jueves, 6 de agosto de 2015

Aprobación; un estadio vacío.





El silencio de un estadio vacío pesa más que cualquier abucheo virtual


Armando Enríquez Vázquez 


La fotografía lo dice todo cuatro personas viendo a una quinta persona hacerse el gracioso al patear un balón de futbol, el que patea el balón Enrique Peña Nieto, de los otros cuatro sobresalen Decio de Maria, actual presidente de la Federación Mexicana de Futbol y Rodrigo Medina el priísta que perdió Nuevo León por corrupto y nepotista. La sede; el estadio con capacidad para cincuenta y un mil espectadores será la nueva casa del equipo Monterrey, Peña Nieto viajó a la capital de Nuevo León para inaugurarlo. Lo importante el Estadio está vacío. Así o más patético.
Metáfora viva de la soberbia, de la arrogancia de un presidente que no sólo esta alejado de sus gobernados, que les teme, de un presidente que cree que la presidencia es una especie de pista de circo donde lo que haga o diga debe ser aplaudido, celebrado.
Poco se puede añadir a la imagen que define un sexenio autista, con Fox y con Calderón se habló de sexenios perdidos; saboteados desde el Congreso de la Unión por los priístas, ahora que las autoridades caminan de una lado a otro como carritos de fricción que chocan con una pared y erráticamente corrigen el rumbo, sólo para volver enfrentarse a un nuevo muro, ¿Cómo podemos definir a este sexenio?  ¿Qué nos espera como nación? ¿Cuántas mentiras demagógicas más antes de que el país se estrelle en una verdadera crisis social y económica de la cual ni los personajes más pedestres de Televisa podrán salvarnos?
El tercer mundo es concreto, decía hace ya más de treinta años, mi maestro de dirección de escena Ludwik Margules. Después de todos estos años el tercer mundo se metamorfoseo eufemísticamente en un país en desarrollo, pero continúa siendo concreto. El viernes pasado el periódico Reforma publicó la encuesta de aprobación del presidente Enrique Peña Nieto; sólo el 34% de los encuestados se manifestó a favor de la gestión Enrique Peña Nieto, el porcentaje más bajo no sólo del priísta a lo largo de su mandato, sino de cualquier presidente en el siglo XXI.
No cabe en ningún ciudadano el preguntarse el por qué, pero sí en cambio está en el presidente y sus funcionarios responder porqué después de tres años han sido incapaces de manejar y orientar el rumbo del país. No queremos la respuesta fácil y hecha para endulzar los oídos de los inversionistas extranjeros y apantallar a las bases de que se está cuidando el entorno macroeconómico, porque es hora de defender la microeconomía antes de que Luis Videgaray termine de entregarnos al FMI y convertirnos en la Grecia de por acá, hoy que el gobierno de Coahuila se anuncia como la Atenas del desierto.
34% representa al voto duro del PRI, a esa minoría que ganó las elecciones hace tres años en un país que en la mayoría ya desde entonces votó en contra de Peña Nieto.
¿No nos duele ver la farsa de un presidente que tiene miedo a sus gobernados, qué se comporta como preparatoriano en actos públicos internacionales con la que se supone es su esposa, que sonríe de manera impúdica en un país que tiene más pobres gracias a él y sus políticas?
El silencio de un estadio vacío pesa más que cualquier abucheo virtual como el que ocupó el primer lugar del trending topic el fin de semana en Twitter o la publicación de la encuesta de Reforma, desgraciadamente sí se es sordo frente a un estadio vacío, también se es ciego ante lo que sucede de manera virtual. El traje nuevo del emperador en su máxima expresión.
Un estadio vacío como cientos de pueblos y pequeñas ciudades de nuestro país cuyos habitantes han sido asesinados o en el mejor de los casos obligados a huir de sus casas por el crimen organizado. Un estadio vacío símbolo de un país sin leyes, sin justicia.
Mientras el presidente patea un balón en un estadio vacío, como todas sus políticas y sus palabras, en la Ciudad de México es asesinado otro periodista. Uno más qué se sentía perseguido por el gobierno represor de Javier Duarte de Veracruz. Pareciera que los sicarios del PRI tienen permiso una vez más en todo territorio nacional, como se hacía en los sexenios priístas de Díaz Ordaz a Salinas de Gortari cuando los guardaespaldas del Subprocurador de la República Javier Coello Trejo violaban y asesinaban de manera impune a mujeres en el Ajusco, y que hoy defiende a líderes que fomentan y solapan la trata de mujeres, desde los edificios oficiales de ese partido en la capital del país. Esa es la seguridad que ofrece el PRI. La protección y legitimación del crimen organizado que como cucaracha pasó del Estado de México a la Capital en este sexenio junto con los funcionarios de Enrique Peña Nieto. 
Un estadio vacío. Un presidente solo, aislado que probablemente no sepa ni quien realmente gobierna en nuestro país.

El tercer mundo es concreto.

Publicado en blureport.com.mx el 3 de agosto de 2015

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