A finales del Siglo
XIX surgió en la población de Cabora en Sonora una singular mujer que inspiró
movimientos armados y curaba predicando contra la Iglesia Católica y el
gobierno de Porfirio Díaz.
Armando Enríquez
Vázquez.
El México de finales del siglo XIX, con todas sus
injusticias y enormes diferencias sociales. Hombres y mujeres pobres de los
pueblos que en sus creencias y fanatismo buscaban ansiosamente escuchar las
voces que les prometieran un mundo mejor. Mientras que la oligarquía en el
poder en su insaciable ambición los condenaba a condiciones de vida que empeoraban
con el pasar de los días. En ese mundo donde los terratenientes cobraban el
derecho de pernada entre las mujeres de sus trabajadores. En ese México de
brutales realidades, nació en el pueblo de Ocoroni en el estado de Sinaloa el
15 de Octubre de 1873 una niña a la que pusieron por nombre Gracia Nona María
Rebeca Chávez y que habría de exaltar a los yaquis, mayos y chihuahuenses en
rebeliones de tinte mesiánicas.
Su madre era una joven sirvienta de la etnia Tehueca de
nombre Cayetana Chávez, y su padre, el patrón, el hacendado Tomás Urrea.
El padre que tenía ideas en contra de la Iglesia y del gobierno de Porfirio Díaz
fue expulsado de Sinaloa y se vio forzado a refugiarse en un rancho que tenía
en las cercanías de Cabora, Sonora. Teresa se quedó con su madre y una tía en
la ranchería de Aquihuiquichi, también en Sonora. En 1888, quedó huérfana y se
mudó al rancho de su padre, quien la reconoció y le dio su apellido. Es en esa
época también que Teresa comenzó a sufrir de ataques de tipo epiléptico que la
dejaban en un estado catatónico. Uno de estos ataques llevó a Teresa a
permanecer varios días en trance y se creyó que la joven había muerto, durante
el velorio Teresa volvió en sí, los habitantes de Cabora tomaron como una
resurrección. Además de recobrar el conocimiento la muchacha vaticinó la muerte
de un vieja chamana de la comunidad, que se dice enseño a Teresa Urrea el
empleo y uso de las hierbas del lugar como remedios contra diferentes
enfermedades, La mujer conocida como La
Huila falleció esa misma noche tal y como lo había anunciado Teresa Urrea.
Teresa Urrea comenzó entonces a obrar milagros y con sus manos curó a diferentes
enfermos de la localidad.
A partir de ese
momento y de manera muy rápida la fama de la Mujer capaz de curar y que entraba
en transe comunicándose con Dios, comenzó expandirse primero por la zona y
luego por todo Sonora y estados circunvecinos, la gente llegaba a la población
para curarse y escuchar los sermones de Teresa en contra de la Iglesia Católica.
la joven mujer afirmaba que Dios le había dicho que la Iglesia Católica y sus
sacerdotes carecían de un verdadero valor. La gente comenzó a llamarla la Santa
de Cabora y a ella se acercaron hombre y mujeres mayos y yaquis. Hacía 1892 se
dice que más de diez mil personas arribaban diariamente en peregrinación a
Cabora para conocer a la Santa. Sin embargo, se dice que uno de los más grandes
escépticos era el mismo padre de la Santa. Un día llegó al rancho un hombre
calvo buscando a Teresa a lo que Don Tomás le respondió:
- Santa con una chingada…- y molestó agregó.- Mi hija será
Santa el día que a usted le salga pelo.
El hombre ingresó al lugar donde Teresa Urrea curaba a los
peregrinos y atendía a sus demandas, a la salida del hombre, Don Tomás se
sorprendió al verlo con una abundante cabellera, convirtiéndose en ese momento
en uno más de los seguidores de su hija. Los milagros en el mismo rancho se
volvieron cosa de todos los días según cuentan las crónicas, y periodistas
procedentes de la Ciudad de México llegaron a la remota y salvaje provincia en
busca de entrevistar a Teresa Urrea.
En 1890, los mayos comienzan a abandonar las haciendas y a
reunirse en torno a diferentes profetas, a los que llaman Santos y que en nombre de Dios y de la Santa de Cabora predicaban
sobre diferentes hechos por venir entre ellos un diluvio. El gobierno comenzó a
preocuparse por la inconformidad de los grupos indígenas y sobre todo porque la
Iglesia Católica se encargó de poner el dedo en el renglón de manera
persistente. La mayoría de los Santos fueron hechos prisioneros y en acto
típico de la barbarie del porfiriato, con el apoyo del clero, ahogó a los
prisioneros en el Mar de Cortés.
Ese mismo año o a principios de 1891 llegó a Cabora, Cruz
Chávez líder del pueblo de Tomochic, en el vecino estado de Chihuahua, para
comprobar la existencia de la santa. Ambos personajes fueron importantes uno para
el otro y Chávez regresó a su pueblo a fundar una religión que reconocía a la
Santa de Cabora y y ella por los siguientes años mantuvo correspondencia con el
tomochiteco. En una segunda
peregrinación a Cabora, Chavez y su gente se enfrentaron a un piquete de
federales resultando muerto un capitán del ejército, este mismo grupo de
militares había provocado la salida precipitada de Teresa Urrea, ya muy
vigilada por el gobierno de Díaz, de Cabora. El levantamiento de Tomochic en
Chiuhuahua y otro que llevaron a cabo los mayos tenían como grito de batalla:
¡Viva la Santa de Cabora!
Detenidos en la población de Cocorit, Tomás Urrea y su Hija
Teresa, fueron deportados a los Estados Unidos. Esta vez la brutalidad de los
hombres del porfiriato no tuvo lugar, tal vez se debió a cierto temor oficial y
las consecuencias o riesgos importantes que habría tenido en ese momento matar
a Teresa, para la llamada Paz Porfiriana.
En el exilio Teresa y su padre conocieron al periodista
Lauro Aguirre un hombre que desde el exilio publicaba un periódico llamado El Independiente. En 1896 se publicó una proclama llamando a la
rebelión en contra de Porfirio Díaz. La
Santa de Cabora fue el estandarte de la rebelión a la que incitaban Lauro
Aguirre y su colega periodista Manuel Flores Chapa. El equipo que forman
Aguirre, Teresa, Don Tomás y Flores Chapa entre otros preparaba una revolución
y desde la ciudad fronteriza trataron de hacer llegar el mensaje de la rebelión
a los compatriotas. El levantamiento fracasó y en 1897 se habló de al menos
tres intentos de asesinato o secuestro en contra de Teresa por parte del
gobierno de Porfirio Díaz o del gobierno norteamericano que quería neutralizar
las actividades de la mujer y de Lauro Aguirre. Finalmente Teresa y Don Tomás
decidieron mudarse al pueblo de Clifton en Arizona. Donde padre e hija se
alejaron, al menos en teoría de la actividad política. La Santa de Cabora
regresó a predicar y a las curaciones.
En 1900, apareció en la vida de Teresa, que al momento tenía
27 años un hombre de nombre Guadalupe Rodríguez quien enamoró a la Santa de Cabora
y se casó con ella. Después, trató de convencerla de regresar a México, donde
el gobierno de Porfirio Díaz la consideraba todavía como una persona peligrosa,
Teresa se negó a regresar al país y Rodríguez intentó asesinarla. Se cree que
Rodríguez trabajaba para el gobierno de Porfirio Díaz. El incidente la
convenció de retirarse de la política totalmente y se estableció en California
donde una empresa médica la contrató para hacer una gira por los Estados Unidos
y curar a personas.
Teresa se ilusionará con tratar de descubrir el origen de
sus poderes y planea hacer viajes alrededor del mundo pero nunca abandonó los
Estados Unidos. En 1904 logró el divorcio de Guadalupe Rodríguez, hizo oficial
entonces su relación con un hombre nueve años menor que ella, de nombre John
Van Order casándose. Teresa tuvo dos hijas y al terminar su gira en Nueva York
regresó al oeste de los Estados Unidos, primero a Los Ángeles y poco después a
Clifton donde construyó un hospital con las ganancias de su gira médica. El 11
de enero de 1906, a la edad de 32 años, muere de tuberculosis.
publicado en the pinkpoint.com.mx el 8 de noviembre de 2013
imagen: inehrm.gob.mx
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