Esta es la historia
de la más importante pianista mexicana del siglo XX, niña prodigio y talentosa
interprete, totalmente desconocida y olvidada por los mexicanos.
Armando Enríquez
Vázquez.
Nadie es profeta en su tierra, es un viejo dicho conocido y muy
utilizado en nuestro país, donde el ver a un mexicano tener talento y triunfar,
lejos de ser admiración de sus compatriotas, despierta envidias y rechazo.
Muchas veces encontrarse a un mexicano en el extranjero es
peor que encontrarse con el más racista de los seres humanos. La historia de
esta mujer parece estar marcada por ese hecho. Pero esto también genera
rencores en los rechazados y se convierte en un círculo vicioso que puede
terminar como en este caso en el olvido.
Angélica Euterpe Morales Arellano nació en Aguascalientes el
22 de febrero de 1911, en una época que el país se comenzaba a convulsionarse
con el movimiento revolucionario. Su padre, Celestino Morales, que era violinista,
murió de forma repentina a finales de ese año durante una gira que realizaba
por Cuba, dejando a su mujer Dolores Arellano embarazada de una segunda hija.
La educación de Angélica quedó a cargo de Dolores una mujer de la aristocracia
de Aguascalientes a la que la Revolución fue dejando en la ruina. Pronto
habrían de discutir el talento de Angélica como pianista. Como madre, Dolores
Arellano, luchó por que su hija accediera la mejor educación pianística posible,
a pesar de las dificultades económicas por las que la familia pasaba. Inició en
1921 una larga serie de peticiones escritas por ella y otras personas,
empezando por los profesores de piano de Angélica, conscientes del talento de
Angélica para tocar el piano y dirigidas al gobierno de la República y en
específico al Ministro de Educación José Vasconcelos, buscando apoyo económico.
En las cartas la mujer pedía que su hija fuera apoyada por
el gobierno mexicano para continuar sus estudios de piano en Europa bajo la
supervisión del mejor maestro posible. El gobierno finalmente cedió y Dolores
Arellano partió a Viena con sus dos hijas. Angélica estudió con el maestro Emil
von Sauer, uno de los últimos discípulos vivos de Franz Liszt. Fueron la
persistencia y testarudez de Dolores Arellano, la que logró sembrar la semilla
que haría desarrollar y florecer los talentos de sus hijas. La menor de nombre
Estrella fue una destacada bailarina de ballet.
El talento de Angélica quedó más que demostrado y debutó
como ejecutante con la Orquesta Filarmónica de Berlín en 1926 y 1928 realizó un
par de giras por México donde la crítica la recibió de manera fría y desdeñosa.
Sin embargo, en 1929 se presenta en Carnegie Hall en Nueva York con gran éxito
tras lo cual regresa a Viena. Para sorpresa de la sociedad austriaca Angélica
se casa con su maestro Emil von Sauer, que le lleva más de cincuenta años de
edad. Como esposa y protegida del músico esta promueve y consigue conciertos
para su joven esposa.
A pesar de su talento y fama Angélica Morales jamás grabó un
disco pues en su arrogancia y altanería decía que la música solo podía ser
escuchada en vivo, que era el verdadero periodo existencia de la música.
Durante la II Guerra
Mundial el matrimonio von Sauer vivió en Austria y gozó de buenas condiciones
de vida, seguramente simpatizando con el régimen Nazi.
Emil von Sauer murió en abril de 1942. Angélica viuda de 31
años y con dos hijos comienza a ver su fama disminuir tras la muerte de su
esposo y en 1946 decide regresar a México dejando en Europa por lo menos a uno
de sus hijos. Julian y Franz, a este último le impidió ser pianista.
Pero su experiencia en México fue catastrófica por un lado
el frío recibimiento que le da crítica y la intelectualidad mexicana. Por otro
lado su personalidad autoritaria y agresiva la enemistaron con muchas personas.
Aunque algunos de sus argumentos son tan dolorosos como ciertos en especial los
dirigidos a ese malinchismo tan mexicano que favorece siempre al extranjero
sobre el nacional, situación que aun vivimos en todos los ámbitos de la vida
nacional.
-Si me apellidara Moralowsky todo hubiera sido distinto.-
declaró la pianista en cierta ocasión.
Angélica se trasladó a Kansas en 1955 donde la Universidad
le ofreció una catedra. Dos años después se le otorgó una plaza permanente en
la universidad. Angélica Morales Arellano se jubiló en 1973 a los 62 años de
edad y murió el 16 de abril de 1996 en Stillwater, Oklahoma. Donde Angélica
vivía y ofrecía conciertos en la Universidad de Oklahoma.
Curiosamente dos años antes el gobierno mexicano por fin le
hizo una especie de reconocimiento al crear el premio trienal para pianistas
que lleva su nombre.
La única grabación que existe de la pianista se realizó sin
su conocimiento o consentimiento, editado por Orion en 1981 y se cree que
algunas estaciones de radio nacionales tienen grabaciones de la pianista.
Se
dice que Angélica Morales es la mejor pianista mexicana que ha existido y por
desgracia para todos nosotros es desconocida.publicado por mamaejecutiva.net el 12 de enero de 2015
Imagen lajornada.unam.mx
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