Más allá de
funcionarios; dimes y diretes entre el poder y el organismo independiente, el
INE lo formamos los ciudadanos, pero sobre todo los anónimos que crean a los
funcionarios de casilla.
Armando Enríquez Vázquez
En abril conocí a
Roberto, un hombre joven que llegó a la puerta del edificio donde vivo a
informarme que había sido sorteado para ser parte de la elección del 6 de junio.
Con su chaleco del INE y en medio del semáforo en naranja en uno de los peores
momentos de la pandemia, Roberto como muchos otros empleados del INE recorrió a
pie las calles de la ciudad en busca de aquellos ciudadanos dispuestos a
aceptar el reto en medio de la paranoia e incertidumbre producidas por la COVID
19 de formar las casillas donde habrían de emitirse los votos, de contarlos y
de entregarlos a los dos diferentes institutos responsables de la elección en
el caso de la Ciudad de México el INE y el IECM (Instituto Electoral de la
Ciudad de México).
Roberto después
de más de 500 visitas y casi el mismo número de rechazos logró conseguir al
puñado de ciudadanos que conformamos tres casillas en una zona del sur de la capital,
una básica y dos contiguas.
Así que Roberto
volvió a caminar por las calles para entregar a cada uno de los que aceptamos
el nombramiento por parte del INE con la función a desempeñar, en mi caso
escrutador 1, y me dio la dirección electrónica para capacitarnos
Con la ayuda de un excelente sistema de capacitación a
distancia, los funcionarios de casilla aprendimos a grandes rasgos las actividades
que desempeñaríamos en las casillas, después para reafirmar conocimientos, se
no dieron manuales y en la casilla el día de la elección había un manual por
funcionario describiendo y recordándonos nuestras labores especificas a
realizar en cada momento de la jornada. Pero, además, con todas las
precauciones y protocolos el INE representado por Roberto y un par de
compañeros de él organizó un simulacro en un parque para no llevarnos a los
funcionarios de casilla electos a un local cerrado.
Y mientras en la escala operativa se preparaban las
elecciones del pasado 6 de junio, el presidente, sus achichincles y bots
atacaban a la cabeza del Instituto y a los consejeros, con ese tufillo de
dictador decimonónico López Obrador descalificaba desde su pulpito matinal al
instituto y sistema que lo llevó a gobernar al país después de acatar la
voluntad ciudadana.
Roberto creó un grupo de Whatsapp para cada una de
las casillas bajo su responsabilidad y así mantuvo a los diferentes miembros de
las 3 casillas bajo su dirección en contacto hasta la fecha indicada del 6 de
junio. Las dos semanas previas a la jornada electoral Roberto compartió con nosotros
información para un mejor funcionamiento de la casilla.
Desde las siete y media, hora a la que llegue al sitio de la
instalación de la casilla, Roberto estaba ahí y su jornada a diferencia de la
de los ciudadanos-funcionarios, inició horas antes y terminó muchas horas
después de que se cerró la casilla, cuando tuvo que ir al INE a entregar los
paquetes electorales que los ciudadanos armamos.
La constante presencia de este hombre y su dedicación, así
como la asistencia que prestó en todo momento a los ciudadanos y a los
funcionarios de casillas, me demostró que más allá de las criticas diarias a
los políticos mexicanos, en México se crearon instituciones sólidas y
verdaderas que ayudan a un mejor desempeño del país gracias a los trabajadores
que de manera comprometida y bajo una dirección correcta logran las pequeñas
metas diarias que se les imponen. No hay que olvidar que entre los más de cien asesinatos
políticos que se dieron en previa a esta jornada electoral hubo funcionarios y
trabajadores del INE.
A diferencia del IECM de quien no se recibió ayuda alguna,
durante el simulacro arriba mencionado la presencia de gente del órgano
electoral de la capital se limitó a un par de personas que parecían no tener
oficio ni beneficio y que a mi pregunta acerca de las acciones del instituto electoral
local en la elección se limitaron a decirme que ellos no iban a ser nada que
todo era responsabilidad del INE y otra siniestra mujer de zapatos planos de
terciopelo y su chaleco del IECM sucio con lamparones de grasa que con su teléfono se dedicó a
grabarnos a todos los funcionarios de casilla.
Esas son las instituciones que Morena está formando en el
país, inútiles vigías de los demás como en las peores repúblicas comunistas.
Personas sin conciencia, ni alma, dispuestas a servir de judas por unos pesos.
Personas a las que jamás les importara trabajar si hay alguien que les pague
por no tener responsabilidad alguna, compromiso, ni amor por su trabajo.
Personas que cambian conforme sopla el viento.
Dos días después de las
elecciones Roberto mandó un último mensaje al grupo de Whatsapp dando
las gracias a todos y despidiéndose pues ya lo habían despedido del INE al
finalizar su labor y pidiéndonos de manera amable si sabíamos de algún trabajo
que pudiera realizar.
México necesita muchos Robertos y
espero que pronto consiga esa chamba que millones buscan en nuestro país, sin
cabeza, ni dirección.
La imagen también es de mi autoría.
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