Tras la decepción del primer capítulo, decidí aceptar la premisa de la serie y continué viendo en espera de un giro de tuerca que me sorprendiera, pero no fue así.
Armando Enríquez Vázquez
Contiene spoilers, seguir adelante es decisión del lector.
Están advertidos.
En los últimos meses la imagen de nuestro país en las series
extranjeras como uno gobernado por el narcotráfico y la impunidad ha llegado al
límite entre lo grotesco y el humor involuntario. En la serie sueca Innan vi dör (Antes de que estemos muertos),
el líder de la mafia serbia en Suecia lleva tatuado en el torso la cara de un
supuesto narcotraficante mexicano que es su ídolo y probablemente haya sido
amante del serbio. O la absurda serie canadiense, producida por CBC, titulada Pure, en juego de palabras entre la
cocaína y las comunidades menonitas donde se desarrolla la acción, donde los
miembros de esta religión que habitan en Chihuahua en nuestro país son
narcotraficantes que esconden los paquetes de droga en los famosos quesos
menonitas.
No es raro que la
imagen alcanzada gracias a la nota roja, pone a México en la mente de otros
países, y de la ignorancia de escritores y productores en este caso de los
canadienses, termine por crear estas sui generis por decir lo menos, llenas de
un humor involuntario, acerca de nuestra lacerante realidad. Lo que si resulta
extraño y hasta insultante es que una de las productoras más importantes de
nuestro país se sume a la frivolización de la realidad política de nuestro
país.
Me refiero a Argos y su nueva serie Ingobernable, título que apela a la situación rebelde de la primera
dama del país Emilia Urquiza (Kate del Castillo) por un lado, y por el otro, a
la situación real de México que parece vivir una ingobernabilidad planeada.
Según lo planteado por la serie, esto ocurre desde los más oscuros rincones del
poder.
En diciembre, Netflix y Argos lanzaron el primer tráiler de
la serie, en el cual el presidente Diego Nava (Erik Hayser) en compañía de su
esposa lanzaban un mensaje de año nuevo a las familias mexicanas, al final de
la grabación, Emilia furiosa abandona la escena mientras el presidente como un
verdadero imbécil se queda parado, los técnicos apagan las luces del set,
siendo testigos de la impotencia y la poca fuerza del presidente. La analogía
con la personalidad del verdadero presidente de México era clara. En el segundo
tráiler se incluyó la presencia de Adela Micha y la idea que deja el promocional
es la misma que el primero. Ingobernable prometía
ser un drama inteligente sobre el poder en México. La visión mexicana de House of Cards. Los espectadores fueron
engañados desde esos primeros bocadillos que se dieron de la serie. La idea de
intrigas palaciegas y manipulaciones maquiavélicas terminó en una propuesta
menos radical y más absurda, no sé si para bien, en mucho para mal: Una primera
dama que es un híbrido entre heroína de Marvel y personaje descastado de la
picaresca mexicana. Millones de espectadores se sintieron traicionados, entre
ellos yo, al terminar de ver el primer capítulo de Ingobernable, cuya premisa es volver a Emilia Urquiza en nuestra
muy mexicana Jack Bauer, dispuesta a aclarar y vengar la muerte del presidente
Diego Nava, de la cual es injustamente acusada.
Tras la decepción del primer capítulo, decidí aceptar la
premisa de la serie y continué viendo en espera de un giro de tuerca que me
sorprendiera, pero no fue así, además de predicible y absurda Ingobernable terminó por divertirme y
llamar mi atención, por lo maniqueo, lo absurdo de la trama y a pesar de
innumerables incongruencias, un guión que a trompicones mantiene la acción,
pero no logran opacar muchos momentos de buena actuación de Kate del Castillo,
Eréndira Ibarra, Alberto Guerra, Marco Treviño, Tamara Mazarrasa y Fernando
Lujan.
La receta trillada de uno contra el mundo funciona si pensamos
por un instante que la narrativa de la serie intenta mostrar a una primera dama
de la nación que creció en el seno de la oligarquía mexicana y que sin ninguna
dificultad se adapta a la realidad de ser fugitiva y vivir en Tepito sin que la
mujer parezca resentirlo con no ser por el hecho de no tener a sus hijos a su
lado.
Los habitantes de Tepito de acuerdo a la visión de
Ingobernable son personas duras, a las que las condiciones y la represión del
gobierno ha vuelto hoscos y contestatarios, pero en el fondo son buenas
personas, bueno casi todos. La metáfora de los desaparecidos de Ayotzinapa y
las cárceles clandestinas son reflejo de una realidad que está acabando con
México, pero todo se desdibuja cuando los personajes y el país se convierten en
esas víctimas de conspiraciones secretas y planeadas más allá de la frontera
norte y que sitúan al espectador lejos de todo lo que se prometía en el tráiler
y muy cerca de la clase media chaquetera de nuestro país. Porque, por increíble
que suene, una vez que la serie avanza hasta el presidente está lleno de buenas
intenciones. Rodeado de agentes de la CIA y militares traidores. México, de
acuerdo con la visión simplista de Epigmenio Ibarra, es víctima de la oligarquía,
el ejército y Estados Unidos, no de los actos de los mexicanos. Para la serie
ni siquiera es válido plantearse la responsabilidad que los mexicanos tenemos
de nuestra propia realidad y para colmo quienes vienen a rescatar el país son
Emilia Urquiza, miembro de esa oligarquía y una agente de la CIA arrepentida.
¿En serio, Sr. Ibarra?
Es ese maniqueísmo de melodrama barato, de telenovela de
Televisa, otro de los factores destruye a Ingobernable,
donde la rudísima y déspota asesora y amante del Presidente Nava y agente de la
CIA, Ana Vargas West (Eréndira Ibarra), de la noche a mañana resulta ser una
ingenua jovencita burlada por los buitres que la contrataron y le entra de la
nada el amor por México. El apellido mestizo del personaje también refleja esa
bipolaridad. La serie está llena de secuencias de humor involuntario al más
puro estilo de Juan Orol; La primera dama acompañada por cuatro civiles del
barrio de Tepito y un hacker español acaban con una prisión clandestina
dirigida por militares y paramilitares. Ana Vargas West, acaba con los mercenarios
que trabajan para los oscuros intereses de empresarios americanos y militares
mexicanos para liberar a la primera dama. El General Aguirre engatusado en un
burdel por una mujer que se hace pasar por puta y la primera dama.
La serie tiene, también, aciertos; la duración de los
capítulos, algunos momentos de las actuaciones, el ritmo de la narración y la
dirección, que intentan hacer al espectador de la incongruencia y fragilidad
del guión, pero no son suficientes para ocultar las fallas más obvias de la
narrativa y de la evolución de algunos de los principales personajes. Epigmenio
Ibarra apostó en esta ocasión a una campaña promocional que nada tiene que ver
con la serie, a una mejor ejecución que a un guión sólido y verosímil. Llena de
tramas menores totalmente estúpidas como la relación lesbiana de la hija del
presidente con una abogada muy X interpretada de la manera más gris por
Marianna Burelli, el abuso de los flashbacks, para aclarar cosas que no
necesitan ser aclaradas, hacen de Ingobernable
uno de las producciones más intrascendentes y malas de Argos.
La importancia de Argos en la televisión mexicana en las
últimas décadas es innegable, el camino que ha abierto a otras empresas tampoco
puede negarse, ni la apertura de ciertos temas que se creían prohibidos en la
televisión mexicana, como también es cierto que ingobernable es una de sus
producciones más desafortunadas, menos congruentes, menos pensadas y deja un
sabor de boca semi amargo muy extraño. Si hay o no segunda temporada de la
serie la verdad es irrelevante y la habrá.
Publicado en roastbrief.com.mx el 3 de abril de 2017
imagen. netflix.com
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