“Un extraño enemigo” es una de las mejores y más interesantes producciones mexicanas de 2018, lo extraño la produjo Televisa para Amazon dando por entendido que BLIM no sirve para nada.
Armando Enríquez Vázquez
No cabe duda “Un
extraño enemigo” es una de las mejores y más interesantes producciones
mexicanas del año, lo extraño es que no la produce el mercenario de Epigmenio
Ibarra, si no Televisa y está firmada por el mismo Emilio Azcárraga Jean y
Bernardo Gómez, lo que manda una extraña señal en este momento político del
país.
Pero primero, lo primero, “Un extraño enemigo” comete un pecado: minimizar el poder de los
estudiantes, su poder de convocatoria y la validez de sus reclamos que se
extendieron a otros sectores de la población, simplificando todo a un complot
político para lograr la sucesión presidencial.
Esta visión parcial pinta de manera muy clara lo que debió
haber pasado en la política palaciega de 1968 una año antes del que el dedo de
Gustavo Díaz Ordaz señalara al elegido para sucederlo; puros personajes
ambiciosos y mezquinos que manejaron el país por lo menos hasta el 1982 cuando
dejó la presidencia el López Portillo, amigo intimo de Luis Echeverria Álvarez,
la camarilla de ladrones y asesinos dirigió el país.
La serie pinta de cuerpo completo, con nombre y apellidos a
los principales buitres y criminales políticos de la política del país y sólo
evita el nombre de Fernando Gutiérrez Barrios, uno de los personajes más
siniestros de la historia política del país, al llamarlo Fernando Barrientos.
Los personajes principales de la historia están perfectamente retratados y el
casting no pudo haber sido mejor. Hernán del Riego en el papel de Gustavo Díaz
Ordaz es una de las mejores actuaciones de este año, sin duda. La
personificación que hace Antonio de la Vega de Luis Echeverria es también
extraordinaria pero la serie se basa en la extraordinaria actuación y
caracterización de Daniel Giménez Cacho en el papel de Barrientos que hace
difícil dudar de quien se está hablando: Fernando Gutiérrez Barrios.
“Un extraño enemigo”
no es un melodrama chabacano y simplón, es una serie que muestra de una manera
clara la forma maquiavélica y sin compromiso con los ciudadanos, en la que se
movían los hilos del poder en tiempos del PRI.
El acercar a una generación que no lee, pero ve series a la
historia reciente y terrible de México es una acierto, aunque ese no sea el
propósito principal de la serie. Mostrar que los aparatos de inteligencia de
gobierno eran y son capaces de infiltrar gente en los movimientos sociales para
desacreditarlos o tener control de sus líderes, como sólo vemos en series policiacas
norteamericanas, es un tema que pocas veces se ve en las producciones
nacionales, y que sigue siendo vigente y real, como lo demuestran los recientes
hechos en Ciudad Universitaria. Sin embargo, la serie, también cometió actos de
autocensura, por ejemplo, al no mostrar el asesinato de la joven líder a manos
de su amante.
La ambientación, actuaciones y dramatismo de la serie son
algo que no es común en las producciones de Televisa, la razón principal, es
tal vez que ninguno de los poco capaces productores y guionistas de la empresa
de Azcárraga Jean metió las manos en esta serie, y me da la impresión que mucho,
al menos de la negociación de la misma sucedió bajo el corto reinado de Isaac
Lee, el colombiano que sustituyo a José Bastón, que si bien demostró desprecio
por el mercado nacional, diagnostico rápidamente que el principal problema de
la empresa eran sus trabajadores y la mafia que desde tiempos de Emilio
Azcárraga Milmo carecían de propuestas inteligentes y diversas para la
televisión mexicana y que marcaron una empresa monopólica incapaz de
desarrollar contenidos de calidad. Si Lee no hubiera fracasado en su principal
misión: levantar los ratings de la empresa, muy probablemente “Un extraño enemigo” luciría el sello de
TAO, la subsidiaria de Televisa que Lee creó para vender contenidos de calidad
para Amazon, como los que no se producen en San Ángel o Chapultepec, y que
firmó la serie “Diablo guardián”.
La dirección de Gabriel Ripstein, miembro de la dinastía
Ripstein de cineastas, es extraordinaria y junto con el pool de escritores
logra una serie muy efectiva que con las reservas de una empresa que durante
los últimos 50 años ha servido de arma de propaganda estatal sobretodo en
tiempos del PRI, no quiere comprometerse al 100% en contar la historia, pero
deja bastante clara su postura actual acerca de quien en otro momento no sólo
financió la empresa, sino que de una manera más directa de lo que quisieran
reconocerlo creó a Televisa, cuando el mismo Luis Echeverría al que la serie
pinta como lo que es un burócrata asesino, sin ningún merito más que el haber sido
seleccionado por Díaz Ordaz para sucederlo, otorgó a Emilio Azcárraga Milmo el
control de los canales 4, 5 y 8 para no tener él que lidiar con cuatro dueños
de televisoras.
Llama la atención que a un par de meses, la serie se estrenó
el 2 de octubre pasado, de salir Peña Nieto de la presidencia, un presidente
que inventó y promocionó la televisora y que le dio en consecuencia gran poder
político a la empresa de Azcárraga Jean, al nombrar por ejemplo a una hermana
de uno de los vicepresidentes primero como Procuradora General de la Nación y
después como Secretaria de la Función Pública, se haya vuelto de manera tan
clara en contra de ese sistema que los convirtió en un monopolio que tanto daño
ha hecho a México. Hoy que son tiempos de cambio o eso nos quieren hacer creer,
y cuando Televisa ya consiguió el espaldarazo del Presidente López Obrador el
mensaje de la producción y quienes aparecen como productores parecen quererse
limpiar las manos de su involucramiento en la creación del regreso del PRI a
Los Pinos hace seis años. En ese sentido Televisa me recuerda a todos los
miembros de la Stasi, la policía política de la Alemania Democrática o espías
Checos o Polacos que al caer el muro se dieron golpes de pecho tratando de
ocultar las mezquindades de alma que eran evidentes para todos los demás.
Como sucede cuando la gente carece de visión y/o de
creatividad, algunos de estos directivos de Televisa comienzan a hablar ya de
una segunda temporada de la serie, lo que sinceramente a menos de que se hable
del ascenso de Echeverria, la represión de su sexenio, el 11 de junio de 1971 y
el nacimiento del monopolio televisivo en nuestro país, carecerá de valor.
publicado en roastbrief.com.mx el 12 de noviembre de 2018
imagen: Amazon
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