Los sistemas de radiodifusión del Estado deben ser contraparte en contenidos a la producción comercial, pero no por eso debemos mantener las mismos formatos y contenidos obsoletos hace más treinta años.
Armando Enríquez
Vázquez
Hablar de competitividad está muy bien, hablar de calidad y
variedad en los contenidos esta mejor, hablar de un estado que promueve esto y
además cuenta con estaciones de radio y televisión es algo que sucede en casi
todo el mundo. Hablar de un estado hundido en una profunda crisis económica y
de credibilidad con un enorme sistema de radiodifusión a su cargo que no
produce, ni funciona a siquiera al 20% de su capacidad es la realidad de los
medios a cargo del Estado mexicano.
Tan sólo, en cuanto a televisión abierta se refiere, el
estado cuenta con más señales que cualquiera de las cadenas nacionales grandes,
llámese Televisa o TV Azteca. Canal 11, Canal 22, Una voz con todos (Canal 30),
Canal del Congreso y Canal Judicial son las señales del gobierno federal y sus
diferentes poderes que pagamos todos nosotros de nuestro bolsillo y las cuales
en el mejor de los casos no vemos y en el peor ni siquiera sabemos de su
existencia, pero además, hay toda una serie de canales que produce un área de
la Secretaria de Educación Pública llamada Televisión Educativa, y producción
de otras dependencias como PROFECO, eso sin contar que casi todos los gobiernos
estatales cuentan con señales de televisión abierta que únicamente sirven para
saquear las arcas locales y en el mejor de los casos tienen una pequeña producción,
que en muy pocas ocasiones a ser digna, pero que de nada sirve pues esta son totalmente
desconocidas a nivel local, y mejor ni hablar de la audiencia nacional, pues no
tienen promoción alguna.
Algo similar sucede con Una
voz con todos, nombre de por sí patético y pretencioso para un canal de
televisión que la gran mayoría de los mexicanos desconoce a pesar de que la
señal opera desde tiempos de Felipe Calderón, y en tiene repetidoras en casi
todo el país, y al que en teoría Enrique Peña Nieto quería volver la joya de la
corona de la radiodifusión publica y que sólo es una erogación más para el
bolsillo de los mexicanos a lo que no importa el canal y mucho menos los áridos
y poco creativos contenidos de la señal, que además no cuenta con el
presupuesto para hacer contenidos que sean atractivos y mucho menos que sean
capaces de cumplir con la idea del discurso gubernamental de la competitividad.
Los sistemas de radiodifusión del estado deben ser la
contraparte en discurso y contenidos a la producción netamente comercial, pero
no por eso debemos mantener las mismas ideas, formatos y contenidos que ya eran
obsoletos hace más treinta años; la mesa redonda y el talk show.
Los mejores contenidos de Canal Once son aquellos en los que
participan casas productoras y productores externos al canal y para los que el
presupuesto asignado es cada día menor gracias a los recortes que son
necesarios para mantener la estabilidad del gobierno. Desde el año pasado con
el recorte presupuestal anunciado, los estrenos del 2017 regresan a la línea de
la televisión barata y poco atractiva de hace 25 años, basada en puros talk
shows y producciones grabadas sobre lugares comunes. Esta crisis de contenidos
es mayor al hablar del Canal del Congreso o el Canal Judicial, dos verdaderos
hoyos negros para nuestro bolsillo. Estoy de acuerdo que en el ejercicio de la
transparencia y la democracia ambos canales son hasta cierto punto necesarios.
Conocer y difundir en detalle las sesiones del poder legislativo y las
decisiones que los magistrados de la Nación toman y que afectan al rumbo de la
nación es importante, pero como ambos poderes no trabajan todo el año, no
existe una razón para que estos canales transmitan todo el año. Son organismos
del gobierno llenos de burócratas y de programas que a nadie le importan y que
sólo generan un gasto más para los contribuyentes, eso sin hablar de las
transas que sus directores, líderes sindicales y miembros de los poderes
legislativo y judicial que se sienten encargados y con ciertos privilegios para
tomar decisiones llevan a cabo. En el caso de estos últimos hasta se encargan
de censurar al interior de estos canales los contenidos por no corresponder a
los intereses de los partidos, cuando en teoría la razón de existir de estos
canales es promover la democracia y la transparencia en nuestro país.
La solución que veo posible para que nuestros medios
públicos sean competitivos y produzcan contenidos atractivos y de calidad
tampoco es tan difícil. Las propuestas van desde trabajar como lo hace la BBC a
partir de una cuota que paga aquel que quiere tener acceso a la televisora o en
otro caso a partir de incentivos a la iniciativa privada, incluyendo la mención
del patrocinador por unos segundos en pantalla, para que aporte recursos para
la producción de los canales.
En México siempre entre una izquierda puritana y los
mojigatos que creen que la participación de la iniciativa privada en los
asuntos públicos corromperá el sistema. Como si no estuviera corrupto ya. Se ha
negado la participación de patrocinios y comercialización de los canales del
Estado desde la ley. Mientras que por otra parte trabajadores, mandos medios y
altos de los canales tienen pánico de que la llegada de un capital que exija
calidad y efectividad de los contenidos evidencie la ineptitud de la mayoría de
sus trabajadores que se limitan a ser mediocres burócratas encargados de ganar
un sueldo, y en el caso de las coproducciones generadas por el Canal Once, sólo
hacen refunfuñar a sindicalizados y burócratas que hablan siempre mal del
trabajo generado desde casas productoras y de los sueldos que estas
producciones generan, sin poder ver y aceptar su mediocridad y falta de
especialización para llevar a cabo un trabajo similar.
Hoy frente a la crisis de recursos que enfrenta el Estado
mexicano, así como los gobiernos estatales, aunada a la crisis de creatividad y
de propuestas al interior de las empresas de radiodifusión del estado, ya sea
televisión o radio, las opciones son claras; modificar la ley y permitir la
participación de patrocinios y dinero de la industria privada o ir apagando las
señales una por una, conforme vayan resultando incosteables y poco atractivas a
los ojos y oídos de las audiencias.
publicado en roastbrief.com.mx el 6 de marzo de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario