jueves, 6 de septiembre de 2018

La cínica gira del adiós.




Los mensaje finales de Enrique Peña Nieto nos muestran que el hombre no tiene vergüenza, dignidad y mucho menos tacto político.

Armando Enríquez Vázquez

Inició la despedida formal de Enrique Peña Nieto con entrevistas ante los más serviles periodistas de su administración; Joaquín López Dóriga a quien le urge que le regresen los reflectores y Denise Maerker su sustituta en Televisa, la empresa que inventó a Peña Nieto, su matrimonio y a su familia extendida. La gira terminó de manera gris, muy gris en su mensaje a los invitados a un informe de gobierno en lo que destacó fue el pleito de Gerardo Fernández Noroña con Porfirio Muñoz Ledo, Martí Bartres y el Estado Mayor presidencial a las puertas de Palacio Nacional y las lágrimas de su hija y de la hija de Angélica Rivera.
Peña Nieto vive el espejismo de lo que él cree un momento de gloria propia, su círculo de colaboradores aplaude ya con cansancio, cuando en realidad el presidente muestra de nuevo su incapacidad de entender al México que el creyó gobernar.
El ex presidente en funciones aún, cree que puede alardear de manera cínica los nulos logros de su administración sabiendo que el próximo gobierno dará marcha atrás en la gran mayoría de sus abusos y negocios. Pero lo único que le queda al presidente más despreciado de la historia moderna de México es la satisfacción de haber pactado ya con el hombre de la Cuarta Transformación la inmunidad para él y sus secretarios. Serán intocables durante los próximos seis años.
Peña Nieto se hace tonto él sólo al pensar de manera fantasiosa que los mexicanos no entendemos el valor de lo que hizo, pero además se disculpa o mejor dicho intenta exculparse de asuntos clave de su sexenio; Ayotzinapa, su acto de cobardía al enviar a su esposa a defender de manera ridícula, lo indefendible de la Casa Blanca, su falta de coraje frente a Donald Trump, su incapacidad de dialogar, de exigir justicia y transparencia a sus amigos y colaboradores.
Lo peor no es que el un presidente conceda entrevistas al final del sexenio, eso lo han hecho todos. El problema es que Peña Nieto decidió despedirse como inició su sexenio de una manera triunfalista a pesar de que después de su administración dejó al país en mucho peores condiciones de aquellas en las que lo recibió. Su partido político enfrenta la peor crisis de su historia gracias a él y sus amigos que saquearon hasta lo insaqueable bajo su manto protector. Todo esto lo tiene sin cuidado y para demostrarlo está empeñando en liberar a todos antes de irse.
De una manera que resulta vergonzante para él y otra muestra de su insensibilidad política y social Enrique Peña Nieto, habla de libertad de expresión cuando en los casos de Arístegui. Los colaboradores de Curzio y Ferriz de Con está más que claro el papel que Peña Nieto y sus incondicionales esbirros en los medios jugaron. Pero lo que es más grave Peña Nieto se va de la presidencia sin haber aclarado las muertes de decenas de periodistas a los que su concepto de “Libertad de expresión” alcanzó en forma de balas durante los seis años que vivió en Los Pinos.
Lo que es aún más indignante es la sangre que cubrió a México en el sexenio en el que más crímenes se han cometido y donde Peña Nieto y sus Procuradores Murillo Karam, Arely Gómez, Raúl Cervantes, apodado el Fiscal Carnal, así como el interino que llegó para quedarse violando La Constitución Alberto Elías Beltrán quedaron a deber muchas explicaciones a los mexicanos no sólo de porque fueron incapaces de construir casos sólidos en contra de detenidos como Elba Esther Gordillo, si no ¿por qué no se inconformaron y presentaron acciones legales en contra de los jueces que a la mitad de la noche liberaron a delincuentes como Caro Quintero o Ernesto Fonseca?
Ese hombre que se dedicó seis años a saquear el país junto con sus amigos y socios, el mismo que prefirió beneficiar con dinero a constructoras del Estado de México y de España, antes que llevar a cabo las obras de infraestructura prometidas, se despide con una cara que ya no le maquillan en Televisa por más que López Dóriga y Maerker lo adulen y en la que el cinismo y sus pocas luces son lo que resaltan.
Peña Nieto intentó en muchas ocasiones y a veces con éxito acabar con la industria mexicana, obligó a ICA una de las constructoras más importantes, serias e internacionales de nuestro país a casi desaparecer en su afán por proteger a amigos empresarios regionales corruptos como Hinojosa o a empresas trasnacionales dedicadas a medrar con las necesidades como OHL, ante quien el titular de SCT y él mismo se cuadraban.
Peña Nieto no gobernó, no administró, no brindó seguridad a los mexicanos, mucho menos bienestar, entonces de que carajos alardea. Sus mensajes del sexto informe y su gira del adiós a la mayoría de los mexicanos sólo nos ensucia nuestras horas de radio o televisión.
¿Me pregunto sí esas mujeres que hace seis años reclamaban al presidente saliente en su colchón, aún lo quieren seis años después que hasta el colchón les ha intentado robar?
Lo triste es que del sex symbol del 2012, el pueblo de México cambió al redentor de los pobres en 2018 y tal vez dentro de seis años, espero que no sea así, por el bien de todos nosotros, su gira de despedida lo revele como el Mefistófeles de la continuidad.


imagen DeathtoStock.com

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