En un mundo de respuestas inmediatas, de globalización, México necesita la certeza de saber que después de un proceso electoral tendrá de manera expedita al ganador administrando el país.
Armando Enríquez Vázquez
Como en las serie de películas de comedia simplona que
recorrieron el mundo en la década de los ochenta, en México a dos meses de
tomar posesión el Presidente Electo, la pregunta que debemos hacernos los
mexicanos es ¿Dónde está el presidente?
Un Grito deslucido y con más tonterías que dignidad. Entregas
de premios y la eterna pasarela de un hombre que por fin se reconoce como
insignificante para la mayoría de los mexicanos. Viaje a Nueva York y a donde
se pueda con cargo a la cartera de los mexicanos. La promesa, que quiere tener
un tono de mártir y santo, de vivir a la sombra en el Estado de México sin
molestar a nadie. Y din embargo, la cara de Peña Nieto no muestra la tristeza
de saberse despreciado y de que todo lo que hizo y decretó creyendo, al menos
eso quiero pensar, en hacer bien a México, no sólo no sirvió para nada, si no
que en los próximos años desaparecerá. No existirá en un futuro ningún legado
de su presidencia más allá de los más de cien mil muertos es un país en el que
la ley no parece existir. La cara de Peña Nieto es la del inconsciente ególatra
que pretendió gobernar el país los últimos seis años.
Peña Nieto parece “disfrutar”
de los últimos días de su presidencia ajeno a México, a los problemas que
siguen apareciendo día con día, a los reclamos de los mexicanos a quienes, a
pesar de todo lo que expresamos millones desde el inicio de su sexenio, ignora
desde su arrogancia.
Peña Nieto, a diferencia de lo que diga la Constitución del
país, hace dos meses que dejó de ser un presidente a cargo de la nación. Por
decisión propia y porque lo sobrepasaron el triunfo y la personalidad de López
Obrador.
Presidente en funciones, en papel, Enrique Peña Nieto elude
sus responsabilidades junto con todos los miembros de su gabinete. Para ellos
no existen los trailers con cadáveres, la inseguridad en el país, el huachicol,
la emergencia en Sinaloa y los demás problemas diarios que tiene el país que no
se detiene como el Presidente en funciones y su camarilla de corruptos
secretarios y asistentes.
¿Es necesario voltear al lado del Presidente Electo y ver si
el puede gobernar? La Constitución no lo permite. Pero dado el vacío de poder
en el estado fallido de Peña Nieto ¿no debería el Congreso de la Unión plantear
la posibilidad? Yo no voté por López Obrador y no creo en su demagogia
dominguera, pero si creo que México no se merece ni un minuto más de la
pasividad de un presidente sin autoridad moral, ni las menores intenciones de
actuar en favor de México.
La ley la hicieron los priístas para que el perdedor tuviera
el tiempo suficiente para desaparecer la evidencia de su saqueo. Desde el final
de la presidencia de Vicente Fox ha quedado claro que los seis meses que
suceden entre la elección y la toma de posesión vuelven al país en tierra de
nadie, donde los vivales y criminales hacen su agosto.
Hoy que cínicamente diputados y senadores parecen mantener
la sumisión del poder legislativo frente al ejecutivo con su grito: “Es un honor servir a López Obrador” cuando
el honor debería ser servir a la Nación, a México, a los mexicanos que los
eligieron, bien podrían estar planteado un relevo, si no ahora sí para el
próximo sexenio, que se tome sólo tres semanas, o que el nuevo presidente
inicie su gobierno junto con el congreso el 1º de septiembre cada seis años.
Dos meses son más que suficientes para que el presidente saliente meta sus
pertenencias en cajas de huevo y se las lleve de nuevo a su hogar original, más
ahora que el Presidente Electo sólo se llevara un catre y una hamaca a un
rinconcito de Palacio Nacional.
En un mundo de respuestas inmediatas, de globalización,
México necesita la certeza de saber que después de un proceso electoral tendrá
de manera expedita al ganador administrando el país y no un lapso de seis meses
de incertidumbre, ocurrencias y colusiones entre los que se van y los que
llegan.
De lo contrario cada seis años nos seguiremos preguntando lo
mismo ¿Dónde está el presidente?
publicado en blureport.com.mx el 25 de septiembre de 2018
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