Más allá de lo que en nuestros medios entendamos como creatividad hoy, los científicos, economistas y políticos de los países desarrollados parecen creer que la creatividad es la llave capaz de abrir la puerta hacía un mundo mejor.
Armando Enrìquez Vázquez
Escribir, coincidían tanto William Faulkner como Alfonso
Reyes, no es algo que se base única y exclusivamente en la inspiración. Ambos
escritores tenían maneras muy sencillas para definir los procesos creativos en
el terreno de la literatura; uno por ciento de inspiración y noventa y nueve
por ciento de sudoración decía el novelista norteamericano. Para escribir,
resumía nuestro olvidado escritor, se necesitan muy buenos riñones para
aguantar las horas que debe uno estar sentado.
La creatividad es hoy en día una palabra que recuerda la
piedra filosofal; muchos buscan desesperados descubrir en encefalogramas y
scanners cerebrales descubrir la ruta de la creatividad, mientras otros tantos
al ver una nota que utiliza la palabra en su encabezado quieren encontrar la receta
o fórmula alquímica capaz de convertir sus frases, ideas y diseños en oro puro
frente a los demás. Pero las buenas ideas como la tierra son de quién las
trabaja.
A pesar de esta verdad sencilla y contundente, hay quienes
insisten qué, como cualquier otro proceso humano existe una explicación a nivel
fisiológico capaz de revelar el misterio de la creación. Qué hay un proceso
cuantificable y medible e insisten en diseccionar algo tan etéreo como la forma
en que funciona la mente, por lo que terminan diciendo y escribiendo manuales
basados en verdades de Perogrullo.
Por ejemplo, el pasado mes de julio el Instituto Santa Fe
(SFI), en colaboración con The National Endowment for the Arts, lo que viene a
ser el Consejo Nacional de las Artes en Estados Unidos publicaron un documento
llamado How Creativity Works in the
Brain. En el que encontrar la forma y ser capaces de describir cómo
funciona una mente creativa durante su proceso principal fue el objetivo. Para
ello ambas instituciones llevaron a cabo una serie de trabajos con grupos de artistas
y científicos a principios de julio pasado en las instalaciones del instituto
en la ciudad de Santa Fe en Arizona.
Más allá de lo que en nuestros medios entendamos como
creatividad hoy, los científicos, economistas y políticos de los países
desarrollados parecen creer que la creatividad es la llave capaz de abrir la
puerta hacía un mundo mejor. Frente a una crisis económica surgida de lo que
hasta hoy ha sido su principal política social; rasar a los seres humanos en
todas las sociedades con tal de suprimir la originalidad La creatividad no sólo
fue mal vista en las décadas recientes de nuestra historia, considerada la
llave de la caja de Pandora, la creatividad ha sido señalada como un disolvente
social al promover la individualidad, se intentó anularla al denigrarla a un
oficio inocuo para la sociedad; una curiosidad. A pesar de lo cual artistas,
intelectuales y científicos siguieron poniendo ideas nuevas y radicales entre
la sociedad.
Hoy que la incapacidad creativa de los líderes políticos en
el mundo para crear nuevas estructuras sociales es contundente y quizá por eso,
de una manera burocrática se pretende descubrir una fórmula para la creatividad.
En un planeta con más de dos mil quinientos millones de
habitantes tanta uniformidad no es funcional, menos cuando muchas de las
funciones básicas de obreros y artesanos comienzan a ser realizadas por
máquinas en menor tiempo y con mayor calidad. Por esa razón los burócratas de
la ciencia y el arte se han enfrascado en la búsqueda del origen y desarrollo
del proceso creativo de la mente humana, lo que a muchos nos trae al memoria
aquellos concilios de la iglesia católica en los que se discutían el sexo de
los ángeles o si toda la corte celestial cabía en la cabeza de un alfiler.
Se sabe que un cerebro creativo esta siempre en acción y es
capaz de tomar decisiones combinando dos tipos de conocimiento que los
neurocientificos han descrito como pensamiento divergente y pensamiento
convergente. El primero se refiere a procesos que se llevan a cabo en nuestro
cerebro y que son similares a lo que conocemos como un brainstorming. Mientras
que el segundo está identificado con un pensamiento lógico y estratégico, pero
estos dos tipos de pensamientos son alimentados por la experiencia personal,
los recuerdos, los gustos e intereses de cada persona.
Incluso hay quienes hablan de una Creatividad, así con mayúscula,
que es la que caracteriza a los grandes artistas y científicos y una
creatividad con minúscula que podemos encontrar en niños y mortales comunes y
corrientes. Lo que suena a la clásica excusa de quienes pretenden desde la
arrogancia mantener una postura políticamente correcta. Todos somos creativos
eso es cierto, pero nuestra creatividad se manifiesta en diferentes ámbitos y
magnitudes. Scott Barry Kaufman en su blog para la revista Scientific American, propone un modelo que es más conocida para
muchos artistas y publicistas: 1.-Es una idea extraordinaria, 2.- Es una idea
tramposa, 3.- Es una mierda, 4.-Soy una mierda, 5.- Tal vez no esta tan mal,
6.- Es una idea extraordinaria.
Pero esta formula propone ante todo una autocrítica, una
constante evaluación individual y subjetiva de nuestras ideas, cosa ajena a un
político. La creatividad se nutre del ejercicio diario que hacemos de nuestras
habilidades, emociones y capacidad. La creatividad implica una serie de
estímulos individuales imposibles de cuantificar.
Dice una fábula que un día el pato se paseaba alrededor del
estanque pensando que hacer y se dijo. ¡Quiero volar como el águila!, batir mis
alas con ese garbo, dominar las alturas. El pato infructuosamente lo intentó y
retomó su paseo; ¡Quiero caminar con la elegancia y majestuosidad del tigre! y
lo intentó pero fracasó. Triste y frustrado el pato se sentó a la orilla del
estanque y entonces vio a los peces nadando. ¡Quiero ser como los peces! Nadar
grácilmente y ser el amo y señor de las aguas. Una vez más lo intentó y
fracasó. Desde entonces el pato se volvió crítico de arte.
Patos me parecen aquellos que quieren hacer de la
creatividad una especie de fórmula fisiológica que puede ser puesta en papel,
qué se pueda recetar como una medicina o una rutina. A pesar de que la gran
mayoría de las características que definen a cada ser humano están dictadas por
la doble hélice de nuestro ADN, en un proceso creativo están implícitos
también, el timeline de nuestra época y de nuestra experiencia personal, la
interpretación individual de la realidad. Nuestras emociones. Tal vez el pato
no era tan buen crítico tampoco y jamás leyó ni a Faulkner, ni a reyes. Tal vez
el pato no tuvo la paciencia para sudar lo necesario.
publicado en roastbrief.com.mx el 10 de agosto de 2015
imagen: DeathtoStock.
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