No hay nada mejor como espectador que descubrir que detrás
de un título malo se esconde una serie o película mucho más interesante de los
que promete el nombre.
Armando Enríquez Vázquez
Cuando alguien decide ponerle a su serie La maldición de Hill House debe ser
consciente de lo que un nombre así implica: Terror adolescente idiota, lleno de
crímenes absurdos y de violencia gratuita. Un melodrama barato con lo que se
intenta lograr es taquilla y nada más. Algo que es tremendamente popular en las
salas de cine, algo así extendido a 10 capítulos de una hora puede resultar una
verdadera “Pesadilla en la plataforma del infierno”.
Por eso La Maldición
de Hill House representa una sorpresa en el género. Hay que ser claros. Si
hay fantasmas, si existen lugares comunes del género, sorpresas que pretenden
hacerte saltar del sillón y cierto toque maniqueo que toda historia de terror
tiene. Pero lo realmente importante es que en lugar de un grupo de jóvenes
humanos huyendo de seres aterradores y sanguinarios, la serie de Netflix habla
de manera clara de los miembros de una familia que a través de los años han
huido de sí mismos, de sus verdades, de sus miedos, de los otros y principalmente
de sus traumas, todos surgidos en un trágico suceso acaecido en una casa
embrujada.
Sin pretender ser una serie reflexiva, La Maldición de Hill House resulta una alegoría de los fantasmas
que pueden acosar a una familia. De como a partir de un evento dramático las
familias se pueden desquebrajar formando y acentuando características en la
personalidad de sus miembros que provocan que la familia se convierta no en
disfuncional porque eso sucede en todas las familias, si no en una serie de
embarazosos encuentros donde el amor familiar se puede transformar en muchas
otras cosas no siempre solidarias o agradables.
La historia de La
Maldición de House Hill se centra en la familia Crain y cómo después de más
de veinte años una nueva tragedia en el seno familiar los lleva a reunirse, muy
a su pesar, y en el momento culminante de la serie a regresar a la casa donde
inicio la perdición de la familia, de sus lazos y nexos.
Lo atractivo de la serie se mantiene en lo que sin duda es
un formato de película B, una forma de producción barata, de entretenimiento sencillo
donde más allá de los valores de actuación o producción sean excelsos, lo
importante es un guión lo suficientemente atractivo para mantener al espectador
entretenido.
Los grandes aciertos del guión de La Maldición de Hill House se encuentran en los personajes y
algunos de sus diálogos, aunque la actuación no siempre ayuda a la narración. En
ese sentido el mejor casting de la serie está en los niños. Tim Hutton está muy
lejos de esos personajes tan bien construidos que desarrolló en las temporadas
1 y 2 de American Crime. Para caer en
el prototipo del padre solitario, olvidado y al que sus hijos tiene que
reclamarle la muerte de su madre o al menos el silencio que él ha decidido mantener
sobre el asunto.
Desgraciadamente el peso de lo que debería ser el personaje
principal de la historia; la casa, jamás sucede y más que un siniestro
personaje se convierte en únicamente en un lugar que alberga fantasmas sin ton
ni son. Que tal ve formen parte de otras temporadas si estas están planeadas y
que solo imagino pueden ser como las excepcionales Fargo o la ya citada American
Crime.
La serie narrada en una serie de flashbacks combinados con la acción en el presente que dan el
sentido a todo lo que sucede, afecta y aflige a sus protagonistas, incluso el overlapping en la narración de los
diferentes personajes nos ayuda a crear un mapa muy preciso de donde se encuentran
los personajes en momentos importantes de la narración. Esto la hace atractiva
y uno como espectador agradece la precisión matemática y quirúrgica que ayuda
en la creación de ese mapa.
Más importante que lo sobrenatural, en La Maldición de House Hill resulta la descomposición del alma
humana, la forma en que de una manera inconsciente quedan todos marcados y sus
vidas son determinadas por este hecho. La imposibilidad de futuro esperanzador
a pesar de las apariencias pues las preguntas continúan ahí. Sólo el amor puede
ayudar, de acuerdo a la serie, el amor fraternal, filial, paternal, de amistad,
pero la línea entre el amor y la desesperación junto con su hermana gemela la
culpa es tan delgada que el horror permanece ahí, latente. ¿O es el amor?
Si esperas una serie atractiva, sin las tonterías que luego
se entienden por terror. La Maldición de
House Hill es una buena propuesta para estos días en que asesinos seriales,
payasos del infierno y calabazas asesinas se ponen de moda.
publicado en roastbrief.com.mx el 5 de noviembre
imagen Netflix
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