Para un hombre como
Andrés Manuel López Obrador que tardó 14 años en titularse como licenciado en
la UNAM el desprecio por la educación superior es más que clara.
Armando Enríquez
Vázquez
Leo con sorpresa en portal de Animal Político cómo una de
las universidades fundadas por Morena decidió de buenas a primeras desaparecer
la carrera de ingeniería de computación debido al bajo número de estudiantes y
la falta de presupuesto para mantener a los docentes de la carrera. Esto sucedió
en la llamada Escuela de Ingeniería Heberto Castillo ubicada en la alcaldía de Tláhuac
en la Ciudad de México. Concluyó entonces; el gobierno supuestamente de
izquierda abandona de esta manera a jóvenes que tenían ya hasta seis semestres
de estudios y estaban empezando a cimentar su futuro.
Uno más de los problemas que se ha minimizado en el gobierno
de la 4 T es el asunto de las universidades públicas y la educación superior. El
ejemplo más patente es la huelga de la Universidad Autónoma Metropolitana, que
lleva ya más de 70 días y no le importa de ninguna manera a un gobierno que en
teoría está preocupado por los jóvenes y su futuro.
Pero el problema no es único de la UAM, diferentes
universidades públicas a lo largo y ancho del país lo vienen sufriendo, la
Universidad de Chapingo esta parada desde hace mes y medio, la de Sonora levantó
el fin de semana la propia que duró por suerte para los estudiantes sólo 10
días. Están también los amagos y paros que trabajadores de la UNAM han hecho en
algunos CCH clamando aumentos salariales.
En ese sentido el presidente López Obrador no ha mentido los
primeros meses de su sexenio han marcado el mayor aumento porcentual al salario
mínimo de los trabajadores mexicanos. Desgraciadamente, esto no quiere decir
que se haya recuperado el poder adquisitivo de los mexicanos después del fraude
de política laboral que se mantuvo en México desde tiempos del asesino de Luis
Echeverría, quien atentó en contra de los mexicanos desde la misma tribuna de
la demagogia que hoy utiliza López Obrador y que se agudizó con presidentes
como Salinas, Zedillo y Fox y Peña Nieto, quienes favorecieron a los patrones con
su nula preocupación de la política laboral del país.
El presidente aún tiene cinco años de trabajo para lograrlo,
por lo que parece muy sospechoso el actuar de los grupos de trabajadores de la
educación superior que insisten en aumentos inmediatos de una manera por demás
sospechosa y de una forma que no se habían atrevido a hacerlo durante sexenios
pasados. La pasividad del presidente, del secretario de educación y de la
secretaria del trabajo son extrañas, por decir lo menos.
Andrés Manuel López Obrador prometió la creación de nuevas
universidades en las que piensa adoctrinar a la juventud con su populismo, por
lo que no parecen interesarle las instituciones existentes, de otra manera no
se entiende, su recorte a los presupuestos universitarios y su desprecio por la
UNAM a la que pretendía en un error de máquina quitarle la autonomía. Una
promesa de este tipo parece tonta, cuando la mejor medida consiste en aumentar
el presupuesto a instituciones tan importantes como la UNAM, UAM, El IPN así
como a las universidades estatales que tiene el cuerpo docente capacitado por
un lado y el reconocimiento internacional al menos en el caso de las tres
primeras, por el otro. La preocupación del presidente por los jóvenes que ni
estudian ni trabajan, se resuelve de la peor manera dándoles dinero y no
procurando el crecimiento del número de mexicano capacitándose para el futuro
en universidades y escuelas técnicas.
Como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México y en otro de
sus actos de demagogia pura López Obrador fundó la Universidad Autónoma de la
Ciudad de México que sus casi veinte años tiene un bajísimo número de egresados
y el nulo seguimiento por parte de las autoridades de la Ciudad. Demostrando el
desprecio del presidente por la educación y su obsesión por construir clientela
a cómo de lugar.
Quienes vivimos en la CDMX sabemos que el crecimiento de
empleo que le ha preocupado a la izquierda desde que López Obrador gobernó la
ciudad es el aumentar el número de albañiles y trabajadores de la construcción,
quienes además son trabajadores eventuales. Hoy esos trabajos de mala calidad
que plantea el presidente y que sólo ahondarán en la pobreza y las clientelas
partidistas se encuentran en los constructores del Tren Maya y los campesinos
que habrán de sembrar el cacao que incrementará de manera sustancial la riqueza
de Arturo Romo.
El rezago educativo en México inicia desde que en ciertos
estados y ahora parece que en todo el país la CNTE manda y doblega a
autoridades locales, gobernadores y al presidente, quien ya no ve lo duro si no
lo tupido, con los golpeadores que lo apoyaron en la campaña y hoy exigen su “pago”.
El presidente parece carecer de la fuerza necesaria para enfrentarse a la
coordinadora y recula en agravio de todos los niños del país. El asunto no es moral
y ni tiene que ver con el civismo como pretende el presidente, es mucho más
grave y básico, la educación en México es una porquería debido a la falta de
pantalones de los diferentes presidentes frente a los líderes sindicales. No se
puede permitir lo mismo con los líderes de los sindicatos universitarios que ya
llevaron a las casetas de peaje su problema incapacidad de dialogo, al final
del día somos los ciudadanos a través de los diferentes impuestos los que
pagamos sus sueldos, así que lo que hacen en las casetas de peaje es un robo al
erario de la nación que el presidente y las autoridades permiten sin problema
alguno.
¿Es el sindicato de la UAM sordo e incompetente a entender
el momento de austeridad que vive el gobierno o simplemente sus dirigentes son otros
de esos cabecillas charros maiceados por un gobierno empeñado en acabar con la
masa critica y pensante en el país? Queda claro que a López Obrador la
ideología de los universitarios no le importa, solamente los desprecia por estudiar
y querer ser alguien independiente en la vida. Su pasividad así lo demuestra.
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