En el Istmo de
Tehuantepec a mediados del siglo XIX surgió una importante empresaria que se
forjó a si misma y que hoy es casi desconocida.
Armando Enríquez
Vázquez
La historia oficial de México está construida y narrada a
través de la sangre de hombres y mujeres que lucharon ciegamente para levantar
y construir una patria, como si esa fuera la única forma de construir una
nación; a partir de confrontaciones. Una historia de la que a muchos historiadores
oficiales gustan de hacer un verdadero martirologio y en el que se resaltan únicamente
las acciones de políticos, militares y licenciados corruptos, ávidos por el
poder y capaces de saquear una y mil veces las arcas de México. Pero pocas
veces cuentan las historias de éxito individual y mucho menos si estas son
protagonizadas por mujeres y mucho menos si estas mujeres tienen un origen
humilde como la mujer de la que me dispongo a escribir.
Poco se sabe del origen de Juana Catalina Romero, según fuentes
basadas en el testimonio familiar, sin que esto sea comprobable con documentos,
Juana Catalina nació en noviembre de 1837 en Tehuantepec, en Oaxaca. Sus padres
se llamaron Juan José Romero, agricultor y quien murió siendo Juana aún una
niña, y María Clara Egaña que se dedicaba a enrollar cigarros perfumados para
su venta, actividad que tras la muerte de su padre Juana Catalina aprendió.
Cuando Catalina era una joven de cerca de veinte años, su
belleza, garbo y personalidad eran legendarias; mestiza, con sangre zapoteca,
parece haber llamado la atención de todos los hombres locales y fuereños. En
plena intervención francesa, vendía sus cigarros entre las tropas de ambos
bandos, que en diversas ocasiones ocuparon la plaza, pero en la medida de lo
posible sirvió como informante de las fuerzas de la República. En esos años
conoció a un joven militar destacado en Tehuantepec, llamado Porfirio Díaz.
La leyenda y la historia cuentan de la relación amistosa y
amorosa que mantuvieron a lo largo de la vida ambos personajes y se dice que
Juana Catalina en alguna ocasión prestó dinero al joven oficial republicano
para pagar el sueldo de las tropas. Otras leyendas dicen que ya siendo Díaz
presidente de la Nación, se preocupó por que el trazado de las vías del
ferrocarril pasara exactamente por la casa de Juana Catalina, para facilitarle
sus actividades comerciales. Algunos historiadores minimizan esta relación y
sólo ven en ella una amistad que duró toda la vida de ambos personajes. Pero el
poco tiempo que Díaz permaneció en la zona y lo perdurable de la amistad
parecerían demostrar lo contrario. Entre otras historias y mitos locales sobre
Juana Catalina se pensaba que era bruja, curandera y yerbera.
La venta de cigarros y otros artículos, junto con el ahorro
de la mujer, le permitió abrir una pequeña tienda alrededor de 1867. Gracias al obispo José Mora, Juana Catalina
Romero, aprendió a leer, escribir y lo básico en materia de aritmética para
administrar de manera correcta su pequeño negocio. Asimismo, los consejos y préstamo
de un hombre llamado Juan Avendaño, que era juez y dueño de varios negocios en
el pueblo impulsaron al crecimiento empresarial de Juana Catalina. Juana
comenzó a llevar desde Veracruz tinte de añil, azúcar, piloncillo, entre otros
productos, comerciando a su vez productos locales del istmo como el camarón y
pescado seco.
Juana Catalina Romero era una mujer extremadamente inteligente
y con el tiempo no sólo aprendió a comerciar con bienes y productos, su primer
viaje más allá de las fronteras mexicanas fue a Cuba, su interés principal no
era conocer la isla, ni su capital, era aprender sobre los desarrollos que los
cubanos habían hecho en su cultivo de la caña de azúcar para implementarlos en
México y de esta manea obtener azúcar de mejor calidad.
Obviamente su negocio había prosperado de tal manera que no
se limitaba a una enorme tienda, si no a tierras donde Juana Catalina cultivaba
su propia caña de azúcar. En cuanto a su tienda, no se limitó a llevar al istmo
productos de los estados cercanos, sino que llevaba a Tehuantepec mercaderías
desde la capital del país, incluso extranjeras. En sus tierras puso en práctica
lo que aprendió en la isla caribeña, de donde además se había traído algunos
brotes de caña habanera, lo que le
permitió una mejor calidad en la producción de azúcar y aguardiente para
comerciar.
Los esfuerzos de la empresaria se vieron recompensados
también en el extranjero; en 1904 ganó una medalla de plata en la exposición
mundial Purchase Exposition en San
Luis Missouri por la calidad de su producto. En 1908 ganó el primer lugar en la
exposición mundial de azúcar celebrada en Londres.
Además de su crecimiento como mujer de negocios, Juana
Catalina Romero se preocupó por la educación de niñas y niños, financió de su
propio de dinero un par de escuelas dirigidas por monjas y sacerdotes católicos,
que no sólo sobrevivieron a su benefactora, sino que lo hicieron también a la
revolución siendo parte de un legado, olvidado por la mayor parte de las autoridades
e historiadores.
Juana Catalina Romero, a la que muchos en un principio
llamaban Juana Cata, decidió conforme su importancia y capital fueron creciendo
cambiar la forma de escribir su nombre por uno mucho más empresarial y moderno:
Juana C. Romero. Murió el 19 de octubre de 1915, en la ciudad de Orizaba,
Veracruz, mientras realizaba un viaje a la Ciudad de México para consultar a
médicos sobre su salud. Tenía alrededor de 78 años.
Juana Catalina Romero fue sin duda una mujer ejemplar, que
podría haberse utilizado como modelo para las generaciones posteriores, sin
embargo, un pésimo ejemplo para una revolución fracasada que encumbró a hombres
cuya única expectativa ha sido y es enriquecerse de los mexicanos a base de su
ignorancia y dependencia de las dádivas que ellos les quieren dar. Pareciera
que sólo su pueblo, Tehuantepec, recordó su existencia a lo largo del siglo
pasado y una estatua de ella se encuentra en el centro del pueblo. Apenas en el
centenario de su muerte los diputados locales de Oaxaca decidieron nombrar a Juana
Catalina Romero como benefactora de Tehuantepec. Un reconocimiento muy menor
para la gran mujer y el ejemplo para mexicanas y mexicanos que es esta gran
oaxaqueña.
publicado el 18 de abril de 2017 en mamaejecutiva.net
imagen: mrtravelbymexico.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario