El mundo no sólo está cambiando por causa o gracias al Internet, hay también, una revolución industrial en la que la participación de robots e impresoras 3D.
Armando Enríquez Vázquez
El cambio es bueno...
Así sintetiza Rafiki los tiempos por venir en la trama del Rey León. Durante los últimos meses me
he referido constantemente a temas como los cambios que enfrentan radio, televisión,
prensa impresa y escrita, así como la publicidad en nuestros días. Cambios que
se avecinan o están sucediendo en estos rubros a diario como en muchos otros de
la actividad humana gracias a la popularización del Internet y a la llegada de
herramientas y aplicaciones que están de una manera drástica cambiando nuestra
forma de ver el mundo.
Y me sigue sorprendiendo la reticencia de los directivos,
empresarios y muchos jugadores de los medios que ciegos, sordos, ignorantes o
tan sólo arrogantes se oponen a reconocer los vientos de cambio, rehusándose a
salir de sus zonas de confort, creyendo que todo se va a solucionar con un
pequeño giro de tuerca, cuando es la maquinaria entera del entorno global la
que está cambiando. Los grandes cambios
que han hecho personas como Jeff Bezos o Reed Hastings quienes revolucionaron uno
la manera de comprar y el otro de obtener contenidos de entretenimiento, están
basados en leer de una manera heterodoxa el entorno.
Hace apenas unos meses acudí a una plática introductoria al
sistema de licenciatura del Tecnológico de Monterrey. Dos cosas llamaron
poderosamente mi atención; el gran plan mercadológico que existe detrás del
Instituto para vender sus servicios y la claridad de un discurso que en algún momento
planteó un punto esencial en la educación de los jóvenes hoy:
Nadie puede asegurar que la carrera que están estudiando
exista en las próximas décadas, ni siquiera en los próximos años. El mundo está
cambiando.
En ese sentido duele escuchar a directivos y personalidades
de estos oficios desarrollar teorías huecas y endogámicas sin tomar en cuenta
lo que realmente está sucediendo. Engañarse y engañar a los trabajadores y
empleados sobre una seguridad que es solamente un espejismo.
Durante el pasado congreso de Roastbrief una frase me quedó
grabada: Hoy ser ignorante es una opción.
Y por ser ignorante, también debemos entender esa arrogancia
para reconocer que el modelo de negocios de los medios no sólo cambió de manera
radical, sino que ese que conocemos, es muy posible que éste dando sus últimas
bocanadas de vida. Alguna vez existieron los serenos que voceaban las noticias
y daban la hora recorriendo las calles y verificando que los faroles se
mantuvieran prendidos. Su entorno se limitaba a algunas calles de ciudades y
pueblos, su impacto era en un medio ambiente pequeño y muy cerrado. La llegada
de la producción masiva de relojes, la invención de los diarios y de la
profesión de periodista, junto con la llegada de la electricidad acabó con
estos personajes. Es un momento similar en el que nos encontramos ahora.
El mundo no sólo está cambiando por causa o gracias al
internet, hay también, una revolución industrial en la que la participación de
robots e impresoras 3D empieza a suplantar a miles de seres humanos de sus
puestos de trabajo y a eso debemos sumar el famoso momento de la singularidad
tecnológica, o el surgimiento de la Inteligencia Artificial, que habrá de darse
en las próximas décadas. Nuestro mundo se expande y en teoría antes de 2030
habrá seres humanos habitando por primera vez fuera de nuestro planeta, pero lo
sorprendente; habrá un reality con
los pioneros del planeta rojo.
Guillermo Cabrera Infante, el gran escritor cubano, se
refirió al crítico del cine como un
oficio del siglo XX, pero los cierto es que a lo largo del siglo pasado
surgieron un sinfín de oficios sin los qué el mismo siglo no podría definirse y
sin duda tanto la publicidad, la mercadotecnia y los trabajos que surgieron
alrededor de la invención del cine, radio y televisión fueron de los más
significativos del siglo. Pero también la especialización en disciplinas
científicas creó carreras que a finales del siglo XIX ni siquiera cabía
imaginar.
Lo más extraño de los numerosos oficios surgidos el siglo
pasado, de su grado de especialización y sobretodo del sectarismo en el que
fueron evolucionando, es que la llegada de la tecnología finiquitó muchos de
ellos. Donde antes se necesitaban tres o cuatro personas, hoy una puede hacer
el trabajo y muchas veces desde casa.
Incluso oficios que en el algún momento pensamos
indispensables como el de maestro, hoy gracias a la tecnología pasan a un
segundo y hasta un tercer plano. El elitismo de la academia, de la
investigación. Las trabas y mafias que controlaban la publicación de libros y
artículos de todo tipo quedan anuladas ante el poder democrático de Internet.
Las nubes de la tormenta se arremolinan ya sobre muchos de
esos oficios que conocimos como estables y glamorosos en el siglo XX y con
ellas un sinnúmero de oportunidades que en ocasiones ni siquiera sabemos que
están ahí, que requieren que cambiemos el
switch que tenemos prendido. Hoy todos esos lugares comunes de la
autosuperación se están volviendo una realidad; Pensar fuera del marco. Romper paradigmas. Buscar el queso
desaparecido. Se convierten en realidades y no en eufemismos para vender
libros. El diario El País, referente
de la evolución de un medio informativo en el nuevo siglo, anunció la semana
pasada la creación de nuevos blogs sobre temas no usuales en los periódicos
como matemáticas, comics, videojuegos, el análisis de datos y la comunidad
LGBT. El fin de semana también inició transmisiones ChivasTV, demostrando que
hasta el mundo sórdido, rígido y lleno de intereses del futbol mexicano va a
cambiar a pesar de los dueños de la televisión abierta.
En poco menos de cinco años entraremos en la tercera década
del siglo XXI, los oficios de este siglo ya han surgido y se desarrollan al
margen de los que los empleos en vías extinción que dan una batalla perdida
para justificarse.
publicado en roastbrief.com.mx el 25 de julio de 2016
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