Invertir en ciencia es una de las obligaciones que el gobierno federal tiene con los ciudadanos, la promoción y educación científica también.
Armando Enríquez Vázquez.
El pasado nueve de diciembre Enrique Peña Nieto informó en
el discurso que pronunció durante la
entrega del premio México de Ciencia y Tecnología, que el Consejo Nacional para
la Ciencia y la Tecnología, (CONACyT), contará en 2015 con un presupuesto
superior a los treinta y siete mil millones de pesos, lo que de acuerdo con sus
palabras representa un 46% más de lo que la federación destinaba a este rubro
cuando él llego a la presidencia y que espera en 2018 llegar a la meta de que
el presupuesto asignado a este rubro represente el 1% de PIB nacional.
Una vez más pareciera que desde la presidencia o desde el
gobierno federal existe la voluntad de que el país se desarrolle. De que México
sea competitivo y de que la competencia se convierta en una de las normas que
rija la vida de los mexicanos.
Claro que la realidad nos ha demostrado en todos los casos
anteriores la bipolaridad del gobierno federal o en el mejor de los casos la
aplicación a manera de gobierno de la teoría del policía malo y del policía
bueno, porque al momento de instrumentar las leyes y los aparatos normativos
descubrimos cada día con menos sorpresas que el antiguo vicio del PRI, la demagogia, ha triunfado sobre las buenas intenciones.
Actualmente en el panorama de la investigación científica en
el mundo tanto los Estados Unidos, como China son los principales países que
invierten en la investigación científica y patentan inventos en el mundo.
También, son los principales países en la publicación de artículos científicos.
México, por su parte, carece desde su programa de educación
primaria de planes de estudio que interesen a los niños en la ciencia y en la
investigación. Desgraciadamente y como lo ha demostrado los intentos de
modificar la visión educativa de nuestro país que desemboco en el movimiento de
los alumnos del Instituto Politécnico Nacional, el objetivo educativo del
gobierno federal pareciera ser crear una eficiente y dócil mano de obra para
los egresados de las universidades privadas o para los diferentes
inversionistas extranjeros que lleguen a instalarse a nuestro país.
La investigación científica y los desarrollos tecnológicos,
sin embargo, más allá de generar empleos de calidad, son generadores
importantes de divisas a través de patentes e implementación de los resultados
de las investigaciones.
Hoy en la Unión Europea existe una gran discusión y una
decepción mayor entre la comunidad científica debido a que las cabezas del
gobierno continental han anunciado una reducción
de dos mil setecientos millones de euros del Fondo Europeo para la Ciencia
conocido como Horizon 2020. Otro aspecto desalentador para los científicos del
viejo continente es la posible desaparición de la oficina del Consejero Científico
en Jefe de la Unión Europea, un puesto creado tan sólo tres años atrás y
ocupado por la bióloga molecular escocesa Anne Glover. Jean Claude Juncker el
nuevo presidente de la Unión Europea no parece tener ningún interés en la
ciencia, de acuerdo a diferentes publicaciones entre ellas The Economist.
Esto debería abrir oportunidades para que los países
emergentes como el nuestro aprovechen e impulsen la actividad científica de sus
investigadores. En México, un gran número de nuestros científicos emigran a
países donde su trabajo es tomado en cuenta y pagado como debe de ser, cosa que
no sucede en México.
Desgraciadamente la falta de programas y planes para
promover la ciencia entre los estudiantes mexicanos, existe gracias a la
estulticia de los legisladores, por un lado, incapaces actuar más allá de lo
que sus amos políticos o de la iniciativa privada los obligan a votar. Pero por
otro la falta de un consejo nacional encargado de la aplicación de políticas
federales que apoyen a los cientos de investigadores que trabajan a lo largo y
ancho del territorio nacional y que impida la fuga de cerebros.
Desconozco la cantidad de pesos que se tomen del presupuesto
de ciencia para el sistema nacional de investigadores, la cantidad que se
destine para la burocracia del CONACYT, pero espero que de los 37 mil millones
de pesos que el presupuesto federal considera para la ciencia una buena parte ayude
a desarrollar nuevas investigaciones y promover la ciencia entre los mexicanos.
Sé que algunos centros de investigación tienen programas de
difusión científica a niños y jóvenes pero son limitados y carecen de la
difusión necesaria.
La ciencia y su promoción es una forma mucho más permanente
y segura de mover a México que cualquiera de los programas demagógicos del
gobierno federal que hasta el momento el único que ha hecho es mover el país en
el sentido contrario al crecimiento y el desarrollo.
publicado en blureport.com.mx el 30 de diciembre de 2014
imagen:kijvpost.com
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