martes, 9 de mayo de 2017

Lovisa Ahrberg la primera médica sueca.




A principios del siglo XIX esta notable mujer aplicó tratamientos médicos de diferente índole a los habitantes de Estocolmo a pesar de que estaba prohibido que una mujer ejerciera como médica.
Armando Enríquez Vázquez.
El camino de las mujeres en el campo médico ha sido muy difícil a lo largo de la historia de occidente católico, acusadas de hechiceras, de brujas, de mujeres con desvíos sexuales por querer ver los cuerpos desnudos, sobre todo de los hombres. A pesar de todo esto han existido casos a lo largo de la historia de Occidente de notables mujeres médicas.
En Suecia a finales del siglo XVIII y principios del XIX, nacieron dos extraordinarias mujeres que con sus conocimientos de medicina tradicional fueron capaces de pasar a la historia. La primera de ellas, María Jaensson, mejor conocida como Kisamor, vivió entre 1788 y 1842. Sin duda fue digno ejemplo de lo que es un médico naturalista, utilizando los conocimientos aprendidos desde su infancia. Kisamor fue reconocida a lo largo de su vida y sobre todo por ejercer en las zonas rurales de Suecia, donde su conocimiento y práctica tradicional de la medicina era aceptada al suplír la falta de doctores.
No sucedió lo mismo con Lovisa Ahrberg que nació en Upsala el 17 de mayo de 1801. Upsala es una ciudad al norte de Estocolmo, que hace ya 1500 años era el centro de poder de los suecos y donde estaba uno de los principales templos de adoración de los dioses paganos y que alberga a la Universidad más antigua de Escandinavia; la Universidad de Upsala fundada en 1477.
Aunque el padre de Lovisa era uno de los cuidadores de la universidad, es claro que la familia no podía aspirar a que ninguno de sus miembros estudiara en ella y menos Lovisa, pues la enseñanza de la ciencia médica estaba prohibida en esa época a las mujeres. Su madre y su abuela habían ejercido como enfermeras, aunque más bien se cree que sabían de medicina tradicional.
Al llegar a la edad adulta, María Lovisa Ahrberg, se mudó a la ciudad de Estocolmo donde empezó a trabajar como sirvienta en la casa de una familia rica. Sus tiempos libres los utilizaba para atender a personas de escasos recursos y recetarles medicinas naturales, así como a hacer curaciones de diverso tipo que le fueron ganando fama en la ciudad.
Lovisa comenzó a convertirse en celebridad en Estocolmo que en esos años contaba con una población menor de 160,000 habitantes. En una ciudad tan pequeña, Lovisa, llamó la atención de la toda la sociedad, incluso miembros de la clase pudiente comenzaron a visitar a la joven. Los médicos profesionales sintieron amenazada su profesión y se confabularon para acusar a Lovisa de charlatanería.
Los médicos de la ciudad se encargaron de que se le hiciera una prueba formal a Lovisa para que demostrara sus conocimientos médicos. Lovisa pasó la prueba y el gobierno sueco le permitió seguir ejerciendo para enojo de los médicos egresados de la universidad. Lovisa siguió atendiendo a todo tipo de pacientes y en especial a pacientes de pocos recursos, muchas veces de manera gratuita.
De hecho, los conocimientos y servicios que Lovisa Arhberg prestó a la sociedad de Estocolmo le valieron el reconocimiento del mismo rey Oscar I de Suecia, quien le otorgó una medalla en 1852.
Lovisa Ahrberg murió en 1881 en Estocolmo. Once años antes la carrera de medicina en Suecia abrió sus puertas a mujeres.

publicado el 1º de mayo de 2017 en mamaejecutiva.net
imagen: wikipedia.org 

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