A principios del
siglo XIX esta notable mujer aplicó tratamientos médicos de diferente índole a
los habitantes de Estocolmo a pesar de que estaba prohibido que una mujer
ejerciera como médica.
Armando Enríquez Vázquez.
El camino de las mujeres en el campo médico ha sido muy
difícil a lo largo de la historia de occidente católico, acusadas de
hechiceras, de brujas, de mujeres con desvíos sexuales por querer ver los
cuerpos desnudos, sobre todo de los hombres. A pesar de todo esto han existido
casos a lo largo de la historia de Occidente de notables mujeres médicas.
En Suecia a finales del siglo XVIII y principios del XIX, nacieron
dos extraordinarias mujeres que con sus conocimientos de medicina tradicional
fueron capaces de pasar a la historia. La primera de ellas, María Jaensson,
mejor conocida como Kisamor, vivió
entre 1788 y 1842. Sin duda fue digno ejemplo de lo que es un médico
naturalista, utilizando los conocimientos aprendidos desde su infancia. Kisamor fue reconocida a lo largo de su
vida y sobre todo por ejercer en las zonas rurales de Suecia, donde su
conocimiento y práctica tradicional de la medicina era aceptada al suplír la falta
de doctores.
No sucedió lo mismo con Lovisa Ahrberg que nació en Upsala
el 17 de mayo de 1801. Upsala es una ciudad al norte de Estocolmo, que hace ya
1500 años era el centro de poder de los suecos y donde estaba uno de los
principales templos de adoración de los dioses paganos y que alberga a la
Universidad más antigua de Escandinavia; la Universidad de Upsala fundada en
1477.
Aunque el padre de Lovisa era uno de los cuidadores de la
universidad, es claro que la familia no podía aspirar a que ninguno de sus
miembros estudiara en ella y menos Lovisa, pues la enseñanza de la ciencia médica
estaba prohibida en esa época a las mujeres. Su madre y su abuela habían
ejercido como enfermeras, aunque más bien se cree que sabían de medicina
tradicional.
Al llegar a la edad adulta, María Lovisa Ahrberg, se mudó a
la ciudad de Estocolmo donde empezó a trabajar como sirvienta en la casa de una
familia rica. Sus tiempos libres los utilizaba para atender a personas de
escasos recursos y recetarles medicinas naturales, así como a hacer curaciones
de diverso tipo que le fueron ganando fama en la ciudad.
Lovisa comenzó a convertirse en celebridad en Estocolmo que
en esos años contaba con una población menor de 160,000 habitantes. En una
ciudad tan pequeña, Lovisa, llamó la atención de la toda la sociedad, incluso
miembros de la clase pudiente comenzaron a visitar a la joven. Los médicos
profesionales sintieron amenazada su profesión y se confabularon para acusar a
Lovisa de charlatanería.
Los médicos de la ciudad se encargaron de que se le hiciera
una prueba formal a Lovisa para que demostrara sus conocimientos médicos.
Lovisa pasó la prueba y el gobierno sueco le permitió seguir ejerciendo para enojo
de los médicos egresados de la universidad. Lovisa siguió atendiendo a todo
tipo de pacientes y en especial a pacientes de pocos recursos, muchas veces de manera
gratuita.
De hecho, los conocimientos y servicios que Lovisa Arhberg
prestó a la sociedad de Estocolmo le valieron el reconocimiento del mismo rey
Oscar I de Suecia, quien le otorgó una medalla en 1852.
Lovisa Ahrberg murió en 1881 en Estocolmo. Once años antes
la carrera de medicina en Suecia abrió sus puertas a mujeres.
publicado el 1º de mayo de 2017 en mamaejecutiva.net
imagen: wikipedia.org
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