Una de las
falacias más indignantes de la demagogia oficial es la búsqueda de una
soberanía nacional en materia de tecnología y ciencia. Pero no se otorga un
peso en estas áreas.
Armando Enríquez Vázquez
El último fin de
semana de marzo se llevó a cabo en la ciudad de Querétaro un evento llamado Vacunatón,
en el que la Universidad Autónoma de Querétaro recaudó un poco más de su meta
mínima de 5 millones para que los investigadores de la institución continúen
con el desarrollo de la vacuna para Covid 19.
El máximo era de
20 millones y lo conseguido no fue siquiera la mitad de esta cifra. Si nos
ponemos a pensar en lo que se va a gastar en las próximas semanas en campañas
políticas, la deuda que nos está obligando el presidente a tomar con su
PEMEXPROA para rescatar lo irrescatable, la inversión de 20 millones parece
ridícula.
Eso sin contar la
importancia que en muchos sentidos nos brindaría el desarrollo de una vacuna
nacional; en materia de salud, de patentes, de independencia en temas de tecnológica
y liderazgo.
Lo que es peor es
la ceguera del gobierno del estado de Querétaro en apoyar los desarrollos
locales y aun peor es la gestión que las autoridades de la UAQ han hecho de
este logro surgido en sus instalaciones y gracias a los investigadores de la
casa de estudios, con el poco ruido que han hecho de su investigación. Aquí
tampoco la iniciativa privada, ni los laboratorios nacionales han tenido la
visión de invertir en el desarrollo de esta investigación que de acuerdo con
los investigadores a cargo esta por entrar a las fases definitivas que pueden
demostrar la efectividad y viabilidad de la misma.
Lo que sucede en
la Universidad Autónoma de Querétaro sucede en las diferentes universidades
públicas e institutos de investigación científica de la nación: Las
investigaciones no pueden avanzar porque los recursos federales están dirigidos
a fomentar la ignorancia y la deserción escolar. Hoy bajo el gobierno de López
Obrador ser nini, ya no es un problema, es una bendición que se recompensa con
una beca.
El gobierno de
López Obrador no termina de entender que en el siglo XXI la soberanía va más
allá del respeto de la Doctrina Estrada y de la propiedad del gobierno sobre
los recursos no renovables del país. Con su florero en la dirección del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología, María elena Álvarez Buylla, que ha desdeñado
a sus colegas y servil al presidente ha aprobado la desaparición de los
presupuestos para la ciencia.
La soberanía que
tanto cacarea el presidente no se puede alcanzar condenando al país a la
dependencia de cualquiera de los bloques o ideologías del mundo. Su preferencia
por las naciones totalitarias de América como Cuba, Venezuela o Nicaragua o su
desprecio por las naciones que habían, tal vez de manera ventajosa, invertido
en México solo demuestran que el presidente es incapaz de tener una visión
nacionalista a futuro.
El ejemplo, si se
quiere menor, no lo creo, de cualquier manera de los avances científicos
logrados por los investigadores de la UAQ pone en evidencia, como decía al
inició, no sólo la incapacidad del gobierno federal, o el local de partidos
opuestos, si no de la rectoría y los encargados de la promoción de la
Universidad que de manera mediocre y mínima se han dado a cacarear un huevo
demasiado grande e importante no sólo a nivel nacional. La UAQ en vez de
convertirse en punta de lanza en el tema de la Covid 19, ha preferido mantener
el tema como un menor desarrollo tecnológico provinciano en el más peyorativo
de los sentidos.
En México no
hemos aprendido, no queremos saber vivir sin la batuta de papá gobierno. No
queremos entender la frase de David Henry Thoreau: El mejor gobierno es
aquel que gobierna lo menos. No queremos dar reconocimiento a nuestros científicos
e investigadores hasta que ganen el premio Nobel cuando ya no necesitan apoyos,
son autosuficientes.
Por eso nos va
como nos va.
Fotografia centro de Querétaro de mi autoría.
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