La segunda
temporada de Sky Rojo es infinitamente inferior a la primera a pesar de
mantener la dinámica del absurdo y un solo personaje muy bien escrito.
Armando Enríquez Vázquez
La fuga más circular, inútil y poco lógica retomó su
desquiciado ritmo. Netflix estrenó la segunda temporada de la serie Sky Rojo donde un trío de prostitutas intenta
escapar de un trio de padrotes, psicópatas.
En este texto existe
spoilers. Bajo tu riesgo leer después de este punto.
El personaje mejor
escrito de la serie, sin duda es el más despreciable de todos; Coral (Verónica
Sánchez) la puta por elección, la mujer sin amor propio, la adicta alucinada,
que con sus malas decisiones, su adicción, su egoísmo, arrogancia y cobardía provoca
todas las situaciones terribles de la serie y sobre todo en esta segunda
temporada.
Es Coral el
personaje más tóxico de toda la serie y por lo mismo el más entrañable. La candidez
de Wendi (Lali Esposito) y Gina (Yani Prado), sus compañeras de fuga, así con
la frialdad y falta de humanidad de sus antagonistas; Romeo (Asier Etxandia), Moisés
(Miguel Ángel Silvestre) y Christian (Enric Auquer). Coral es el personaje al
que se dedicaron los guionistas, en el que volcaron la creatividad, a los otros
los dibujaron y así los dejaron correr a lo largo de los 8 episodios de la
segunda y es gracias a ese complejo ser al que el espectador desearía
desintoxicar para que finalmente lleve a cabo bien la fuga que no puede lograr,
que habrá una tercera temporada.
Aunque en la
segunda entrega se intenta mantener el absurdo y velocidad de la primera
temporada, los constantes apartes de los personajes, los flashbacks y la
caricaturización de lo que ya era un esperpento de una serie de acción dan como
resultado final una entrega muy mediocre de lo que era una farsa desmedida. Los
momentos de reflexión moralista que a veces son dictados más por la moda que
por las necesidades reales de la serie.
La inmortalidad
de Romeo, la relación kitsch de los hermanos Moisés y Christian, la aparición
de la madre de ambos que termina asesinada por Romeo, son sólo renglones para
matar el tiempo de los cortos episodios, de una trama que se salió de lo
planeado, quiero pensar, porque el humor negro tiene un punto de no regreso en
el que se convierte en simplemente ridículo. Esto le sucede en más de una ocasión a la
segunda temporada, también sucede porque el compromiso con el absurdo y la farsa
se rompe por un muy ramplón sentimentalismo que pretende volver políticamente
correcto lo que en un principio ni siquiera debería ser contemplado.
A pesar de las
deficiencias severas del guión, son las actuaciones y la dirección lo que maquilla
un poco la historia caricaturesca de la fuga sin fin. Verónica Sánchez ha hecho
de Coral u personaje de muchas dimensiones, pero sobre todo la necia y detestable
drogadicta que impide la felicidad de sus compañeras y el cierre para el final
feliz en la cacería del coyote al correcaminos. Su actuación fuera de toda lógica,
obedece únicamente a lógica de una drogadicta egocentrista.
Lali Esposito y
Enric Auquer han logrado encontrar en sus personajes una manera de hacerlos
atractivos y es una lástima que en la tercera temporada ya no veremos a Auquer;
el padrote que se quiere redimir. Romeo es un personaje que se pinta de
principal y en su unidemensionalidad y su inmortalidad se convierte en un
verdadero estorbo de la serie.
A Sky Rojo le
falta mucho, muchísimo para poder estar a la altura de Happy o de Preacher, pero
creo que vale la pena de ver, por lo corto de los episodios y para desesperar
con la tóxica Coral.
Imagen Netflix
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