viernes, 16 de noviembre de 2018

Rosa Rolanda una flor muy especial en la cultura mexicana.




Nacida en Los Ángeles, California esta artista, llegó a México del brazo de uno de los grandes artistas gráficos del siglo XX para vivir aquí y aquí desarrollar su talento.

Armando Enríquez Vázquez

Una vez más en esa vasta galería que representa a los artistas que habitaron en nuestro país durante siglo XX y a los que la crítica oficial de arte en nuestro país pretende opacar al presentar únicamente a tres muralistas y a la mujer de uno de ellos, hace poco me sorprendió conocer la obra de una extraordinaria artista que se dedicó a la danza, la pintura, la fotografía, el diseño de vestuario, entre otras cosas pues también se habla de ella como una extraordinaria cocinera.
Rosa Rolanda, cuyo verdadero nombre fue Rosemonde Cowan Ruelas, y a la que también se le conoce por su nombre de casada Rosa Covarrubias, en un principio Covarrubias llamó a su enamorada Rosa Rolando y fue años después Diego Rivera quien transformó el apellido Rolando por Rolanda, nació en la ciudad de Los Ángeles el 6 de septiembre de 1895, su madre era mexicana-americana, de nombre Guadalupe Ruelas. Rosa era una verdadera belleza y desde muy joven entró en contacto con diferentes artistas que influyeron a lo largo de su vida, ayudándola a desarrollar sus múltiples talentos.
Mientras estudiaba el bachillerato encontró su pasión por el arte, dedicada a las clases de danza impartidas por Marion Morgan, quien fue una coreógrafa de relevancia a principios del siglo XX en Estados Unidos. En 1916, un año después de haber terminado la preparatoria Rosa Rolanda fue seleccionada entre 300 bailarinas para viajar a Nueva York siendo parte del grupo de bailarinas de Morgan. El viaje a la Urbe de Hierro fue decisivo en la vida de Rosa pues rompió en ese momento con sus raíces en Los Ángeles, permaneció en Nueva York donde se dedicó a bailar en Broadway y viajó a Europa siendo parte de las famosas Ziegfield Follies. Rosa Rolanda era aficionada a la pintura y a la escultura y se movía en círculo de artistas neoyorkinos que incluía a Georgia O’Keefe, quien fue amiga de Rosa Rolanda durante toda su vida.
En 1924 conoció al artista gráfico mexicano Miguel Covarrubias, apodado “El Chamaco” otro de los grandes artistas mexicanos borrado por esa minimalista narrativa oficial de la cultura nacional. Rosa era diez años mayor que el pintor y caricaturista, en 1926 viajó con él a México, se casaron en 1930 y Covarrubias, además de presentarla en el círculo de artistas mexicanos; Diego Rivera, Frida Kahlo, Carlos Chavez, entre otros, la animó a desarrollar su pintura. Lo mismo hizo en su momento Tina Modoti, otra de las amistades que la norteamericana hizo en nuestro país, al incitarla a tomar fotografías. El mundo creativo de Rosa Rolanda se amplió. Sus pinturas que muestran la influencia de la obra de su marido y de Rivera, tienen una gran fuerza y representan esa mirada del extranjero que cuando no se conforma con el mexican curious, enriquece la visión del país, sus habitantes y costumbres por lo certero que se vuelve eliminando el paternalismo y autocomplacencia de muchos artistas mexicanos incluyendo a los mismo Rivera y Kahlo.
Los autorretratos de Rosa Rolanda muestran que la mujer era consciente de su belleza y como tal se representa en sus lienzos. Su retrato de Dolores del Río muestra a la diva del cine nacional como un ser etéreo, algo que la frágil figura de la actriz nos muestra de manera sutil a lo largo de su filmografía. Diego Rivera utilizó a Rosa Rolanda como modelo para algunas pinturas. Las abundantes fotografías que existen de la artista en Internet, entre ellas una llena de misterios realizada por Modoti, muestran esa belleza que se centraba en unos enormes y almendrados ojos suspicaces, sensuales y poderosos.  
En cuanto a la fotografía Rosa Rolanda se especializó en la fotografía de retrato y entre sus fotos existen algunas de Frida Kahlo recostada en el pasto que llaman la atención por que la pintora no está posando.



La pareja vivió en la Isla de Bali durante nueve meses, estudiando la cultura local. En 1950 Miguel Covarrubias fue designado director del departamento de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes, pronto se enamoró perdidamente de una bailarina 30 años menor que él de nombre Rocío Sagaón, algo que enfrió la relación amorosa de casi treinta años con Rosa Rolanda, separados, pero jamás divorciados, Rosa Rolanda sobrevivió a Covarrubias quien murió en 1957. Rosa Rolanda se quedó en México y continuó con su obra artística, así como relacionándose con el medio artístico que pululaba por la capital mexicana.
Como muchos extranjeros que llegan a México y se deslumbran ante muchas de las cosas que a nosotros nos parecen intrascendentes, Rosa Rolanda quedó fascinada por la cocina de nuestro país, por sus ingredientes y por sus sabores. Rolanda era una mujer que tenía un talento para cocinar de acuerdo con los que la conocieron y conocieron su cocina. En la cocina de su casa construyó un anafre de carbón y un metate donde ella misma se dedicaba a moler el maíz para hacer las tortillas. Para la artista la primera cocina del mundo era la china, la segunda la mexicana y la tercera la francesa.  
Rosa Rolanda murió en la Ciudad de México en 1970, el heredero de su obra fue su amigo el arquitecto Luis Barragán, quien siempre la alentó a continuar con sus creaciones, tras la muerte de Covarrubias. A pesar de sus desavenencias con Miguel Covarrubias Rosa Rolanda visitó la tumba de su marido semanalmente hasta su muerte.
Gracias a Juan Rafael Coronel Rivera la obra de esta más que importante artista grafica se ha ido revalorando y se montó una exhibición de la artista en la Casa Estudio de Diego Rivera en 2011.

publicado en mamaejecutiva.net el 5 de noviembre de 2018
imagenes udualpress.com
                pintorasmexicanas.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario