Durante la Batalla de Monterrey una bella y extraña mujer
asistió y confortó a heridos de ambos bandos. Nada más se sabe de ella. Existen al menos otras dos de las que sabemos algo.
Armando Enríquez
Vázquez
En los pasajes que nadie te explica a fondo sobre la
historia de México, siempre centralizada por nosotros los chilangos y los
habitantes de los estados cercanos y más habitados o que han tenido más gobernantes
federales, se encuentra la desconocida Batalla de Monterrey en septiembre de
1846, así como las mujeres que se sabe que participaron en los hechos.
La Guerra de Invasión de Estados Unidos a mediados del siglo
XIX se llevó a cabo en muchos frentes, muchos de los cuales se perdieron por la
incompetencia de los militares y gobernantes mexicanos, al entreguismo y la
traición como sucedió con la Alta California, con Nuevo México, Utah, Arizona y
Nevada. Otros sitios fueron heroicamente defendidos a pesar de su lejanía de la
capital y la indiferencia del gobierno central, por ejemplo, la Baja California,
Nuevo León, Chihuahua, Durango, Sinaloa.
En el caso de Nuevo León, la capital del estado sufrió una
de las más grandes batallas de la guerra que descarada e inexplicablemente tanto
a los libros oficiales de historia nacional, como los historiadores panfletarios
de los gobiernos del PRI, han olvidado contar y cantar la valentía y heroísmo
de los regiomontanos y neoloneses en general, a pesar de que grandes mexicanos
como Guillermo Prieto escribieron a detalle acerca de los hechos.
Entre las mujeres y héroes que destacaron por su valentía y
osadía se encuentra la historia de una mujer a la que sólo se conoce como la
Doncella de Monterrey y que parece una leyenda urbana, pero afortunadamente conocemos
un poco o mucho más acerca de otras de estas destacadas mujeres.
Zacharias Taylor al frente de las tropas norteamericanas
llegó a las puertas de Monterrey el 21 de septiembre de 1846 y durante los
siguientes dos días regiomontanos y muchos neoloneses que llegaron a la capital
del estado lucharon con bravía por la libertad y la soberanía del país. La batalla
de Monterrey, se peleó casa por casa. Entre los muchos regiomontanos que se sacrificaron
o que fueron asesinados por las tropas norteamericanas se cuenta la historia de
una misteriosa mujer a la que se conoce como la Doncella de Monterey, de
acuerdo con la narración del soldado americano, más tarde político y escritor
llamado Abiel Abbot Livermore quien fue el primero en escribir acerca de la
Doncella de Monterrey. En su libro sobre la guerra con México y en el capítulo
de la Batalla de Monterrey, el hombre describe haber observado a una joven que
de manera diligente y entre los balazos
y ofensivas de ambos ejércitos se escabullía para confortar a soldados
mexicanos y norteamericanos heridos y moribundos, llevándoles pan, agua y en ocasiones
vendando sus heridas, finalmente la joven fue alcanzada por una bala y permaneció
muerta al lado de los soldados desde la tarde del 21, hasta el 22 cuando según Livermore
fue enterrada por los norteamericanos. Esto sucedió en uno de los frentes de la
Batalla conocido como el Fortín de la Tenerías. Esta joven que fue además honrada
por un soldado poeta y compositor norteamericano llamado John Hill Hewitt quien
compuso una cursi balada para esta joven que atendió a mexicanos y
norteamericanos heridos titulada The Maiden of Monterrey.
Aunque la historia nacional no logra reconocer al personaje
lo cierto es que hubo verdaderas heroínas regiomontanas a lo largo de los tres
funestos días para la capital neolonesa como es el caso de Josefa Zozaya que está
documentada por historiadores nacionales y se conoce su biografía antes y después
de la batalla. Josefa Zozaya, llamada también Chepita, llevó a cabo las
mismas tareas que la Doncella y otras más del lado de las tropas mexicanas. María
de Jesús Dosamantes fue más allá y se dice que desde el 19 de septiembre había
pedido al General Ampudia participar de manera activa en la defensa de Monterrey,
obviamente el general se negó en un principio, pero terminó cediendo y bajo las
órdenes del coronel José López Uraga y vestida como capitán del ejército luchó
en el fuerte de La Ciudadela montada a caballo. Ahí esta valiente mujer regiomontana
desconocida por todos lo mexicanos perdió la vida.
Creo que la primera historia es sólo la manera en que los
soldados norteamericanos se impresionaron de la participación de decenas de
mujeres frente a su invasión de nuestro territorio. Pero los gobiernos de
nuestro país son lo que han olvidado de contar la historia de estas brillantes
y destacadas mujeres que defendieron con la vida a la patria.
imagen: wikipedia.org
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