Sin duda una de las
obras maestras de la literatura mexicana de la segunda parte del siglo pasado.
“El complot Mongol” debe ser leído por todos una y otra vez.
Armando Enríquez
Vázquez.
Hace ya más de treinta años que leí por primera vez “El
Complot Mongol” de Rafael Bernal (1915-1972) en los años ochenta la Secretaría
de Educación Pública editó una colección de textos a la que titulo Lecturas
Mexicanas y entre otros textos básicos de nuestra literatura incluyó la obra de
Bernal que no había sido reimpresa desde su primera publicación en 1969 por la
editorial Joaquín Mortiz.
Hace un par de semanas me dí al placer invaluable de la
reelectura del texto sólo para descubrir que esa maravilla que es leer por
primera vez la historia de Filiberto García, el pistolero a sueldo disfrazado
de policía y con misión de espía y agente de la guerra fría quien busca
encontrar a los autores intelectuales de un supuesto atentado en contra del
Presidente de Estados Unidos durante su visita a México, se vuelve un gozo y
sigue siendo tan actual como lo fue en el año de su publicación.
“El Complot Mongol” reconocida como una de las novelas
fundamentales para la historia de la Novela Policiaca en nuestro país, y yo diría
de la narrativa en general, tiene una claridad narrativa y la pluma magistral
de uno de los escritores mexicanos menos reconocidos a causa de su ideología de
derecha.
Más allá de la anécdota típica de la guerra fría y que casi
puede compararse con novelas igual de desesperanzadoras como las del gran John
Le Carré, la historia de Bernal es tan chilanga como las novelas de su sucesor Paco
Ignacio Taibo II quien con Héctor Belascoarán Shayne ha hecho de lo más vulgar,
de vulgo pueblo, del chilango un fenómeno literario.
“El Complot Mongol” nos muestra un lado oculto de nuestra
ciudad, un microuniverso dentro de la cotidianidad de la metrópoli capital del
país; El barrio chino, la vida de los chinos, el opio y el tráfico de personas
que ya desde entonces existía desde el gigante de Oriente hacía diferente
partes del mundo, incluido México.
El narcotráfico y los grupos de crimen organizado con sus
nexos en el extranjero están retratados en la novela, pero también las
ambiciones de políticos priístas, hoy de cualquier partido, por hacerse del
poder sin importar la forma y el servilismo al interior de los diferentes cuadros
políticos. La novela es tan actual como las del magistral Elmer Mendoza y entre
“El Complot Mongol” y “Un Asesino Solitario”, del sinaloense, puedo ver un
cierto hilo conductor que da como resultado dos de las grandes novelas, si no
es que las mejores, de intriga en la segunda mitad del siglo XX.
El personaje principal de “El Complot Mongol”, Filiberto
García, es el matón resultado de la Revolución, hombre sin estudios, sin mayor
ambición que los bienes y placeres terrenales que desde la astucia de haber
sobrevivido a la falsa paz que imperó en México, sabe jalar el gatillo en su
propio beneficio y sirviendo al mejor postor, lo que le ha dado un situación
privilegiada económica y socialmente y quien puede actuar en rebeldía por su
interés personal. Malhablado, García es uno de los primeros personajes de
nuestra literatura en el que las llamadas “malas palabras” no se sienten
forzadas y fluyen de manera natural.
Ya en 1977 se llevó la obra de Bernal al cine estelarizada
por Pedro Armendáriz Jr. como Filiberto García y se anuncia que este 2019 se
estrenará una nueva versión en cine de la película con Damián Alcázar en el
papel de García.
Yo me quedo con la novela y en unos años la
volveré a desempolvar y leerla con el mismo gusto y sorpresa que en esta
ocasión.
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