A lo largo de los últimos 50 años las únicas soluciones propuestas son la verificación vehicular y el hoy no circula. Ambas acciones sólo han sido generadoras de corrupción.
Armando Enríquez
Vázquez
A finales de 2019 una gran controversia sucedió en España,
cuando la presidenta de la comunidad de Madrid; Isabel Díaz Ayuso declaró que
nadie ha muerto por la contaminación ambiental, y agregó de manera por demás
populista y demagoga que la capital española es una de las ciudades con mayor
longevidad, pretendiendo con estas palabras anular el hecho de que la
contaminación en la capital española es real. A la brevedad, la también
española y directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la
Organización Mundial, María Neira desmintió a la política española aclarándole
de manera contundente que la contaminación mata y la funcionaria de la ONU citó
estudios que se han realizado desde hace 30 años y más de 70,000 publicaciones
que acreditan lo mortal de la contaminación.
De este lado del charco y a lo largo de 5 décadas los
diferentes gobernantes de la Ciudad de México, del PRI, PRD y ahora de Morena han
evitado el tema a pesar de situaciones contundentes que hemos sufrido en el
Valle del Anáhuac. Los más recientes incidentes se dieron el año pasado cuando
en la capital del país se declaró la Fase I de contingencia ambiental en cuatro
ocasiones, las más recientes el 25 de diciembre de 2019 y el 1º de enero de
este año.
A lo largo de los últimos 50 años las únicas soluciones
propuestas son la verificación vehicular y el hoy no circula. Ambas
acciones sólo han sido generadoras de corrupción e ingresos para funcionarios
de los partidos que han gobernado la ciudad en esos años, PRI, PRD y Morena.
Ambas también dirigidas a los vehículos particulares.
Así como Miguel Ángel Mancera anterior Jefe de Gobierno de
la Ciudad, maquilló y mintió sobre los números de la contaminación de la Ciudad
y como un paliativo inocuo creó ciclovías, Claudia Sheinbaum inventó el cablebús
para una ciudad que no lo necesita. Lo peor es que los datos sobre las muertes
de capitalinos relacionadas de manera directa con la contaminación son un
enigma y la jefa de gobierno así lo quiere mantener durante su administración. Este
es uno más de los hechos que ofrecieron cambiar y ningún cambio sustancial ha
sucedido en ese aspecto, ya se acercan los días en los que la contingencia en
la Ciudad es frecuente. En algunos sitios de Internet se encuentran cifras que
varían, pero todas las cifras son mera especulación. Sí la autoridad se
deslinda de su responsabilidad en este problema, los ciudadanos por nuestra
parte permanecemos callados por ignorancia de la gravedad del problema o
simplemente por la antipatía, característica de los mexicanos a pedir cuentas a
los gobernantes. Nos resulta mejor quejarnos. Lo que es más relevante es que a
pesar de los problemas que sufrimos en la CDMX con respecto a la contaminación
y la política mínima de las autoridades locales al respecto, en 2019 la CDMX no
fue la ciudad más contaminada del país.
Mexicali ocupa el primer lugar entre las ciudades más
contaminadas del país, seguida por Toluca la capital del Estado de México y los
municipios conurbados a la CDMX; Ecatepec, Tlanepantla y Nezahualcóyotl, atrás
viene las ciudades guanajuatenses de Salamanca, León, Celaya e Irapuato. El
décimo lugar corresponde a la CDMX, Monterrey, undécimo. Pachuca en el lugar 12
del país y en treceavo lugar se encuentra Abasolo otra localidad en el Estado
de Guanajuato. Esto de acuerdo con una articulo publicado por Newsweek
citando el estudio de una empresa llamada IQ Air. Cuando este estudio
pone a las ciudades mexicanas en la totalidad mundial del estudio la situación
es grave pero no como en el caso de muchas ciudades de China o la India que se
llevan los primeros lugares, Mexicali de acuerdo con la lista global de la
empresa se encuentra en el lugar 378 y Toluca en el 466. Pero por otro lado
existen informes que en el caso de la Ciudad de México no siempre todas las
estaciones de medición de la calidad de aire están funcionando o reportan una
situación real, lo que quiere decir que a lo mejor ese décimo lugar a nivel
nacional es tan ficticio como la preocupación que la Jefa de Gobierno dice
tener por el asunto.
Aún así la situación tampoco es para celebrar para las otras
ciudades de la lista. De acuerdo con El Imparcial de Tijuana en un
articulo de julio 15 de 2019 que cita un estudio de la Asociación de Biólogos
de Mexicali (BIOMAC) y Colegios de Biólogos de Baja California alrededor de 300
personas mueren anualmente en la ciudad fronteriza como resultado de la
contaminación.
Durante décadas los gobernantes nos han hecho creer que el
ozono es el peligro principal y ahora se habla de las partículas PM 2.5, que
son capaces de atravesar la pared de los vasos capilares y correr en el
torrente sanguíneo con consecuencias directas en las personas y enfermedades
que se muestran en el tiempo como cáncer. La ambigüedad y poca claridad acerca
del número de muertos causados por la contaminación permite a las autoridades un
actuar a su gusto; por un lado, ejercer una reglamentación dirigida únicamente
a gravar a la ciudadanía para tener mayores recursos, pero son incapaces de
autorregular o ser críticos de las acciones que omiten sus gobiernos. En la
CDMX el permitir que transportes de más de seis ejes circulen por el interior
de la Ciudad creando problemas de embotellamientos, nunca ha preocupado a las
autoridades, hasta ahora y aún no sabemos cómo van a reaccionar los
transportistas, como tampoco los ha preocupado la cantidad de vehículos
oficiales que contaminan de manera evidente, camiones de basura y transportes
públicos como unidades del metrobús que son verdaderas máquinas de contaminación.
La política de recolección de basura de la ciudad es por demás anárquica y
generadora de tráfico, La tala de árboles por parte de las empresas como Total
Play y Axtel se llevan a cabo mientras las autoridades se hacen de la vista
gorda y la ciudad ve un aumento en su temperatura por la falta de árboles, así
como menos precipitación pluvial, pero de eso ya sabíamos que Scheinbaum no
sabe nada como lo demostró mientras fue secretaria de medio ambiente de la
capital en la regencia de su jefe, el actual presidente de la República.
En los otros estados la situación no es mejor; en Baja
California los medios acusan no sólo al desinterés de las autoridades locales
si no la falta de presupuesto para las dependencias responsables del
medioambiente. El Estado de México carece de una política ambiental seria; los
resultados lo demuestran en ese corredor industrial que contribuye de manera
muy importante a la alta contaminación del Valle de México.
Este 2020 se plantean nuevas medidas, aunque no lo sean y
tienen que ver con anular algunas de las acciones populistas que Jefa de
Gobierno tomó el año pasado, como el otorgar una calcomanía doble 0, para los
autos más modernos. Otras medidas son la misma demagogia de gobiernos pasados;
“Mejores políticas para el manejo de fuego y prevención de fuegos”. “Fomento a
la movilidad sustentable”. “Desarrollo Tecnológico para mejorar la calidad del
aire”. Lo que quiera que esto signifique porque en realidad no significa nada.
En un gobierno federal que no cree en la ciencia ¿Qué puede significar el
desarrollo tecnológico? Cuando el director de la CFE, en claro contubernio con
un senador que dirige al sindicato minero, intenta regresar a generar energía
eléctrica con carbón algo terriblemente contaminante y arcaico.
En otras latitudes estamos viendo lo que la
indolencia, la arrogancia y negación de las autoridades nacionales han
provocado, los incendios en la Amazonia y en Australia. Lo mismo sucede desde
hace mucho en nuestro país con un asunto que no es tan llamativo, pero también es
mortal y ataca de manera directa a los ciudadanos. Tal vez sea hora de involucrarnos
más en el asunto, ya que los gobernantes no lo hacen de manera correcta. Una versión de este texto se publicó en blureport.com.mx el 22 de enero 2020
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