Lejos ideológicamente de la izquierda y cerca, demasiado cerca, de una derecha voraz.
Armando Enríquez Vázquez.
Hace ya muchas décadas que la izquierda mexicana se
extinguió, en su lugar quedaron un grupo de priístas apestados al interior del
Revolucionario Institucional como Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López
Obrador, Porfirio Muñoz Ledo, personajes que no paran de recibir elogios de
intelectuales y lectores de noticias sin memoria, y que pretenden representar
una tradición en nuestra historia que nada tiene que ver con ellos, sus
historias de vida o su ambición economica.
Por eso mismo para ser un gobierno surgido de la izquierda,
el gobierno de la Ciudad de México o CDMX (Marca Registrada) es el claro
ejemplo de la aberración que es ese Frankenstein que quieren hacernos creer
supone la izquierda mexicana.
El más claro ejemplo esta en el gobierno de Miguel Ángel
Mancera y sus pésimos programas sociales, si podemos llamar así a la
desatención que el gobierno de la ciudad tiene por la población más
desprotegida de la capital del país. En los últimos años el número de indigentes
que deambulan por las calles de la CDMX (M.R.) ha aumentado y los programas
para ayudarlos son insuficientes o nulos. Incluso parece que para Mancera o las
secretarias correspondientes estos problemas no existen, como para el Jefe de
Gobierno y su procurador de justicia en la ciudad no existen problemas de
seguridad, ni de narco menudeo.
Cero interés por la ciudadanía y ante todo una voracidad que
no habíamos visto en los anteriores supuestos gobiernos de izquierda, y eso que
tanto López Obrador, como Marcelo Ebrard demostraron ser parte de la peor
tradición priísta en materia de corrupción e impunidad. Alguna vez alguien que colaboró con el
gobierno de López Obrador, me confesó; Cuando
me invitaron a trabajar creí que lo iba a hacer con un Felipe González al poco
tiempo me dí cuenta que trabajaba para Hugo Chávez.
En 2012 los habitantes del Distrito Federal elegimos por una
mayoría contundente a un hombre que aseguró no pertenecer a ningún partido y al
que cobijó el PRD, ante la falta de capacidad del partido para producir un
candidato popular que pudiera vencer a Beatriz Paredes del PRI. Tres años
después Mancera sigue siendo capaz de convocar a más del cincuenta por ciento
de los habitantes de la CDMX (M.R.), pero ahora en su contra. Mancera ha
demostrado su incapacidad para gobernar, su interés por los negocios y su
simpatía por el PRI. (Basta revisar los últimos movimientos en su gabinete y la
creación de puestos para la cuarta fuerza política de la capital del país) así
como la ventajosa negociación para que el PRI nombre a más de 15 representantes
a la asamblea constituyente, a través de la presidencia y el congreso de la
Unión, así como una partición de la ciudad acorde a los intereses del
Revolucionario Institucional, en una ciudad en la que el PRI no nos importa.
Las prioridades de Miguel Ángel Mancera son y así ha quedado
demostrado el hacer negocios con la ciudad, su avaricia por registrar años
antes de que sucediera el CDMX (M.R.) como marca muestra que los planes del
jefe estaban encaminados no a lograr la equidad del Distrito Federal con el
resto de las entidades federativas, si no a crear un negocio del cual Miguel
Ángel Mancera se sienta CEO, en algo que nada tiene que ver con la ideología de
izquierda.
El corredor Chapultepec, las fotomultas, el exceso de
construcción en las delegaciones que López Obrador en su berrinche postelectoral
condenó a la corrupción de Delegados y de SEDUVI, las prebendas de las
autoridades de la Secretaria de Movilidad a los dueños de peseras y camiones y
los excesos de la misma en contra de los taxistas, el recién descubierto
escandalo de los espacios públicos para anuncios y la titular Dhyana Quintanar
que actuaba en favor de un solo grupo, la necedad a aceptar que la nueva de ley
de tránsito es causante de los altos niveles de contaminación de as pasadas
semanas.
Miguel Ángel Mancera ha demostrado su gusto por hacer
negocio a como de lugar, aunque tenga que recular inmediatamente, cuando sus ideas
son rechazadas por la opinión pública por abusivas y claramente opacas, como el
reemplacamiento con el logo de CDMX o la brillante idea de instalar una réplica
de la Capilla Sixtina en el Zócalo, por la reciente visita del papa. El jefe de
gobierno está más cerca de ser un City Manager que Arne aus den Ruthen.
En la Ciudad de México, la violencia, la inseguridad y el
número de indigentes van a la alza y el jefe de gobierno y los miembros de su
gabinete, minimizan estos hechos. Los programas sociales sirven como fachada
para ocultar las mentiras y trapacerías de los funcionarios miembros del PRD y
del PRI que cohabitan en el gobierno de Mancera, dos de los partidos más
desprestigiados ante los mexicanos. Lejos ideológicamente de la izquierda y
cerca, demasiado cerca, de una derecha voraz.
publicado el 2 de marzo de 2016 en blureport.com.mx
imagen: commons.wikimedia.org
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