Batman, la serie, fue creado pensando en un programa que fuera muy de su época, en cuanto a lo visual y que resultará una comedia que atrajera a las audiencias jóvenes.
Armando Enríquez Vázquez
Murió Adam West y con él la primera imagen de Batman, para
muchos que peinamos canas o lucimos espectaculares calvas, que conocimos en la
televisión. Batman el personaje de unos comics que hoy nos pueden parecer naive
si los comparamos con la forma oscura y esquizofrénica en la que se ha
desarrollado el personaje y todo el mundo que lo rodea, llegó a la televisión
en 1966, envuelto en una producción que ningún otro superhéroe de comic había
tenido. Sin ser un fan perdido de los comics de DC, ni un experto en el tema de
Batman y su evolución creo que muchos de nosotros vimos al personaje cambiar a
veces muy lejos de nuestro primer Batman y a este y la serie de televisión
quiero homenajear con este breve texto. Al primer gran Batman de los medios
audiovisuales masivos de entretenimiento.
Batman, la serie, fue creado pensando en un programa que
fuera muy de su época, en cuanto a lo visual y que resultará una comedia que
atrajera a las audiencias jóvenes. Batman marcó la llegada del Pop Art a las
pantallas de televisión, los colores primarios muchas de las escenografías, lo
minimalista de otras, los diálogos, que los grandes actores del doblaje
mexicano, no sólo enriquecieron, si no que mejoraron inolvidable el “Santa María la redonda, Batman. ¿Qué onda?,
la música y los brillantes cartelones que irrumpían en las peleas entre Batman,
Robin y los villanos y sus secuaces, dejando a la imaginación el tamaño del
golpe, le dieron una personalidad muy especial a la serie. Batman lejos de ser
el hombre serio y atormentado que comenzó a dibujarse años más tarde bajo la
mente brillante de sus creadores y de Tim Burton en la película de 1989 o la
todavía más oscura representación que en este siglo ha hecho Christopher Nolan,
era un verdadero paladín, con una visión de la justicia que correspondía a la
Guerra Fría y la dualidad de que sólo se es bueno o de lo contrario se es malo.
Gatúbela es el clásico ejemplo de cómo la tentación para obrar de una manera
equivocada se puede evitar. En aquella primera versión Gatúbela estuvo
interpretada por dos diferentes actrices en las tres temporadas que duró la
serie, ambas igual de sensuales y seductoras, lo que las volvía un verdadero
peligro para Batman. Julie Newman en las primeras dos temporadas y la cantante
de jazz Eartha Kitt en la tercera temporada, lo que para muchos de los
prejuicios de la época era todavía dos veces más tentador: Una sensual mujer negra
tratando de seducir al “murciélago encapotado” Cinturones a las caderas hasta
en Batichica, que no pasaba de ser una murciélaga aprendiz del hombre del
Batimovil.
Otro gran logro de la serie fue la presencia de villanos que
por primera vez se volvieron entrañables a los niños y jóvenes de esos años, César
Romero como un Guasón, más cercano al clown que al psicópata que después
interpretaría Heath Ledger. Burgess Meredith como el Pingüino, al actor lo
reconoceríamos una década después como el entrenador de Rocky Balboa. El
Acertijo interpretado en las temporadas 1 y 3 por Frank Gorshin y por John
Astin, al que conocíamos como Homero Adams, en la segunda temporada, y también
de Los Locos Adams Carolyn Jones, (Morticia Adams) hacía una villana llamada
Marsha la reina de Diamantes, el famoso Vincent Price como Cabeza de Huevo,
entre muchos otros.
Pero sin duda fue Adam West, el primer Bruno Díaz, hoy Bruce
Wayne, con el que toda una generación identificamos durante décadas a Batman, y
por consiguiente a Batman con ese traje, a veces gris, a veces azul muy claro,
con la insignia en negro del murciélago sobre amarillo que hoy nos parece
vintage, retro o hípster. Fue la cara detrás de la máscara y del comic que nos
obligó durante años de repeticiones, a sentarnos frente a los primeros
televisores de color, a disfrutar de las aventuras del millonario que
lanzándose por los Batitubos se convertía al final del trayecto en el anónimo
murciélago justiciero que aplacaba a los enemigos de la sociedad y de esa
Ciudad Gótica que sonaba mucho mejor que cualquier Disneylandia. Un Batman de
caricatura rígido y acartonado hasta la exageración en sus movimientos, en sus
reacciones. Sin duda Adam West, no era un gran actor, pero si fue un gran
Batman ante las exigencias caricaturescas de la serie.
Los Wham! Zap! Crash!
que llenaban la pantalla evidenciando una violencia que detrás de los cartones
era sólo una coreografía del caos, los diálogos, Gatúbela, el gas de colores
que surgía de la punta del paraguas del Pingüino, el teléfono rojo, la
Batiseñal en el cielo y esas caminatas por los muros de los edificios agarrados
de una cuerda y las ventanas de vecinos que se habrían eran parte de una
televisión, sin efectos especiales, sin tecnología, pero con gran creatividad y
diálogos muy divertidos.
Adam West será recordado únicamente por su Batman, aunque el
actor haya sobrevivido por décadas al personaje y observado su transformación desde
la barrera, en algo totalmente inimaginable para aquel Batman que de manera
ingenua luchaba con un Guasón de cabello anaranjado, una cara blanca y labios
muy rojos que reía sin parar ante sus ocurrencias. Batman solemne hasta lo
ridículo era el antagonista de la alegría y el tono fársico de todos los
villanos.
Y así es como los que disfrutamos de aquel
primer Batman debemos recordarlo.
publicado en roastbrief.com.mx el 12 de junio de 2017
imagenes: abc.com.py
27vueltas.wordpress.com
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