lunes, 16 de diciembre de 2019

La Doncella de Monterrey y otras heroínas regias




Durante la Batalla de Monterrey una bella y extraña mujer asistió y confortó a heridos de ambos bandos. Nada más se sabe de ella. Existen al menos otras dos de las que sabemos algo.

Armando Enríquez Vázquez

En los pasajes que nadie te explica a fondo sobre la historia de México, siempre centralizada por nosotros los chilangos y los habitantes de los estados cercanos y más habitados o que han tenido más gobernantes federales, se encuentra la desconocida Batalla de Monterrey en septiembre de 1846, así como las mujeres que se sabe que participaron en los hechos.
La Guerra de Invasión de Estados Unidos a mediados del siglo XIX se llevó a cabo en muchos frentes, muchos de los cuales se perdieron por la incompetencia de los militares y gobernantes mexicanos, al entreguismo y la traición como sucedió con la Alta California, con Nuevo México, Utah, Arizona y Nevada. Otros sitios fueron heroicamente defendidos a pesar de su lejanía de la capital y la indiferencia del gobierno central, por ejemplo, la Baja California, Nuevo León, Chihuahua, Durango, Sinaloa.
En el caso de Nuevo León, la capital del estado sufrió una de las más grandes batallas de la guerra que descarada e inexplicablemente tanto a los libros oficiales de historia nacional, como los historiadores panfletarios de los gobiernos del PRI, han olvidado contar y cantar la valentía y heroísmo de los regiomontanos y neoloneses en general, a pesar de que grandes mexicanos como Guillermo Prieto escribieron a detalle acerca de los hechos.
Entre las mujeres y héroes que destacaron por su valentía y osadía se encuentra la historia de una mujer a la que sólo se conoce como la Doncella de Monterrey y que parece una leyenda urbana, pero afortunadamente conocemos un poco o mucho más acerca de otras de estas destacadas mujeres.
Zacharias Taylor al frente de las tropas norteamericanas llegó a las puertas de Monterrey el 21 de septiembre de 1846 y durante los siguientes dos días regiomontanos y muchos neoloneses que llegaron a la capital del estado lucharon con bravía por la libertad y la soberanía del país. La batalla de Monterrey, se peleó casa por casa. Entre los muchos regiomontanos que se sacrificaron o que fueron asesinados por las tropas norteamericanas se cuenta la historia de una misteriosa mujer a la que se conoce como la Doncella de Monterey, de acuerdo con la narración del soldado americano, más tarde político y escritor llamado Abiel Abbot Livermore quien fue el primero en escribir acerca de la Doncella de Monterrey. En su libro sobre la guerra con México y en el capítulo de la Batalla de Monterrey, el hombre describe haber observado a una joven que de  manera diligente y entre los balazos y ofensivas de ambos ejércitos se escabullía para confortar a soldados mexicanos y norteamericanos heridos y moribundos, llevándoles pan, agua y en ocasiones vendando sus heridas, finalmente la joven fue alcanzada por una bala y permaneció muerta al lado de los soldados desde la tarde del 21, hasta el 22 cuando según Livermore fue enterrada por los norteamericanos. Esto sucedió en uno de los frentes de la Batalla conocido como el Fortín de la Tenerías. Esta joven que fue además honrada por un soldado poeta y compositor norteamericano llamado John Hill Hewitt quien compuso una cursi balada para esta joven que atendió a mexicanos y norteamericanos heridos titulada The Maiden of Monterrey.
Aunque la historia nacional no logra reconocer al personaje lo cierto es que hubo verdaderas heroínas regiomontanas a lo largo de los tres funestos días para la capital neolonesa como es el caso de Josefa Zozaya que está documentada por historiadores nacionales y se conoce su biografía antes y después de la batalla. Josefa Zozaya, llamada también Chepita, llevó a cabo las mismas tareas que la Doncella y otras más del lado de las tropas mexicanas. María de Jesús Dosamantes fue más allá y se dice que desde el 19 de septiembre había pedido al General Ampudia participar de manera activa en la defensa de Monterrey, obviamente el general se negó en un principio, pero terminó cediendo y bajo las órdenes del coronel José López Uraga y vestida como capitán del ejército luchó en el fuerte de La Ciudadela montada a caballo. Ahí esta valiente mujer regiomontana desconocida por todos lo mexicanos perdió la vida.
Creo que la primera historia es sólo la manera en que los soldados norteamericanos se impresionaron de la participación de decenas de mujeres frente a su invasión de nuestro territorio. Pero los gobiernos de nuestro país son lo que han olvidado de contar la historia de estas brillantes y destacadas mujeres que defendieron con la vida a la patria.

imagen: wikipedia.org

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