Armando Enríquez Vázquez
Hace unos meses, en una especie de chiste barato, la candidata de
Acción Nacional, sugirió a las mujeres mexicanas negarles sexo a sus
parejas si no votaban por ella. Digo como chiste barato, porque por un
lado la mocha derecha mexicana hablaba del sexo como placer, Dios no lo
permita, y por otro porque lo contemplaba como forma de coerción con un
fin político demasiado mezquino; “Voten por mí.”
La realidad es que las huelgas sexuales han existido a lo largo de la
historia y de la literatura, pero siempre en busca del bien común.
Aristófanes el comediante griego, escribió la famosa obra “Lisístrata”,
Obra en la que el personaje principal propone a las mujeres negar las
relaciones sexuales a los hombres para lograr la paz de Atenas y el fin
de la Guerra del Peloponeso.En los ejemplos más recientes en la vida real, en 2003 en Liberia, Leymah Gbowee, una activista propuso entre las acciones pacificas de desobediencia civil para acabar con los catorce años de guerra civil en Liberia una huelga sexual. Al final la paz se logró en Liberia, la huelga fue un factor importante en la elección de la primera mujer jefe del gobierno liberiano: Ellen Johnson Sirleaf.
Ambas mujeres, Leymah Gbowee y Ellen Johnson Sirleaf, fueron nombradas Premio Nobel de la de Paz en 2011. Existen otros ejemplos en Kenya, donde incluso los convocantes ofrecieron pagarle a las prostitutas para que negaran sus servicios, Colombia, Turquía y Bélgica, tan sólo en la última década. Los resultados han sido más o menos positivos en propuestas que van desde nombrar nuevos gobiernos, como el caso de Bélgica, llegar a acuerdos políticos, resolver problemas locales como solucionar la falta de agua de la comunidad o construir carreteras.
La última convocatoria a una huelga sexual o de piernas cruzadas como muchos las llaman, se dio la semana pasada en el país africano de Togo. Isabelle Ameganvi, líder del grupo opositor al gobierno llamado “Salvemos a Togo”. Ameganvi, abogada de profesión, declaró que su grupo sigue el ejemplo de las mujeres de Liberia que usaron una huelga sexual en 2003 en una campaña por la paz. “Tenemos muchos medios para obligar a los hombres a comprender lo que quieren las mujeres en Togo”, afirmó.
La idea es impedir las reformas electorales que a todas luces permitirán la reelección del presidente Faure Gnassingbé que está en el poder desde 2005 por herencia de su padre Gnassingbé Evadéma quien mantuvo el poder por 38 años en Togo. Lo cual nos da idea de una dictadura, o una especie de monarquía muy mal disfrazada de democracia. Los líderes de oposición piden la renuncia de Faure Gnassingbé, pero como siempre esto parece muy difícil que vaya a suceder.
Las últimas elecciones en Togo en 2005 tuvieron como resultados más de 400 muertos en actos de represión del gobierno y un número de desplazados a los países vecinos de Benin y Ghana mayor a los 40,000 togoleses. Muchos de los cuales han regresado al país a pesar de las circunstancias.
Las mujeres quieren obligar a los hombres de Togo a reflexionar sobre el gobierno que tienen y a actuar en consecuencia. Muchas de ellas víctimas de la represión estatal lo hacen también para sacar a sus hijos de las prisiones. Existen como siempre en estas acciones los escépticos.
Un periodista togolés declaró al diario el País: “Para ella es fácil decirlo porque no está casada. No vive con un hombre”, observó Ekoue Blame. “¿Cree ella que las mujeres que viven con sus maridos podrán cumplirlo? Y además, ¿quién verifica lo que las parejas hacen a puertas cerradas?”
Pero esto es sólo, a mi forma de ver, una más de las demostraciones de machismo, esas que siempre se ven frente a una iniciativa femenina. La verdad es qué como siempre las mujeres pueden lograr los cambios atacando, desde su clara inteligencia, aquello que a los hombres nos obsesiona y evita pensar de manera pragmática: el sexo.
Publicado por blureport.com.mx el 4 de Septiembre de 2012
Fotografía: thenationalstudent.com
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