Al parecer el mensaje
y su contenido son lo que menos importa el día de hoy. Lo importante es
demostrar que se hacen campañas, aunque estas no tengan sentido.
Armando Enríquez
Vázquez
Sí algo tenía el oficio de publicista es que los creativos,
los directores de arte y algunos copys eran hombres y mujeres que, si no eran
inteligentísimos, si poseían una cultura superior a la media y cierta
imaginación. No deja de sorprenderme como cada día existen más anuncios ya sea
en tele, radio o impresos realmente, me voy a ahorrar el eufemismo, estúpidos.
Ya en varias ocasiones me he dado a la tarea de escribir
acerca de ellos, así como otros que son muy buenos, pero esta semana quiero
hacer mención a uno que en más de un sentido me parece de pena ajena.
En la promoción de la lectura que lleva a cabo el Consejo de
la Comunicación y que más allá de lo que pueda uno pensar acerca de sí leer
revistas de Editorial Televisa es algo enriquecedor, es la única campaña que se
lleva en nuestro país de manera permanente que tiene este fin y que
curiosamente es una iniciativa de empresas y no del gobierno federal, me topé
con un cartel que parece sacado del país surrealista al que hizo referencia
André Bretón cuando vio aquel boceto que un carpintero mexicano había hecho de
una silla que iba a construir.
La fotografía tiene a Paola Rojas y Luis Roberto Alves. Se
ven felices y despreocupados a su lado se lee la leyenda: Pregúntale a tu pediatra que leer con tus hijos.
La frase no puede ser más estúpidamente absurda. Quien la
redactó, quién la aprobó y quien haya pensado que esta es una buena idea por
supuesto que en su vida ha leído un libro, o sabe para qué es un libro o peor
aún no sabe lo que es un pediatra y cuál es la labor que este realiza.
Pensar que un pediatra es el hombre ideal para sugerir
lecturas infantiles es tan osado como presuponer que un podólogo tiene un
excelente gusto en cuanto a calzado. No quiero menospreciar la labor de un
pediatra, pero creer que, por ser doctor dedicado a niños, cualquier pediatra
es una eminencia en literatura infantil es un pensamiento pueblerino y
retrogrado.
Lo mejor que puedo hacer para incitar a un niño a la lectura
es llevarlo a una librería, dejarlo perderse en los estantes de los libros, que
tome los libros con sus propias manos y los hojee. ¿Acaso el bruto que hizo la
campaña espera que en la receta donde el médico prescribe Tempra, ponga también
Pinocho con Botas de Luigi Malerba
editado por el Fondo de Cultura Económica, colección a la Orilla del Viento,
antes de dormir?
Incluso en la incongruencia del poster la pareja de lectora
de noticias y futbolista comentarista aparecen solos, sin hijos a la vista, lo
cual deja todavía un peor sabor de boca. Pregunta al pediatra de la familia por
los libros que recomienda para leer con tus hijos, sin que tus hijos estén
presentes, pues un libro puede dejar un mal sabor de boca similar al peor de
los jarabes que existan en el mercado.
Ahora habrá que preguntarles a los pediatras ¿si están
dispuestos además de actualizarse en su campo profesional están dispuestos a
tomar el papel de críticos literarios o de maestros que recomienden a las
familias cuales deben ser las lecturas?
Porque en último de los casos los padres de familia deberían
preguntar acerca del asunto a los maestros, pero entiendo que con el
desprestigio de los docentes del SNTE y de CNTE, así como los resultados de la
prueba PISA, lo padres desconfíen del sistema educativo nacional, con o sin
reforma, público o privado. Y sí el mismo secretario de educación recomienda a
los niños ler, esa desconfianza puede
estar más que fundamentada. Pero eso no implica que la siguiente opción sea el
pediatra.
Podría ser y si mi estimación no falla que un buen consejero
fuera el librero, el dueño o dependiente de la librería que conoce o al menos
debería conocer gran parte de lo que se exhibe en los estantes del negocio. ¿No
sería interesante comenzar a crear en los niños, jóvenes y hasta en los padres
un vínculo con los dueños profesionales de las librerías, en lugar de buscar un
nuevo oficio al médico pediatra? Tal vez, el que escribió el texto no es
publicista, sino un oculista que gusta de hacer carteles que pretenden ser
artísticos.
O mejor aún el Consejo de la Comunicación en lugar de
pagarle al zapatero para que haga sus campañas de publicidad podría contratar a
algunos escritores de verdad, para que vayan a las escuelas y les cuenten a los
niños acerca de sus libros y de los libros que los emocionaron cuando eran
niños. Pero a lo mejor esto suena descabellado para quien aprobó el cartel en
cuestión y quien seguramente piensa que los libros los escriben los cardiólogos
cuando se trata de novelas del corazón o los neurocirujanos cuando se trata de
novelas muy sesudas.
Este poster es realmente el peor que a lo largo de años de
campaña de promoción de la lectura ha producido el Consejo de la Comunicación.
Y realmente es de extrañar como los encargados de las campañas de un consejo de
comunicación no sepan comunicar de manera lógica y realista su mensaje.
Los personajes escogidos son lo de menos, para algunos son
realmente role models, pero hasta
ellos deberían de haber protestado por un mensaje tan idiota.
En fin, espero que el que escribió la frase y quién aprobó
la idea ahora estén reunidos con su geriatra que les explique que hace ya
muchos siglos que existen otras profesiones además de los médicos.
publicado el 9 de diciembre de 2016 en the point.com.mx
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