Empezaré por lo esencial; no entiendo el furor por los zombies. No hay peor monstruo desde mí óptica que el zombie. Carece de todos los atractivos de otros seres de pesadilla.
Armando Enríquez Vázquez
Carece de todos los atractivos de otros seres de pesadilla. Desde
que George A. Romero los puso en la pantalla con La Noche de los Muertos Vivientes, los zombies fueron adueñándose
de las pantallas poco a poco, como en todas las historias su multiplicación ha
sido exponencial a lo largo de las décadas hasta llegar a aberraciones como Z Nation y Fear the Walking Dead.
Lo más anticlimático es que a diferencia de Drácula, El
hombre Lobo, el monstruo creado por Victor Frankenstein o los Nexus 6, los
zombies carecen de personalidad, no tienen problemas, son sólo una masa
hambrienta que se mueve por el mundo de la misma manera que las hormigas de una
antiquísima película llamada Marabunta.
Es esa falta de individualidad, ese retratar a una masa que actúa de manera
automática lo que hace que las historias de zombies me sean poco atractivas.
Las historias de zombies son en realidad un pretexto para crear historias de
sobrevivencia humana. Sólo eso.
Sin embargo, debo confesar que existen tres series de zombies
que son mi placer culposo, porque en ellas de manera excepcional, los zombies
pierden su anónima personalidad para enfrentar problemas que son propios de su
condición primaria; el no estar muertos, ni vivos.
La primera es una serie inglesa que sólo duró dos pequeñas
temporadas de 3 y 6 capítulos respectivamente llamada In the Flesh. Producida por la BBC y ganadora del Premio BAFTA a la
mejor mini serie en 2014. In the Flesh narra
la historia de Kieren Walker (Luke Newberry), un zombie que después de un
evento zombie en Inglaterra es atrapado y rehabilitado como ser humano o lo más
cercano, gracias a una terapia y químicos que suprimen su hambre por cerebros,
en una sociedad incluyente los zombies son reinstalados en su comunidad, en sus
casas, pues logran recuperar sus recuerdos y una forma de actuar semejante a la
humana. La serie habla nos sólo de los problemas que Kieren enfrenta en una
sociedad donde la gente lo rechaza, donde su única hermana Jem (Harriet Cains) es
una de las grandes y legendarias cazadoras de zombies y donde conforme avanza
la serie Kieren comienza a recordar otros problemas de aceptación anteriores a
ser zombie en su comunidad, pues era un joven gay reprimido por las costumbres
del pequeño poblado que habitaba. La serie no sólo habla de los problemas de
aceptación al interior de la sociedad, de la familia. Habla de zombies
radicales que no aceptan la asimilación y del re descubrimiento de las verdades
que se olvidaron con la llegada de infección. In the Flesh se proyectó durante 2013 y 2014 y se perdió en la
noche de los tiempos.
Con el paso de los años han surgido otras dos series
importantes que personalizan a los zombies, esta vez, desde un punto de vista
más amable, divertido y hasta con tintes innegables de un Chickflick: Izombie y Santa Clarita’s Diet.
La primera es una adaptación libre de la novela gráfica del
mismo nombre. Liv More (Rose McIver) es una brillante médica que un día al
acudir a una fiesta es rasguñada por un zombie, lo que la convierte en uno de
ellos. Para no perder sus funciones cerebrales y convertirse en un zombie cliché
de película, Liv tiene que comer cerebros lo que tiene como efecto colateral
que por momentos la personalidad y los recuerdos de la persona a la que
pertenecía el cerebro se apoderen de Liv. La protagonista consigue el trabajo
ideal para pasar desapercibida, en la morgue como asistente y de paso ayuda a
solucionar los asesinatos de las personas de que se alimenta. Lo único que
nunca imagina es que quien sospecha que es una zombie es su jefe. La serie
producida por CW se estrenó en 2015 y acaba de iniciar su cuarta temporada.
Para Liv el mundo es casi perfecto; ayuda a resolver crímenes, consigue los
cerebros de manera más o menos legal y su vida es casi normal, a excepción de
que su condición la ha hecho perder toda la pigmentación de piel y cabello y se
ha convertido en albina. Sus relaciones personales, con su familia y su novio
se deterioraron, poco a poco Liv se va dando cuenta de la existencia de otros
zombies y de un mercado negro de cerebros para alimentarlos, así como la
adicción a ser espectador de otra vida influyen en la alimentación de aquellos
que como Liv mantienen sus funciones cerabrales y recuerdos propios. I Zombie es una serie de humor negro,
una serie clásica de detectives y un chickflick que cuenta las diferentes
relaciones amorosas de los diferentes personajes de la serie, Liv, su Roomate y
mejor amiga, su jefe en el laboratorio forense, el detective con el que
resuelve los crímenes y su ex novio. Además de personajes antagónicos como
Blaine (David Anders) encargado del mercado negro de cerebros, y conforme
avanzaron las temporadas el padre de Blaine convertido en zombie y profeta de
los mismos, y finalmente el encargado de la empresa militar dictatorial
encargada de controlar a los zombies al interior de la zona metropolitana de
Seattle. Las líneas narrativas de I
Zombie han ido creciendo y volviéndose más complicadas. Pero la esencia de
la serie se mantiene y los cambios en la personalidad de Liv son una de las
cosas atractivas de la serie, de jugador de Hockey a niña fresa de preparatoria,
prostituta sadomasoquista, barista, vendedor de carros. I Zombie parece estar
lista para más temporadas, mientras las líneas argumentales no se compliquen
demasiado o se vuelvan tontas y no obvias como en un buen chicflick.
Finalmente está la divertidísima serie de Netflix Santa Clarita’s Diet. Protagonizada por
Drew Barrymore en el papel de Sheila Hammond, una complaciente ama de casa, que
vive en un suburbio común y corriente de California, vendedora de bienes
inmuebles que una mañana se muere y revive convertida en un ser que necesita
alimentarse de seres humanos, sin perder ninguna de sus características, ni su
forma de ser. Un poco, o un mucho más agresiva ahora, Sheila enfrenta a su
mundo de diferente manera con la ayuda de su marido Joel Hammond (Timothy
Oliphant) y su hija adolescente Abby (Liv Hewson). Sus vecinos policías; buenos
y malos. Los asesinatos, la investigación para descubrir el origen de su mal,
la aceptación y Ramona (Ramona Young), la dependiente de la ferretería local,
son todo parte de una de las series que, por lo menos en mi caso, logra sin
problema hacerme carcajear. La misma sobreactuación de la serie la hace verosímil.
Una zombie inserta en el mundo cotidiano de la más aburrida vida norteamericana
de los suburbios es uno de los grandes aciertos de la serie. La primera
temporada de Santa Clarita’s Diet se
estrenó en 2017 y recientemente se estrenó la segunda temporada que es igual de
buena o mejor que la primera, por lo que a pesar de no estar confirmada aún los
directivos de Netflix deben estar pensando ya en la tercera temporada por lo
menos.
Algo en común de estas tres series es la gran calidad de los
escritores que han logrado series uniformes y con crecimiento lógico de los
personajes y las líneas argumentales. De personajes que no se traicionan en su evolución,
congruente al relacionarse con el mundo algo que en muchas series se convierte
en el factor de su fracaso al no tener personajes bien trazados.
Sin duda, gracias a estas tres
series pude al fin encontrar el lado bueno de los zombies y por un momento
olvido que están sobrevalorados.
publicado en roastbrief.com.mx el 2 de abril de 2018
imagenes: CW
Netflix
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