Los mensaje finales
de Enrique Peña Nieto nos muestran que el hombre no tiene vergüenza, dignidad y
mucho menos tacto político.
Armando Enríquez
Vázquez
Inició la despedida formal de Enrique Peña Nieto con
entrevistas ante los más serviles periodistas de su administración; Joaquín
López Dóriga a quien le urge que le regresen los reflectores y Denise Maerker
su sustituta en Televisa, la empresa que inventó a Peña Nieto, su matrimonio y
a su familia extendida. La gira terminó de manera gris, muy gris en su mensaje
a los invitados a un informe de gobierno en lo que destacó fue el pleito de
Gerardo Fernández Noroña con Porfirio Muñoz Ledo, Martí Bartres y el Estado
Mayor presidencial a las puertas de Palacio Nacional y las lágrimas de su hija
y de la hija de Angélica Rivera.
Peña Nieto vive el espejismo de lo que él cree un momento de
gloria propia, su círculo de colaboradores aplaude ya con cansancio, cuando en
realidad el presidente muestra de nuevo su incapacidad de entender al México
que el creyó gobernar.
El ex presidente en funciones aún, cree que puede alardear
de manera cínica los nulos logros de su administración sabiendo que el próximo
gobierno dará marcha atrás en la gran mayoría de sus abusos y negocios. Pero lo
único que le queda al presidente más despreciado de la historia moderna de
México es la satisfacción de haber pactado ya con el hombre de la Cuarta
Transformación la inmunidad para él y sus secretarios. Serán intocables durante
los próximos seis años.
Peña Nieto se hace tonto él sólo al pensar de manera
fantasiosa que los mexicanos no entendemos el valor de lo que hizo, pero además
se disculpa o mejor dicho intenta exculparse de asuntos clave de su sexenio; Ayotzinapa,
su acto de cobardía al enviar a su esposa a defender de manera ridícula, lo
indefendible de la Casa Blanca, su falta de coraje frente a Donald Trump, su
incapacidad de dialogar, de exigir justicia y transparencia a sus amigos y
colaboradores.
Lo peor no es que el un presidente conceda entrevistas al
final del sexenio, eso lo han hecho todos. El problema es que Peña Nieto
decidió despedirse como inició su sexenio de una manera triunfalista a pesar de
que después de su administración dejó al país en mucho peores condiciones de
aquellas en las que lo recibió. Su partido político enfrenta la peor crisis de
su historia gracias a él y sus amigos que saquearon hasta lo insaqueable bajo
su manto protector. Todo esto lo tiene sin cuidado y para demostrarlo está
empeñando en liberar a todos antes de irse.
De una manera que resulta vergonzante para él y otra muestra
de su insensibilidad política y social Enrique Peña Nieto, habla de libertad de
expresión cuando en los casos de Arístegui. Los colaboradores de Curzio y
Ferriz de Con está más que claro el papel que Peña Nieto y sus incondicionales
esbirros en los medios jugaron. Pero lo que es más grave Peña Nieto se va de la
presidencia sin haber aclarado las muertes de decenas de periodistas a los que
su concepto de “Libertad de expresión” alcanzó en forma de balas durante los
seis años que vivió en Los Pinos.
Lo que es aún más indignante es la sangre que cubrió a México
en el sexenio en el que más crímenes se han cometido y donde Peña Nieto y sus
Procuradores Murillo Karam, Arely Gómez, Raúl Cervantes, apodado el Fiscal
Carnal, así como el interino que llegó para quedarse violando La Constitución Alberto
Elías Beltrán quedaron a deber muchas explicaciones a los mexicanos no sólo de
porque fueron incapaces de construir casos sólidos en contra de detenidos como
Elba Esther Gordillo, si no ¿por qué no se inconformaron y presentaron acciones
legales en contra de los jueces que a la mitad de la noche liberaron a delincuentes
como Caro Quintero o Ernesto Fonseca?
Ese hombre que se dedicó seis años a saquear el país junto
con sus amigos y socios, el mismo que prefirió beneficiar con dinero a
constructoras del Estado de México y de España, antes que llevar a cabo las
obras de infraestructura prometidas, se despide con una cara que ya no le
maquillan en Televisa por más que López Dóriga y Maerker lo adulen y en la que
el cinismo y sus pocas luces son lo que resaltan.
Peña Nieto intentó en muchas ocasiones y a veces con éxito
acabar con la industria mexicana, obligó a ICA una de las constructoras más
importantes, serias e internacionales de nuestro país a casi desaparecer en su
afán por proteger a amigos empresarios regionales corruptos como Hinojosa o a empresas
trasnacionales dedicadas a medrar con las necesidades como OHL, ante quien el titular
de SCT y él mismo se cuadraban.
Peña Nieto no gobernó, no administró, no brindó seguridad a
los mexicanos, mucho menos bienestar, entonces de que carajos alardea. Sus
mensajes del sexto informe y su gira del adiós a la mayoría de los mexicanos
sólo nos ensucia nuestras horas de radio o televisión.
¿Me pregunto sí esas mujeres que hace seis años reclamaban al
presidente saliente en su colchón, aún lo quieren seis años después que hasta
el colchón les ha intentado robar?
Lo triste es que del sex
symbol del 2012, el pueblo de México cambió al redentor de los pobres en 2018 y tal vez dentro de seis años,
espero que no sea así, por el bien de todos nosotros, su gira de despedida lo
revele como el Mefistófeles de la continuidad.
imagen DeathtoStock.com
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