La primera voz
mexicana que resonó en el escenario de La Scala de Milán fue una mujer que
maravilló al mundo con sus interpretaciones de ópera.
Armando Enríquez
Vázquez.
El 13 de mayo de 1862, tan sólo ocho días después de que el
General Ignacio Zaragoza derrotara al ejército francés en las cercanías de
Puebla, para azoró de los mismos franceses, de Napoleón III y del clero
mexicano que se preparaba a darle la recepción a los franceses, en Milán en el
histórico Teatro de La Scala diseñado por el arquitecto Giuseppe Piermarini y
que había abierto sus puertas ochenta y tres años antes, el 3 de agosto de
1778, la cantante mexicana Ángela Peralta conquistó al público italiano con su
interpretación de Lucía, el papel principal, de la ópera Lucía de Lammermoor de Gaetano Donizetti y repitió su éxito por 23
noches, iniciando una carrera llena de éxitos.
Ángela Peralta nació en la Ciudad de México el 16 de junio
de 1845. A los seis años se descubrió su maravillosa voz de soprano y a pesar
que su familia no tenía los recursos suficientes, lo que había obligado a la
niña a buscar empleo como sirvienta, su padre Manuel Peralta, se esfuerzó por
ponerle a la niña un maestro de canto. A los ocho años Ángela cantó en público,
en una tertulia de la Ciudad de México, La cavatina de la Opera Belisario de Gaetano Donizetti. Su interpretación
causó una grata sorpresa entre los concurrentes y Ángela cambió de maestro por
Agustín Balderas, un connotado músico mexicano que había formado parte del
jurado en el concurso del himno nacional. Balderas además de educar la voz de
la niña, la instruyó en el piano y la composición.
En México la ópera no sólo era una de las grandes
atracciones de la sociedad mexicana, sino que, a mediados del siglo XIX, los
músicos académicos mexicanos componían ópera. Existían cantantes que eran
grandes ídolos populares y en 1854 llegó de Alemania Henrriette Sontag, soprano
afamada mundialmente. Se dice que Sontag quiso conocer a esa niña maravillosa
de la que los mexicanos hablaban, cuando le presentaron a la niña, el aspecto y
fealdad de esta provocó una risa de burla en la soprano alemana, que no tuvo
más que callar asombrada al oírla cantar. Incluso se dice que la alemana
propuso llevar Ángela a Italia para hacerla triunfar. Pero Henriette Sontag no
habría de abandonar el suelo mexicano, ese mismo año tras una excursión a
Tlalpan, la cantante enfermó de cólera y murió.
Ángela por su parte si habría de viajar a Europa y
conquistar las principales capitales de la ópera europeas. Pero antes debutó en
el Teatro Nacional de la Ciudad de México que se encontraba en lo que es hoy la
avenida 5 de mayo. En 1861 Ángela y su padre zarparon del puerto de Veracruz
rumbó a España. Tras una presentación en Cádiz, un periódico local reseñó la actuación
de Ángela terminando de la siguiente forma:
En el aria de La Sonámbula ejecuta tales pasajes que
a veces llega a dudarse si es voz humana o de un pajarillo. … y no dudamos que si va a Italia o a Milán a
completar sus estudios y se dedica al teatro, su nombre será, por dondequiera
que vaya el de “Ruiseñor Mexicano”.
Viajó después a Italia y tomó clases con Francesco Lamperti,
quien la llamó: Un ángel del cielo y la tierra. Vino su exitosa presentación en
La Scala y emprendió entonces una gira por Italia, cantó en Turín, donde tras
la interpretación de La Sonámbula de
Vicenzo Bellini, el público la obligó a salir 32 veces al escenario en una
interminable ovación. Continuó por Bolonia, Reggio y llegó a Bérgamo, la tierra
de Donizetti, se dice que uno de los hijos del autor al oírla cantar lamentó
que su padre no estuviera vivo para haber presenciado la actuación de la joven
mexicana de tan sólo 17 años de edad, a la que llamó la mejor intérprete de la
obra de su padre. Además de la emoción del heredero del compositor, la gente
enardecida desenganchó los caballos de su carruaje y tirando hombres de la
carreta llevaron a la diva hasta el lugar en que se hospedaba.
La gira de Peralta por Europa finalizó casi cinco años después
de iniciada, cuando el Emperador de México; Maximiliano la invitó a cantar en
el Teatro Nacional, que había sido rebautizado como Teatro Imperial. Ángela
Peralta llegó a México en noviembre de 1865, la recepción de los mexicanos fue
espectacular, se dice que la gente hizo una cadena humana desde Iztapalapa
donde vivía la cantante hasta el teatro, en el centro de la ciudad. La cantante
se presentó antes de finalizar el mes y tal fue el éxito que Maximiliano la
nombró Cantarina de Cámara del Imperio, nombramiento que le valió el desprecio de
los juaristas y en especial de Ignacio M. Altamirano, quien comentó; que toda
la frescura de los laureles que consiguió y había traído la diva en su éxito en
Europa se había marchitado al aceptar el cargo de una corte bufa y oprobiosa. Y
sin embargo el pueblo embelesado ante el canto del Ruiseñor mexicano opinaba noche a noche de manera distinta llenando
el Teatro Nacional. El éxito de Ángela Peralta la llevó a una nueva gira por
Europa, también cantó en La Habana y Nueva York.
Cinco meses después de su regresó a México Ángela Peralta se
casó con su primo hermano Eugenio Castera. El matrimonio resultó un mal para
Ángela porque Castera abusaba de ella y lo peor, con el tiempo se convirtió en
una carga para la cantante pues el hombbre perdió la razón y tuvo que recluirlo
en un hospital psiquiátrico en Paris. De regreso a México Ángela realizó una
gira por el interior del país. En 1867 parte de nueva cuenta a Europa
anticipando la caída del II Imperio mexicano. Regresó a Europa y la situación
de Castera empeoró, fue entonces cuando decidió internarlo.
Ángela regresó en 1871 a México después de haber formado su
propia compañía. Estrenó la ópera mexicana Guatemotzin
de Aniceto Ortega, obra que habla de la presentación encadenado de Cuauhtémoc
frente a Hernán Cortés. Pero su fortuna estaba por terminar, Ángela se enamoró
del administrador de su empresa un hombre llamado Julián Montiel. La gente se
dio cuenta y comenzaron los rumores y el chismorreo en una sociedad que pregonaba
una moral casi victoriana. La gente comenzó a dejar de ir a los conciertos de
la diva, pero lo que es peor durante sus actuaciones era abucheada en el mejor
de los casos, en otras ocasiones la insultaban y hasta le aventaban cosas al
escenario. Ángela Peralta juró no regresar a la Ciudad de México y salió a dar
un penoso tour a provincia porque en todos lados la trataban igual. Finalmente
llego a Mazatlán sin ya mucho dinero de aquella invaluable fortuna que había
tenido en otros tiempos. Después de tramitar los permisos correspondientes, la
compañía se dispuso a ensayar para su presentación. En esos mismos días un
barco, había bajado a tierra el cuerpo de un norteamericano enfermo de fiebre
amarilla y lo enterró en Mazatlán. Ángela Peralta contrajo la enfermedad y
murió antes de poder actuar frente a los mazatlecos. Montiel aprovechó los
últimos minutos de vida de Ángela para casarse con ella, la vistieron con un
vestido dela compañía y se dice que un hombre de apellido Lemus, y que fungió
como testigo, sostuvo a Ángela por la espalda e incluso le movió la cabeza en
señal de aceptación de Montiel como esposo ante la pregunta del Juez, pero la
realidad es que Ángela Peralta estaba muerta al casarse y como declaró su
hermano; ni siquiera se dio cuenta del acto tan importante en el que estaba.
Ángela Peralta murió el 30 de agosto de 1883. Tenía 38 años
de edad y había logrado la fama que ninguna otra mexicana había alcanzado en el
bel canto hasta ese momento.
Como compositora Ángela Peralta dejo algunas obras y en 1875
publicó un libro con 19 piezas compuestas por ella que se llamó: Álbum musical de Ángela Peralta.
publicado en mamaejecutiva.net el 1º de agosto de 2016
imagen: es.wikipedia.org
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