Con la pátina del absurdo y la incoherencia continúan las campañas electorales sin rumbo y sin pasado.
Armando Enríquez Vázquez
Después de una semana más en las accidentadas y patéticas
campañas presidenciales, sí podemos decir y pensar qué en el circo de la
política mexicana contemporánea lo que impera es el humor involuntario, la
improvisación y la estupidez.
Miércoles 2 de mayo, conforme fue avanzando el día un rumor
se acrecentaba entre columnistas, periodistas y los medios de información
quienes a fuerza de tuitazos querían ganar la primicia de la información: La
inminente salida de Enrique Ochoa Reza de la dirigencia nacional del PRI y la
llegada de un viejo dinosaurio y priísta de cepa a ocupar el lugar del favorito
de Peña Nieto para tratar de minimizar, o de por lo menos de implementar un
control de daños al partido; recatar lo que se pueda del fracaso total de Peña
Nieto y sus amigos. La campaña de José Antonio Meade es insalvable, pero no así
curules y escaños para ciertos priístas que necesitan ver como salvan a su
partido de la extinción.
Lo que es claro y obvio es que la decisión no salió de Los
Pinos, ni de la conciencia de Peña Nieto; Luis Videgaray. Al contrario, la
orden vino del interior del partido, de los enemigos del Peña Nieto, de
aquellos a los que a lo largo de su sexenio humilló y menospreció. Miguel Ángel
Osorio Chong y Claudia Ruiz Massieu entre otros celebraron la llegada de uno de
sus allegados, René Juárez. Un día antes el candidato del partido en el Poder
había declarado que no había plan B en su campaña cuando la encuesta de Reforma
hizo evidente como sigue hundiéndose su campaña. ¿Entonces qué sucedió al día
siguiente? ¿Estaba ya planeada la salida de Ochoa Reza desde que inicio la
campaña, sin importar el mensaje de debilidad y caos existente al interior del
PRI? ¿En serio Señor Meade, o el plan B provino de los que nunca creyeron que
usted fuera la mejor opción para el PRI; los priístas? Lo peor es que el
candidato declaró un día después de la llegada de René Juárez Cisneros a la
dirigencia del PRI que la decisión del relevo había sido de él. Otra vez ¿En
serio? Ahora resulta que el menos priísta de los que forman ese partido, es más,
el único que no es priísta está por encima de la militancia y los viejos
cuadros del PRI. Las cosas entonces están peor de lo que parecen y la herencia
de Peña Nieta. Luis Videgaray y Enrique Ochoa es la de un trío de arrogantes
traidores que desmantelaron a su partido ignorado a los miembros y bases que lo
apoyaron a llegar a ser el presidente del país.
Pero sí lo que sucede al interior del PRI no tiene pies ni
cabeza, lo que demostró Andrés Manuel López Obrador una vez más fueron su
intolerancia, su poca idea de la política, su incapacidad, como Donald Trump,
de contenerse y su espíritu, como Francisco Labastida, de exponerse como
víctima. Lo que es peor en su ira desatada contra empresarios que no simpatizan
con sus ideas, se llevó entre las patas a Peña Nieto al que tácitamente llamó
títere de los empresarios y por extensión víctima y caso curioso terminó sin
darse cuenta defendiéndolo y justificándolo. En otro caso de la política como
fuente del humor involuntario en México.
La postura de Andrés Manuel muestra un hecho claro. Hace
muchos años que la Izquierda Mexicana desapareció del escenario de la política
mexicana. Hombres y mujeres que lucharon por un México equitativo, moderno,
incluyente con ideales claros de izquierda han sido traicionados por una runfla
políticos oportunistas que desmantelaron al PSUM para crear esos Frankensteins
sin ideología que son el PRD y Morena. El desmoronamiento de la Izquierda
Mexicana se remonta a Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia
Martínez y sus pupilos Rosario Robles, Andrés Manuel López Obrador, Alejandro
Encinas, quienes terminaron por desmantelarla con sus minions sin escrúpulos que los rodean y alaban como si fueran
paladines de las ideas. Scheinbaum, Bejarano, Monreal, Padierna, Polevnsky,
viles y serviles mezquinos con miras a enriquecerse como lo hacen sus similares
en el PRI y el PAN. Acomodaticios personajes a los que los mexicanos hemos
permitido existir al interior de un sistema político que hemos tolerado en aras
de una mal entendida pluralidad democrática a lo largo de este siglo.
La triste historia de eso que nos quieren hacer creer que es
Izquierda culmina, no sólo con López Obrador aliándose con el Partido Encuentro
Social y la latente posibilidad del retroceso en las libertades individuales de
grupos como los homosexuales y el derecho de las mujeres a decidir sobre su
cuerpo, si no con Ricardo Anaya como orador en la celebración del aniversario 29
de la fundación del Instituto Político que acabó con la Izquierda Mexicana.
Finalmente, no deja de preocupar el tuit de un opinólogo
lleno de odio y frustraciones que creció este sexenio a la sombra y tolerancia
del en otros casos intolerante Peña Nieto. Ricardo Alemán tuiteó el fin de
semana lo que parece una invitación a asesinar a López Obrador. Más allá de lo
deleznable y poco ético de un mensaje así en una persona que se cree
comunicador, nos obliga a dos puntos de reflexión en la pervertida y bárbara
democracia mexicana. Por un lado, la falta de acción inmediata de las
autoridades cuando realmente se necesita. Por otro ese papel, que muchos se
niegan a aceptar de Andrés Manuel como factor importante en la división y odio
entre diferentes sectores de la población. Hace uno meses cuando el tabasqueño
habló y amenazó con las posibilidades de “despertar al tigre”, prefirió ignorar
el hecho de que en México existen varios tigres y que es mejor ser mediador, no
sea que el tigre que se despierte sea otro, como podría resultar de los
llamados insensatos y criminales de Alemán.
El gran escritor y pensador mexicano José Revueltas escribió
en 1958 el ensayo México: Una democracia bárbara, en él Revueltas
concluye que el estado, entonces una maquinaria perfecta del PRI, tenía como
base de falacia democrática, lo que hoy llamamos clientelas y en prologo a la
segunda edición casi veinte años después de su publicación Revueltas escribió: “El Estado mexicano a través de numerosas
vicisitudes internas y externas, y de una serie de pruebas y contrapruebas
derivadas de su inicial acto de origen, como acto ideológico que le impedía
estatuirse como diametral negación de la sociedad porfiriana, se ha ido
afinando cada vez más, hasta llegar a su máxima expresión contemporánea como
Estado ideológico total y totalizador…” y cuya evolución está formada por
esas mafias del poder, una la denunciada por López Obrador, la otra la que el
mismo ha creado y que bien caben en las palabras de Revueltas: “…este es el mecanismo con el que funciona la
democracia bárbara en México: la
democracia ideal, puramente invocativa, como el traje de etiqueta con que se
viste al chimpancé para su grotesca actuación en el circo de la política
mexicana.”
publicado en blureport.com.mx el 7 de mayo de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario