Ser neutral, pasivo y permitir atrocidades tiene que ver con ser parte de esa forma fascistoide que se nos quiere imponer desde el barbarismo del norte y otros países civilizados, que se denomina ser políticamente correcto.
Armando Enríquez Vázquez
Cada vez es más común que en aras de la libertad de
expresión y de la tolerancia muchos abran sus oídos a sin sentidos e ideas
absurdas. Creer que ridiculizar a perros y gatos vistiéndolos de seres humanos,
monologar frente a ellos y torturarlos teniéndolos en espacios reducidos parece
darle a esa gente el derecho de hablar en contra de aspectos culturales de nuestra sociedad y nuestra
nación como la lidia de toros, creyendo que son congruentes. Creer que un
homosexual vale más en sus dichos y hechos que un heterosexual, es otro
absurdo. No tendría, en teoría nada de malo organizar una marcha del orgullo
heterosexual, por lo menos podría asegurar que seríamos más. Cómo sin duda lo
es el pensar que un ciclista vale más que un automovilista. O de que un vegano
crea que es mucho más valioso que un omnívoro. Los miembros más radicales de
estos grupos de seres humanos tienen la arrogancia de ver a los demás vea como
un nazi a un judío.
La vieja idea de Ibsen acerca de que las minorías siempre
tienen la razón, esta malinterpretada y utilizada como escudo de una minorías
basadas, no en la inteligencia, sino en razas, género, preferencias sexuales,
incapacidades o gustos. Cuando lo importante al final del día es que todos somos
seres humanos que nada de lo anterior debiera de importar.
La idea que en Estados Unidos sirve muy bien por su
formación puritana y su doble moral
permite ese tipo de estupideces y da por resultado que un negro se vuelva un
afroamericano y un chicano, un latino, ese una idea originada por los
republicanos para dividir y fraccionar en algunos casos, en otros para
nulificar el poder de ciertos grupos de seres humanos. El mismo termino latino,
mas tarde cambiado por hispano, fue una contribución de Richard M. Nixon, bajo
su presidencia para rasar a todos los hispano hablantes de los Estados
Unidos y neutralizar la fuerza del
movimiento chicano que no olvidó jamás que en Texas, California, Utah, Nuevo
México, Arizona muchos de sus habitantes menospreciados y discriminados eran
originarios mexicanos de antes de que los sajones invadieran sus tierras en un
intento por demostrar su superioridad. Los blanco de los Estados Unidos son
Curiosos. Su nacionalidad, según ellos, es mestiza, siempre y cuando el
mestizaje se dé entre descendientes de colonos europeos y sajones de
preferencia. Más tarde se incluyó a los africanos, olvidando que la gran
mayoría de los habitantes negros de la nación americana tienen las mismas
generaciones que los blancos de haber llegado a Estados Unidos, a veces en los
mismos barcos. Los asiáticos y los árabes. Y lo más preocupante después se ha
extendido a grupos de diferente por su orientación sexual o sus diferentes
gustos. Tratando siempre de crear palabras que en teoría hacen más humana y
socialmente aceptable a dichos grupos. Cuando en realidad se trata de
discriminar, de separar.
Esa herencia fascista y nociva para la sociedad está
penetrando a nuestro país, donde la estulticia de muchos de nuestros
compatriotas, muchos jóvenes, otros fascistas de origen, sin cuestionar nada
alienta su llegada. En batallas y frentes tan absurdos como los veganos sobre
los carnívoros o los ciclistas contra el mundo.
¿Qué hace más importante a un grupo que a otro? sus ganas de
manifestarse, su exhibicionismo, su incapacidad de dialogar y por extensión de
únicamente ser capaces de monologar a gritos en las calles.
Los logros en materia de reconocimiento de igualdad en
derechos de los diferentes grupos sociales son un logro que todos debemos
celebrar, no una oportunidad para que el revanchismo y el odio se manifiesten
en la dirección opuesta, como lo sugieren muchos líderes homosexuales, feministas,
de diferentes grupos raciales en otros
países, en sus discursos, hechos y dichos revanchistas y estúpidos y llenos de
odio contra otros seres humanos a los que les exigieron esos derechos, ante los
que muchos tienen temor a manifestarse por creer que sería algo políticamente
incorrecto.
Lo políticamente correcto es sólo una forma de maquillar y
aprobar el fraccionamiento entre los seres humanos, la pulverización de la
humanidad, con la aprobación tacita de una entidad que omnipresente, anónima y
éticamente fascista. Ni que decir de esos pobres alienados que defienden los
derechos de perros y gatos olvidándose de los niños miserables de nuestro país.
¿Qué sigue el derecho de las ratas y las cucarachas?
Publicado en blureport.com.mx el 9 de Julio de 2013.
Imagen: brucesallan.com
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