Somos es una miniserie devastadora que no da concesiones y que como sucede en el caso de muchas de estas creaciones se basa en acontecimientos que han aparecido en las páginas políticas y de la nota roja de diarios y revistas nacionales e internacionales.
Armando Enríquez Vázquez
Cómo nos duele a
muchos nuestro México. Cómo nos duele que la violencia sea la principal línea
narrativa de series, novelas, películas, obras de teatro y hasta operas, pero
duelen más la certeza de que todas estas creaciones se quedan cortas frente a
la brutal realidad y 30 años de terror institucionalizado a partir de gobiernos
locales y federales permisivos con el crimen organizado, una iglesia católica cómplice
que se reúne con narcos y con iglesias protestantes llenas de todos los pecados
capitales y veniales.
Netflix estrenó una
miniserie sobre el tema, bajo el título Somos. Somos es una miniserie
devastadora que no da concesiones y que como sucede en el caso de muchas de
estas creaciones se basa en acontecimientos que han marcado las páginas
políticas y de la nota roja de diarios y revistas nacionales e internacionales:
La matanza de civiles en la población de Allende en el estado fronterizo de
Coahuila.
La historia está
construida con la vida cotidiana, a manera de mosaico, de diferentes habitantes
de la población; adolescentes preparatorianos que a manera de high school
estadounidense se dedican a jugar futbol americano y comienzan a descubrir su
sexualidad. Ganaderos del lugar amenazados por la ambición de los
narcotraficantes para tener mejores rutas para sus drogas. La veterinaria, los
narcotraficantes, las prostitutas del lugar y los corruptos policías. Todos con
sus expectativas, retos y problemas pequeños o grandes con los que los seres
humanos lidiamos a diario.
La serie tiene el
muy consabido y hasta predecible formato tan de moda de iniciar por el final,
para remontarnos después a las tres semanas anteriores a la masacre.
Somos no tiene actores de fama, incluso no
todos los intérpretes son actores de carrera, no tiene tampoco la gran super producción,
pero el guión y los personajes no tienen desperdicio. Escrita y creada por James
Schamus, un veterano escritor, productor, quien se basó en un reportaje de la
periodista Ginger Thompson acerca de cómo una operación fallida de la DEA
terminó en una de las masacres más cruentas en el norte de México en los
últimos años. La miniserie tuvo entre las productoras executivas y seguramente
metió mano a los guiones y en la visión fría y descarnada de la misma, a la
extraordinaria escritora mexicana Fernanda Melchor.
Son mujeres
fuertes las que hacen el relato, mujeres como muchas en este país que sacan
adelante la casa y las familias. Nancy (Jimena Pagaza) es la adolescente
contestaria, que juega futbol americano en el equipo de la escuela y cuya
visión de las relaciones sexuales es en principio más pragmática que la visión
patriarcal de Tom (Mario Quiñones) el joven que le gusta y escoge para ser su
pareja sexual. Las hermanas Irene (Iliana Donatlán) y Ericka (Areli González)
pilares de sus respectivas familias a pesar de haber crecido en una familia de
padres golpeadores y abusivos. Pero sin duda el gran personaje femenino de la
serie es Doña Chayo (Mercedes Hernández) la humilde vendedora de hot dogs de
Allende que cuida de su hija, su nieta y su yerno y que conforme al progreso de
la serie se convierte en halcón del narcotráfico. Personaje que desde el
silencio y la trinchera de su carrito y frascos de mayonesa y mostaza es
testigo del ir y venir del pueblo.
La otra actuación
destacada es la de Jesús Sida que interpreta a Paquito el yerno de Doña Chayo
un joven ingenuo, no muy brillante que termina siendo víctima de la corrupción
policiaca y después de las malas decisiones que toma, pero el personaje está
muy bien interpretado a pesar de que se nota la poca experiencia actoral del
joven. Sus amigos son jóvenes sin oficio ni beneficio que representan esa
enorme generación que sin oportunidades, ni opciones se ha vuelto parte del
crimen organizado y que obviamente tienen más de lo que tiene paquito.
A diferencia de
Narcos, la colusión voluntaria o involuntaria de la misma DEA en el pitazo a
los miembros de los Zetas es el detonante de la masacre en Somos y muestra la
complejidad de un asunto que ha corrompido a ambos lados de la frontera por más
que los gringos se quieran limpiar las manos, aquí nadie sale limpio y la
ingenuidad de los mandos bajos de la agencia norteamericana son la mínima
conclusión a la que el espectador puede llegar. A manera de consuelo, el novel
y entusiasta agente es premiado con el dudoso honor de ser nombrado el empleado
del mes. En Somos la conclusión es clara, todo cambia de la peor manera
para que todo siga igual.
Somos no es fácil de ver y a muchos que se
niegan a ver a México y creen que todo es la familia Derbez de vacaciones y
otras estupideces similares les parecerá como las cintas de Amat Escalante y
Michel Franco una exageración antipatriótica, pero lo que en realidad es una
vergüenza y tristeza, que debe enfurecernos y hacernos reflexionar sobre el
sistema económico y político que hemos permitido se construya en nuestro país.
La ovación
otorgada en Cannes esta semana a la cinta La Civil y los reconocimientos
a Nuevo Orden en diferentes foros internacionales nos hace pensar que
más allá del patrioterismo barato de muchos estas historias de la violencia en
un México real están muy lejanas a desaparecer y algo debemos exigir.
publicado en agosto de 2021 en roaastbrief.com.mx
imagen Netflix
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