El Presidente Electo
de nuestro país parece más preocupado por erigirse como líder en lugar de
demostrar que lo es.
Armando Enríquez Vázquez
Estamos a menos a poco más de un mes de que Andrés Manuel
López Obrador se convierta en el Presidente de México, de que los rezagos del
PRI que habitan en el gabinete del Presidente Electo tomen sus carteras,
algunos de ellos sirvieron incluso a regímenes tan represores y autoritarios
como el de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, y de que nosotros enfrentemos
una cuarta transformación del país, sin que realmente sepamos que quiere decir
esto, pues la incongruencia y los caprichos de la nueva mafia del poder están en
marcha para desconsolar a los mexicanos.
Primero la famosa encuesta sobre la que todos se manifestaron
en contra, a excepción de los seguidores del Presidente Electo y sus serviles
funcionarios. Voy a ponerme del lado de los defensores de la iniciativa
populista de creer que los ciudadanos son sabios. Sin importar cual hubiera
sido el resultado, porque el resultado en la opacidad total del proceso hizo
que Andrés Manuel López Obrador desperdiciara la oportunidad de ganarse a un
buen número de mexicanos. Sí en el momento en que López Obrador supo de la
fallas que presentó su consulta ciudadana, por más que haya sido la Prensa Fifí, esa forma trumpiana de
despreciar a la libertad de expresión afrentando y menospreciando a sus
críticos, El futuro Presidente debió haber cancelado la consulta en ese momento,
si la Prensa Fifí y sus negros opositores pudieron infiltrar el sistema,
cualquiera podía hacerlo y si la consulta fue tan barata y pagada por los
miembros de Morena, era el momento de corregir errores y volverla a hacer de
manera que resultara creíble, pero a López Obrador le preocupa más el parecer un
caudillo infalible; guía y líder de su pueblo y por lo tanto no puede equivocarse.
Dos. La posición del Presidente Electo frente a “La Caravana
de Migrantes” es digna de la mejor política exterior de Lázaro Cárdenas al
recibir con los brazos abiertos a los migrantes españoles, o del asesino de
Luis Echeverría con los Chilenos, López Portillo con los argentinos y sin
embargo ninguno de los tres antes mencionados invitó a Francisco Franco, Augusto
Pinochet o Jorge Rafael Videla. Pero el “Caudillo de la Cuarta Transformación” sí invito al genocida dictador Nicolás Maduro a México. No hay congruencia en
sus acciones, ¿tiene miedo a que la opinión de Maduro con respecto a él y su
gobierno sea la misma que la que el dictador venezolano ha expresado sobre Peña
Nieto y Calderón? ¿Teme que si no lo invitaba sus seguidores lo iban a acusar de
doblegarse ante Trump? Eso ya lo hizo desde que le llamó un gran hombre con el
que encuentra muchas similitudes.
Tres. Después de hablar en contra del gasolinazo en enero de
2017 y después anunciar durante su campaña que bajaría el precio de la gasolina,
el Presidente Electo no ha hablado en contra de los nuevos dos gasolinazo del
gobierno saliente. Pero si se ha manifestado en contra de las calificadoras
internacionales que han puesto en duda su propuesta en materia petrolera.
López Obrador tiene miedo de ser presidente, el hecho de que
no se pueda ser monedita de oro es algo a lo que no enfrentamos todos, a toda
hora y todos los días. En el caso de un Presidente las decisiones se toman en
función del beneficio, la trascendencia y la importancia para los gobernados. No
en base a la popularidad. El Peor de los ejemplos, porque las decisiones de
gobierno se han tomado en función de su persona y el beneficio de sus
allegados, es Peña Nieto, el presidente más impopular en la historia de México,
el asesino Victoriano Huerta era más popular que el mexiquense ladrón, pero
como el primero y en función de su investidura a tomado decisiones sin
consultar a un pueblo “sabio”.
López Obrador, después de dieciocho años en campaña, no ha
comprendido que esta etapa de su vida donde lo que buscaba era ganar simpatizantes
y por lo tanto volverse popular ha terminado, hoy debe ser el presidente que la
mayoría de los mexicanos eligió. No alguien que desde el menosprecio y la
confrontación trate de mostrarse fuerte ante los demás, porque de otra manera, como
todo presidente de México, a excepción de Lázaro Cárdenas, su posición de
fortaleza durará hasta dentro de 5 años en que todo su séquito comience a
buscar al sucesor. Debe olvidar la del autoritario inseguro que busca
aprobación y necesita descalificar a los otros.
López Obrador esta a un mes de ponerse la banda para
transformar a México con la visión que comparte con más de la mitad de los
mexicanos, que lo haga y nos demuestre a los más de treinta millones de
mexicanos que no votamos, ni creemos en él, que estamos equivocados y no desde
su discurso flamígero de odio, si no con hechos irrefutables que nos cierren de
una buena vez la boca. Que los mercados internacionales reconozcan su liderazgo
y capacidad, que los gobiernos extranjeros lo llamen un verdadero estadista,
que reconozcamos que cometimos un error y él Andrés Manuel es el mejor
presidente que México haya tenido.
¿De qué tiene miedo López Obrador de ser incapaz de hacerlo?
¿De tomar la presidencia por los cuernos y demostrarnos que es capaz?
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