La única almirante de
la armada española del siglo XVI, Isabel de Barreto obtuvo el título de manera
fortuita.
Armando Enríquez
Vázquez.
Es muy difícil conocer a ciencia cierta las dotes de Isabel
de Barreto cuando las crónicas que sobreviven fueron escritas por su detractor
y enemigo Pedro Fernández de Quirós. Sin embargo muchas debió de tener porque
logró lo que ninguna otra mujer de su época consiguió en la sociedad española. Nada
se sabe de sus orígenes pero se cree que fue gallega y que nació alrededor de
1567 en Pontevedra, se sabe que en 1585 llegó a Perú, que era una de las
favoritas de la virreina y se cree que fue una mujer educada y culta, cuya
familia gozaba no sólo de prestigio, sino de una gran fortuna. En Lima conoció
a Álvaro de Mendaña, navegante español que en 1568 descubrió las Islas Salomón
el Océano Pacifico, las islas fueron bautizadas con ese nombre porque se creía
que en ellas se encontraban las legendarias minas del Rey Salomón.
Cuando Isabel llegó al virreinato de Perú, Mendaña llevaba
varios años de intentar armar una nueva expedición a las islas de Pacífico, el
explorador y navegante estaba casi en la ruina cuando conoció a la familia
Barreto, trató y se casó con Isabel que era unos veinte años menor que él, la
dote del matrimonio así como la influencia de la que gozaba Isabel en la corte
virreinal de Perú proveyeron al navegante del capital necesario para armar la
ansiada segunda expedición a las islas del sur.
La expedición se armó con cuatro barcos y cerca de
cuatrocientos hombres; un piloto portugués llamado Pedro Fernández de Quirós y
a pesar de las protestas de este y muchos marinos algunas mujeres entre ellas
Isabel Barreto, esposa del Adelantado y Gobernante de las Islas Salomón, Álvaro
de Mendaña, así como los tres hermanos de ella.
La expedición zarpó del puerto de Paita el 10 de junio de
1595 y habría de ser la navegación más larga que una expedición española
efectuara en el siglo XVI. La travesía no fue sencilla y estuvo llena de
dificultades. Motines, enfermedades y hambre fueron las constantes del viaje
que comenzaron a diezmar a los marinos. Isabel comenzó a llamar cada vez más la
atención de los marineros por su arrogancia, soberbia y carácter estricto y
duro, así como por la influencia que la dama tenía sobre su marido. En un
principio Mendaña descubrió un nuevo archipiélago al que llamó Islas Marquesas
de Mendoza en honor al virrey Cañete. Pronto las diferencia entre Mendaña y el
hombre encargado de la seguridad de la expedición nombrado por el Virrey y de
nombre Pedro Marino Manrique, quien desde antes de zarpar en Perú manifestó
diferencias con Mendaña y su piloto Fernández de Quirós, fueron siendo más
claras e irreconciliables, conforme avanzó la expedición y tras la llegada a las
islas Marquesas, Marino acusó al Adelantado y al piloto de no tener la menor
idea de cuál era el rumbo a seguir para llegar a las islas Salomón. Incluso en
las discusiones y altercados entre ambos hombre en más de una ocasión llegaron
los golpes.
Las intrigas y los rumores de rebelión se fueron
acrecentando, en Septiembre de 1595 una de las naves de la expedición
desapareció y nunca más se supo de ella. En los próximos días las naves
restantes fondearon en una isla y fue ahí donde se dio el enfrentamiento final entre
Mendaña y Marino. Mendaña con abusos y excesos se encargó de deshacer la
relación que Mendaña había establecido con los habitantes de la isla. Una noche
Mendaña y sus simpatizantes asaltaron de manera sorpresiva el campamento de
Marino y mataron a los adversarios, al poco tiempo Mendaña enferma de Malaria y
antes de morir en presencia de testigos hereda sus cargos de Adelantado y Gobernador de las Islas
Salomón a su mujer. Isabel de Barreto se convierte así en la primera almirante
de la armada española y la única Adelantada de la misma.
Enfrentando la oposición de Fernández de Quirós y otros
marineros que creen que una mujer es incapaz de gobernar barcos y territorios,
Isabel demostró su capacidad para gobernar y dirigir la colonia en la bautizada
isla de La Graciosa.
Tras la epidemia de Malaria que diezmo a la población Isabel
escuchó las voces de marinos que pedían enfilar las naves hacía Manila y
olvidar las Islas Salomón. Isabel decidió hacerse a la mar en la travesía rumbo
a Filipinas, pero sólo con el propósito de renovar a la tripulación, traer
nuevos sacerdotes para poder de esta manera continuar la búsqueda de las Islas
Salomón. Dos de las naves se hundieron en el Océano Pacífico con toda su
tripulación.
El miedo, el hambre se apoderaron de muchos marineros que
comenzaron a confabular en contra de la Almirante. Isabel gastó agua potable en
lavar su ropa, administró los alimentos asegurándose de que a ella y sus más
allegados no les hiciera falta bocado alguno, incluso llegó a vender alimentos
al mejor postor entre los famélicos marineros. Los rumores del motín la
hicieron actuar de manera decisiva en contra de sus opositores y mando ejecutar
a varios de ellos, así como a otros a los que se sorprendió robando alimento.
De acuerdo con la narración de Quirós alguna vez que le reclamó a la Almirante
el uso y abuso que hacía de las raciones de agua y alimentos la mujer le
contestó que ella podía hacer con aquello que era su hacienda lo que ella
quisiera dando a entender no sólo las canonjías de su cargo, sino el dinero que
había invertido en la expedición.
Finalmente el barco llegó a Manila el 11 de febrero de 1596.
Ya en Manila, Isabel se codeó con la alta sociedad y se casó con el sobrino del
gobernador de Filipinas, Francisco de Castro y regresó a Perú vía la Nao de la
China por lo que paro primero en Acapulco. Poco tiempo después el rey Felipe
III por medio de una Cédula Real
concedió a Fernández de Quirós regresar a las Islas Salomón y explotarlas.
Isabel y su nuevo esposo lucharon de manera infructuosa contra la decisión del
rey a tal grado que se dice que regresaron a España para tener una audiencia
con el rey. Sin embargo, todo fue en vano. Se creé que Isabel de Barreto murió
cerca del año 1612.
A pesar de lo controvertido de su persona, de su dureza,
crueldad y a veces frivolidad Ninguna mujer volvió a ostentar el título de
adelantada en la armada española y fue la única mujer que además de ostento un
título de gobernadora en el siglo XVI, como a pesar de lo que años después
Fernández de Quirós escribiría de Isabel de Barreto es claro que supo manejar a
una tripulación que fue incapaz de revelarse a las órdenes de su Adelantada de
la Mar Oceáno.
EL gran escritor
inglés Robet Graves hablo de la esta expedición y de Isabel de Barreto en su
novela Las Islas de la Imprudencia.
publicado en mamaejecutiva.net el 25 de mayo de 2015
imagen: cultura.elpaís.com
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