más
tarde en la ciudad de Puebla, la convirtieron en la China Poblana. Su forma de
hablar español se mantuvo como mala durante toda su vida. Algunos quieren aun
adornar la leyenda del traje con la idea de que Catarina se vestía de manera
exótica y sus ropas de seda llevaban lentejuelas, algo tal vez difícil de creer
tratándose de una esclava.
Su amo murió en 1624 y tras la entrada de la viuda en un
convento, la joven fue vendida a un sacerdote de nombre Pedro Suárez. El
sacerdote la casó dos años después con otro esclavo de origen chino, pero
Catarina se rehusó a tener cualquier tipo de contacto físico con él. Tal vez
ella era más racista y orgullosa de su raza, pues de acuerdo con el texto de
Ramos, Catarina era una mujer blanca, de ojos vivarachos y casi rubia platinada,
además probablemente que Catarina era consciente de su noble origen. Aunque
este hecho después sirvió a sus biógrafos para hablar de la pureza y castidad
de Catarina.
Catarina acudió al convento de la Inmaculada Concepción y se
entrevistó con una muy afamada y piadosa monja, La madre María de Jesús, quien
en una de sus visiones le advirtió a Catarina: Ha niña. ¡Si supieras lo que has de padecer por Dios y por el mundo! Del
mismo modo al parecer Catarina fue cercana en su momento al famoso Obispo Juan
de Palafox y Mendoza quien mandaba alguna sobra de su mesa para la china.
Incluso cuando Palafox se enteró de la intención de Catarina
por peregrinar hasta Cosamaloapan, donde había un templo dedicado a la Señora
de la Soledad, Palafox le extendió una carta de recomendación y le dio dinero
para ayudarla con los gastos de su empresa. Con el tiempo los esposos se
separaron, el chino inició una vida de comerciante, mientras que Catarina
sirvió en casa de una familia donde solo pidió un pequeño cuarto para dedicarse
a la oración, paulatinamente Catarina comenzó a llevar una vida espiritual y
piadosa de acuerdo con sus biógrafos.
De acuerdo con los
tres tomos que escribió Alonso Ramos sobre la vida de Catarina; La China
Poblana fue una verdadera beata.
El día de sus exequias, miles de poblanos salieron a
despedirla por las calles de la ciudad colonial.
A pesar de su extraordinaria vida y los hechos de bondad que
realizó a lo largo de ella y que quedaron plasmados en las obras de sus
biógrafos, en 1691 la Santa Inquisición prohibió la distribución y reproducción
de la imagen de Catarina de San Juan y en 1696 la reproducción de las obras de
sus biógrafos. Tal vez por eso para muchos al mencionar las palabras China
Poblana lo único que viene a la mente es ese vestuario lleno de lentejuelas y
colores un tanto cuanto naive.
publicado en mamaejecutiva.net el 5 de diciembre de 2016
imagen: preguntasantoral.es
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