La nueva cinta
de Martin Scorsese no trata de exculpar a nadie, tan sólo retratar la avaricia
y mezquindad de los anglosajones blancos sobre nativos entre otros.
Armando Enríquez Vázquez
Killers of the Flower Moon, presentada en los cines
mexicanos como Los asesinos de la Luna es la más reciente película del
octagenario Martin Scorsese, la número 26 entre sus ficciones, además de sus
documentales. Killers of the Flower Moon aborda un nuevo escenario en su
carrera.
Sí bien la cinta es otra de criminales, como la gran mayoría
de las cintas del estadunidense descendiente de italianos, en esta ocasión
Scorsese nos cuenta la historia de un grupo que siempre ha sido olvidado por la
sociedad de Estados Unidos; los nativos americanos, los verdaderos dueños de la
tierra.
La historia se basa en la Nación Osage que habita en el
estado de Oklahoma aunque es originaria de las planicies del centro de lo que
es hoy Estados Unidos y después se vieron forzados a migrar a Kansas y en una
nueva migración forzada el gobierno de Estados Unidos los reubicó en su actual
locación que en el siglo XIX era conocida como el territorio indio. Ahí y
gracias al descubrimiento de yacimientos de petróleo los Osage se convirtieron
en una nación millonaria. Los indígenas obtenían títulos que les daban la
propiedad de la tierra y el derecho al usufructo del petróleo. Actualmente la
Nación Osage cuenta con unos 20,000 miembros.
Mientras desde la ingenuidad y la posibilidad de adquirir
bienes los Osage parecían ostentosos, los blancos desde su avaricia los timaban
y encarecían todos sus productos, los que además vendían mucho más baratos a
los otros anglosajones.
La historia que cuenta Scorsese es una ficción de uno más de
los hechos del exterminio de los pueblos nativos en aras de la avaricia
desmedida de los europeos, protagonizada por un hombre perverso llamado William
Hale, conocido como Bill Hale El rey de las montañas de Osage interpretado
en la película por el también octagenario Robert de Niro y uno de los actores
recurrentes en las películas de Scorsese desde la década de los setenta. Hale se
presenta como el benefactor de la comunidad cuando sus acciones y planes son
exactamente lo opuesto; robar los derechos de suelo a los Osage para
enriquecerse. De Niro lleva el peso de la cinta en su extraordinaria y
contenida representación de este falso benefactor de los miembros de la
comunidad, quien respaldado por sus sobrinos que son el brazo armado del viejo,
ejecuta las más viles acciones.
Estos lobos con piel de cordero actúan de la misma manera
que los otros miembros de la sociedad anglosajona que han llegado hasta el
poblado indígena ganar dinero de una manera fácil, para ordeñar una riqueza que
no les pertenecía. El principal objetivo de Hale y sus sobrinos son una familia
de mujeres, cuyas muertes misteriosas y algunas veces brutales son sólo la
punta del iceberg de la ignominiosa confabulación del político y hacendado
blanco.
Leonardo di Caprio interpreta a Ernst Burkhart uno de estos
sobrinos, quien por instrucciones de Bill se casa con Mollie (Lily Gladstone) una
de las mujeres nativas de la familia. Pacientes tanto Ernst como Bill esperan
la muerte de Mollie acelerando su diabetes. En el inter y mientras todos los
derechos legales llegan a Mollie, Byron (Scott Sheppard), el hermano de Ernst
se encarga de asesinar a una de las hermanas de Mollie y Ernst contrata a un
sicario para que ponga una bomba en la casa de otra de las hermanas que acaba
con toda la familia.
La historia en si desalmada, por razones obvias poco contada,
cobra bajo la dirección de Scorsese y las actuaciones de de Niro y Gladstone
principalmente, un proporción trágica. Killers of the Flower Moon no es
una historia del glamour perverso de los mafiosos italo-estodunidenses, su
torcido código de honor o la cotidianidad de los mandos medios, es una película
de pura y desmedida avaricia. De los seres humanos en el más humano de sus
momentos. De la ambigüedad moral de los anglosajones y su justicia racista y
clasista.
La extraordinaria fotografía de nuestro compatriota Rodrigo
Prieto complementa el extraordinario guión, la dirección y el trabajo de De
Niro y Gladstone arman una película perfecta que además se llena de pequeñas
actuaciones de actores y actrices reconocidos como Brendan Fraser, John Lithgow,
Jesse Plemons, así como una serie de actrices y actores nativos americanos
extraordinarios.
Mención aparte merece el epilogo de la cinta, narrado a la
manera de una radionovela de mediados del siglo XX, en un enorme teatro y
frente a público, en esta memorable secuencia final aparece en uno de sus ya
conocidos cameos Martin Scorsese.
La cinta a pesar de la tres horas de duración, no tiene
desperdicio y podemos decir que es una más de las grandes cintas de Scorsese.
Imagenes: Killers the Flower Moon
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