Una serie y un
documental devastadores que nos llevan a una serie de preguntas éticas, legales
y de muchos otros tipos.
Armando Enríquez Vázquez
Todos hemos visto
las imágenes de los adictos al fentanilo que se pasean como zombies por las
calles de las grandes ciudades y los pequeños pueblos de Estados Unidos, hemos
oído hablar de la crisis creada por los opiáceos y hemos visto los cínicos congresistas estadounidense
apuntar con su dedo flamígero y su discurso demagógico y patriotero hacía China
y a nuestro país, acusándonos de ser el origen de esta crisis y si bien los
grupos criminales de estas naciones han aprovechado las adicciones de la
población del supuesto país más poderoso del mundo, lo cierto y triste es la
incapacidad de esos políticos mediocres y corruptos por aceptar que la crisis
inició y se gestó desde el centro de Estados Unidos con la venia de esos mismos
legisladores por treinta monedas de las laboratorios norteamericanos.
Una serie y un
documental estrenados en 2021, fecha importante de remarcar porque los hechos
que se cuentan en ambos iniciaron a finales del siglo XX, cuando la farmacéutica
Purdue, establecida en el estado de Connecticut en el norte de Estados
Unidos, puso a la venta un analgésico a partir de un opiáceo que se conoce como
OxyContin y cuyo ingrediente activo es ela oxicodona. La empresa lo anunciaba
como un efectivo analgésico que a pesar de ser un derivado del opio no
provocaba adicción en los usuarios o esta era menor al 1%, conforme las ventas
del medicamento crecían Purdue implementó un programa de bonos y
sobornos para que vendedores y médicos incrementaran la dosis del medicamento,
mientras la compañía también ponía en el mercado presentaciones con mayor dosis
del opiáceo.
El problema fue
que el medicamento jamás fue probado y sí produce adicción. En un acto de
corrupción y negligencia la agencia gubernamental encargada de aprobar los
medicamentos, la FDA, aprobó el medicamento y la persona encargada de esta
decisión pasó curiosamente a trabajar en Purdue en un cargo ejecutivo. Los
dueños de la empresa médica desde los años 50, la familia Sackler, nunca cambió
el objetivo de vender más medicinas, menospreciando los informes de adicción de
los consumidores y algunos miembros del sector médico. Entonces un grupo de
médicos, vendedores y charlatanes saltaron a la arena de las pseudo
conferencias científicas para apoyar el medicamento y la farsa acerca de su
inocuidad, se inventaron términos y explicaciones falsas como la pseudo
adicción, en boca de personas sin escrúpulos que por unos billetes verdes
vendieron esta falsa idea a comunidades de su país.
Aunque al final Purdue
fue demandada, sus ejecutivos sentenciados y obligados a pagar multas
millonarias, sus sentencias fueron relativamente de pocos años y los dueños no
fueron tocados por el sistema judicial norteamericano, ni perdieron un solo
dólar de su fortuna. De hecho el OxyContin, a pesar de que Purdue se
declaró en quiebra, aún sigue a la venta, creando los mismos problemas
entre la población; adicción, tráfico de medicamentos y violencia.
Esa es la primera
parte del documental, pues una vez creado el antecedente nunca falta otro
vivales que quiera repetir el esquema. John Kapoor un supuesto empresario, o
mejor dicho otro hombre sin conciencia repitió el esquema de Purdue; sl
crear una empresa a la que llamo Insys Therapeutics y una medicina
sublingual llamada Subsys cuyo agente activo es nada más y nada menos
que el fentanilo. En este caso, a diferencia de los miembros de la familia
Sackler, Kapoor si fue arrestado y sentenciado. De la misma manera este capo de
una mafia legal, fue sentenciado a tan sólo 5 años de prisión, a pesar del
impacto social y económico que estos medicamentos han tenido en Estados Unidos.
El documental,
producido por HBO, de casi cuatro horas de duración dividido en dos partes una
para OxyContin y Purdue y la segunda para Subsys e Insys Therapeutics,
fue escrito y dirigido por Alex Gibney y con una cámara que no adjetiva nos
muestra los casos de sobredosis que se dan en casas y calles de las ciudades y
pueblos de Estados Unidos para entrar en el tema de estos hombres y mujeres que
respaldados directamente por los representantes del pueblo estadounidense
medran con la salud de los habitantes y promueven adicciones destructivas por
un puñado de dólares.
Por su parte, Hulu produjo la miniserie
Dopesick que podríamos traducir como Enfermos por la droga,
basada en el libro del mismo nombre de la periodista Beth Macy. Estelarizada por Rosario Dawson en el papel de
Bridget Meyer, una agente preocupada por las consecuencias adictivas OxyContin,
al mismo tiempo agentes de la fiscalía del estado de Virginia hacen una
investigación sobre denuncias que han recibido referentes a delitos, robos en
farmacias donde lo único que se roban son el OxyContin. Michael Keaton interpreta a Samuel Finnix, un
médico rural de la zona minera de Virginia que receta la medicina y termina
siendo consumidor y adicto al medicamento que en una especie de redención
intenta ayudar a otros adictos junto con un médico que ha atacado el problema.
Michael Keaton ganó varios premios por esta actuación incluido el Emmy, la
miniserie mantiene a los nombres reales de los principales protagonista de la
historia; tanto de los miembros de la familia Sackler, los ejecutivos y
representantes del criminal laboratorio, así los de los persistentes fiscales
de Virginia que se empecinaron en hacer relevante y visible esta historia.
También vale la pena resaltar la actuación de Michael Stuhlbarg interpretando
a un Richard Sackler lleno de traumas y con una ambición desmedida.
Ambas producciones son poderosas y una revelación de que la tragedia que
aqueja a la sociedad estadounidense tiene como origen su mismo país, su
educación y una democracia que cada día funciona menos.
Más allá de la calidad de las producciones, quedan una serie de
reflexiones. La primera parece una teoría de conspiración y es algo muy hablado; el poco interés de la
industria farmacéutica por curar, así como el desarrollo de medicamentos que únicamente
atenúen las enfermedades, manteniendo los padecimientos crónicos que
representen ganancias perpetuas para los laboratorios, claro ninguno tan infame
como lo que hicieron Purdue e Insys Therapeutics. ¿O sí? En El
crimen del siglo se documenta la existencia de grandes sembradíos de
amapola, modificada genéticamente para que el opio sea más poderoso y se pueda
recolectar desde el tallo de la flor, estos plantíos no son propiedad de ningún
cartel o grupo criminal, son parte del desarrollo medico de Johnson &
Johnson que se vende a otros laboratorios.
Cuando los representantes republicanos y demócratas, senadores estadounidenses,
funcionarios de las diferentes administraciones y agencias gubernamentales, hasta
el mismo presidente de Estados Unidos sin importar el partido apuntan a México
o a China como el origen de su crisis sanitaria y económica, mienten todos y
cada uno de ellos, porque el problema es de ellos y se expandió gracias a los
corruptos gobernantes, en su mayoría blancos, anglosajones, protestantes y muy
avariciosos que presumen haber sido electos y defender a sus votantes.
No es que no haya responsabilidad entre los grupos criminales mexicanos y/o
chinos quienes han aprovechado el nicho creado por las farmacéuticas corruptas
como Purdue, origen de esta tragedia social y sin castigo real.
El metro con que se mide a estadounidense y extranjeros no es la mismo.
Aunque Purdue e Insys se declararon en quiebra y la segunda desapareció.
Mientras cientos empleados perdieron sus empleos, miles de ciudadanos de
Estados Unidos han muerto, se han convertido en adictos o en personas que incapaces,
los Sackler no perdieron ni un dólar y John Kapoor piso la cárcel por unos pocos
años, los capos de los carteles los condenan a cadena perpetua.
¿Acaso para la justicia norteamericana un genocida mexicano es más reprobable que un genocida estadounidense? Claro que sí incluso hoy lo vemos con el conflicto en Gaza, vale más la vida de un israelí con dinero que la de todos los niños pobres de Palestina.
publicado originalmente en charlacualqueira,wordpress.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario