La más
reciente serie documental de HBO Max nos muestra un culto de gringos incultos
que se estableció en Acapulco con consecuencias graves como toda secta.
Armando Enríquez Vázquez
En 1845 Henry David Thoreau abandonó su vida social y se
recluyo en una cabaña construida por él mismo cerca de un pequeño lago llamado
Walden en el estado de Massachusetts, su experiencia anarquista dio origen a un
libro titulado On Walden Pond. A
finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX los grandes pensadores
anarquistas marcaron el pensamiento y la acción de aquellos que no creían en
los gobiernos de cualquiera índole; Bakunin, Kroptkin, Malatesta, Sacco y
Vanzetti en Estados Unidos, nuestro Ricardo Flores Magón y el español Buenaventura
Durruti, entre otros marcaron las ideas y acciones de una ideología que por
individualista esta siempre condenada al fracaso a pesar de la profundidad
filosófica que sustenta las ideas para desconfiar en los gobiernos y los
mezquinos políticos que anidan como ratas en ellos.
De una manera más ingenua, más ambiciosa y más parecida a
una secta religiosa a principios de nuestro siglo XXI Jeff Berwick, un
oportunista canadiense-dominicano, creador de cripto monedas y estafador con
las mismas, decidió fundar un culto anarquista en Acapulco, con base a un
festival llamado Anarchapulco que se llevó a cabo por primera vez en 2015 y que
fue creciendo hasta antes de la pandemia, entre los seguidores de Berwick se
encuentra el ingenuo director del documental; el cineasta Todd Schramke. Esperando
documentar el amanecer de una nueva sociedad, logra documentar la ambición de
un hippie millonario que sólo pretende explotar a otros seres humanos desde una
posición de lujo y sin realmente saber lo que es el anarquismo.
Los anarquistas no creían en Dios. Berwick adora al dinero.
De la misma manera que otros en su círculo cercano a los que no duda en
boicotear cuando cobran más relevancia que él.
El documental es un retrato de la estupidez y lo mezquino de
la sociedad, que inicia con otro de los mercenarios del grupo, Nathan Freeman,
organizando una quema de libros en las playas de Acapulco, inculcando a niños
el nulo valor de la letra impresa. Por más que los libros que están quemando
sean manuales gubernamentales administrativos, el mensaje negativo está dado y
la ignorancia y su hija la soberbia se manifiestan desde esa primera secuencia.
Lo que ellos llaman rebeldía desde la irrenunciable
comodidad de su poder adquisitivo es sólo una versión milenial de la fiesta
inolvidable. Se autonombran anarquistas cuando en realidad son sólo unos
hippies rezagados que intentan divertirse, mientras otros les patrocinan la
fiesta, al menos esa es la perfecta descripción de Berwick, que con tal de no
perder su papel protagónico decide anular la presencia de Freeman a quien la
descarnada cámara de Schramke nos mostrara en su brutal y triste final;
expulsado de la comunidad por las actitudes egocéntricas de Berwick y autoexiliado
con su familia en San Miguel de Allende. Alcohólico y enfermo de cirrosis.
Pero existen otros personajes igual de mezquinos, peores
como seres humanos como el ejemplo de Paul Propert un sociópata, ex soldado que
realizó incursiones en Afganistán y que regresó como muchos a soldados
totalmente desubicado y con ganas de continuar matando. Propert afortunadamente
era sólo un perro que ladraba sin morder y al parecer terminó regresando a
Estados Unidos donde se suicidó, después de haber vendido drogas en México en
terrenos de diferentes cárteles lo que lo obligó a regresar a su país. Propert
es el típico caso de la ignorancia gringa volcada en la visión colonialista del
anglosajón blanco estadounidense medio.
John Galton y Lily Forester un par de fugitivos de poco
calado que se establecen en el Acapulco Anarquista y poco a poco se van marginando
por voluntad propia, moviéndose a las colonias más pobres de la periferia de la
ciudad guerrerenses, en lo que en un principio los hace ver como más auténticos
en sus ideas que el resto, pero el no esclarecido asesinato de John Galton a
manos del crimen organizado y su amistad con Propert, que durante las
convenciones de Anarchapulco funciónó como su dealer de mariguana,
aunque se sospecha que también vendía otro tipo de drogas, hace que esa pureza
ideológica de Galton pueda ser cuestionada, así como su ética.
Jason Henza, amigo de Lily y John, y quien resultoó
gravemente herido durante el asesinato de John, es el único que al final podría
parecer el más congruente con lo que en teoría a las propuestas de los
supuestos anarquistas. Henza regresó a Estados Unidos y vive de forma nómada en
un motor home acompañado por su perro.
El documental que consta de seis episodios, nos hace
reflexionar sobre el oportunismo y la condición humana. Berwick un verdadero
mercenario, esta interesado sólo en robarle el dinero a la gente a partir de
intentar convencerlos de una ideología en la que no cree y lo que es peor, ni
siquiera conoce en realidad. Para este siniestro hombre que es capaz de sacrificar
a seres humanos y después contratarlos de nuevo para vender entradas para su
convención, como hizo con Lily Forester, a quien una vez muerto John, contrató
para dar una conferencia en su Anarchapulco. En otra de sus convenciones Berwick
invitó a un político de nombre Ron Paul en una clara contradicción de lo que es
ser y la doctrina anarquista.
Los Anarquistas resulta opuesto a la propuesta de su
director, un retrato de la corrupción de los sectores libertarios de Estados
Unidos, radicales carentes de otra postura que no sea el caos, porque este
beneficia a nuevos núcleos de poder que dirigidos por farsantes ambiciosos
huyen de las reglas que afectan sus intereses, no sus libertades. Siniestros
personajes que de la misma manera que lideres de sectas religiosas que hemos
visto en otros casos, buscan engatusar aquellos que reconocen los problemas
reales de la sociedad y la necesidad de rechazar la manía del Estado por
controlarlo todo y que, en lugar de estudiar y atacar, buscan un placebo
colectivo que les indique el camino.
Mientras en nuestro país los anarquistas mexicanos son
grupos de choque del gobierno en el poder, faltos también de conocimiento sobre
el anarquismo, los grupos de auto exiliados estadounidenses de los que trata el
documental no son violentos y tampoco tienen la cordura de aprender español, y
se siguen viendo a sí mismos como extranjeros, especie de springbreakers
en edad adulta que no ven más allá de su pequeño mundo de ganancias financieras
y han encontrado el viejo nicho del malestar social para explotarlo de manera
comercial. Una moda entre cuarentones insatisfechos. Incapaces de luchar por su
país desde su país han decidido escaparse a comunas en el extranjero para
lidiar con su impotencia.
Los Anarquistas vale la pena de ver y nos sirve para
reflexionar sobre la verdadera decadencia social de los Estados Unidos.
publicado originalmente en charlacualqueira.wordpress.com
imagen hbomax.com
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