Hasta hoy, la radio comercial se mantiene de una mezcla de inversión de anunciantes y de otra parte formada por ese subsidio, que recibe de la propaganda gubernamental.
Armando Enríquez Vázquez
En las últimas semanas se ha suscitado una discusión, que
comienza a rayar en lo absurdo y en lo antidemocrático, entre la Cámara Nacional
de la Industria de la Radio y Televisión y el Instituto Federal de
Telecomunicaciones en torno a las nuevas licitaciones de estaciones en las
bandas de AM y FM que pondrá a subasta el IFT, así como el pago de los
refrendos de las concesiones a estaciones de radio que están por vencer.
Desde el anuncio de la puesta en marcha de la licitación de
las nuevas estaciones de radio, la CIRT se ha opuesto y ha pretextado que la
llegada de nuevos competidores a las frecuencias radiofónicas terminará en una partición
del pastel publicitario, el cual se fraccionará a tal grado que las estaciones
de radio dejaran de ser rentables.
Hace poco en este mismo espacio reflexionaba acerca de la
larga vida que aún tiene la radio frente a otros medios que hoy se ven
rebasados por la tecnología y las nuevas plataformas. La radio está más viva
que nunca, lo que la mata no son las pocas o muchas entradas que obtienen las
diferentes estaciones, vía sus divisiones comerciales, si no por, una parte, lo
exagerado de los sueldos de ciertos comunicadores, y por otro el argumentar
mañosamente tener raitings altos con el objetivo de vender el tiempo aire a sus
anunciantes. Lo que está acabando con la radio es la negativa de los
empresarios y directivos del medio a evolucionar a buscar nuevos contenidos y a
ampliar sus plataformas de manera creativa y diversa. Lo que puede acabar con
la industria de la radio mexicana como la conciben sus dueños es lo mismo que
mató a la televisión; la falta de visión y atreverse a cambiar el medio.
Hasta hoy, la radio comercial se mantiene de una mezcla de
inversión de anunciantes y de otra parte formada por ese subsidio, que recibe
de la propaganda gubernamental. El menos inteligente de los argumentos de los
miembros de la CIRT que he escuchado en estos días es que la entrada de nuevos
jugadores en el negocio de la radio, obligará a muchos radiodifusores a
voltearse a los gobiernos estatales y municipales en busca de financiamiento,
lo que condicionará los contenidos de estas estaciones y los sesgará, algo que
sucede desde hace décadas a todos los niveles no sólo de la radio, si no de los
medios en general. De hecho, es una norma entendida entre el poder político y
el poder factico que representan los medios.
Los miembros de la CIRT, acostumbrados al proteccionismo del
Estado, acostumbrados a una perversa simbiosis con el poder, donde las
políticas de la Cámara han ido desde tiempos de la presidencia de Miguel Alemán
de la mano con las órdenes del gobierno federal se ven y se sienten abandonados
en esta ocasión.
Desgraciadamente, los radiodifusores han olvidado que la clave
de toda industria sana se encuentra en la competencia.
La CIRT, se encuentra hoy enfrentada a un órgano que por su
constitución conforme a la ley de telecomunicaciones promovida desde la reforma
en la materia de Enrique Peña Nieto, es autónomo del gobierno. El IFT se dedica,
en teoría, a obedecer el mandato al que lo obliga esta ley, lo que desconcierta
a los miembros y directivos de la CIRT, acostumbrados a trabajar con línea
directa de Los Pinos o la Secretaria de Gobernación.
La triste realidad es que principales cadenas radiodifusoras
del país siguen un modelo único al que no se atreven a moverle nada. Un modelo
de programación que unifica a todo el cuadrante radiofónico y volviendo poco
atractivo para amplios sectores de la población. Lo que es peor muchos de los
grandes grupos canibalizan sus estaciones al ofrecer el mismo tipo de
programación en sus distintas estaciones. Imagen y Radio Fórmula son el claro
ejemplo de esto.
Sí algo hemos aprendido hoy en día del consumidor es que
este es tan diverso como lo podamos imaginar y por lo tanto la variedad en
gustos ofrece una gama casi infinita de posibilidades de productos a ofrecer.
La radio, como sucede más patéticamente en el caso de la televisión abierta, no
parece entender esto.
Hoy nadie escucha, o casi nadie escucha música en el radio.
Los radiodifusores así lo entienden y entonces su programación no es otra que
noticieros, noticieros deportivos, noticieros financieros, noticieros acerca de
aplicaciones tecnológicas, noticieros de espectáculos, noticieros turísticos,
etc. Por otro lado, programas y notas pagadas que nos quieren vender productos
y partidos políticos como información y por último programas denigrantes de
bromas estúpidas o conductores estúpidos con una propuesta denigrante para el
medio y los oídos de una gran cantidad de radio escuchas.
Por supuesto que, frente a esa oferta tan escueta, las
audiencias bien que mal van a la baja y los anunciantes son menos, por eso
cadenas como Radio Mil, se dedican a anunciarse a ellos mismos en muchos de sus
espacios comerciales como un producto más, sin analizar que esas mismas características
con las que se promueve frente a sus anunciantes, son las que desprecian al
momento de producir sus programas.
La creación del IFT ha destruido ese círculo perverso hasta
cierto punto. De llevarse a cabo la licitación, de tener que pagar los
refrendos, los radiodifusores mexicanos habrán de enfrentarse con la decisión
de cambiar o morir. Olvidarse de una vez por todas de esa relación paternalista
que por más de sesenta años han tenido con el gobierno y es una ambigua
política de censura y contubernio con el mismo.
La radio está obligada a evolucionar en contenidos, en
formato, en esquemas de comercialización como o están haciendo los medios
impresos. La fórmula no está escrita lo que hace del reto algo aterrador para
los más mediocres y una aventura para aquellos que están dispuestos a
arriesgar. El enfrentamiento entre la CIRT y el IFT está muy lejos de
beneficiar o aportar algo a la democracia nacional, por el contrario, la
demerita, pero lo que es peor, mina la fuerza de un medio tan creativo como lo
es la radio, y lo peor, afecta a todas las industrias que se encuentran
alrededor de ella como la publicidad.
publicado en roastbrief.com.mx el 11 de julio de 2016
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